Un consumo eléctrico eficiente, objetivo prioritario del sector
El 97% del consumo neto anual de electricidad en España corresponde al mercado atendido por las empresas distribuidoras y comercializadoras de electricidad, y el 3% restante a una estimación del autoconsumo de los productores del régimen especial.
El sector de comercio y servicios es el mayor consumidor de electricidad, con más de un 34% del total. Le sigue el sector de la energía, industria y construcción, con un 34%; y el residencial, con casi un 30%. El resto (más de un 2%) corresponde a la Agricultura y otros no clasificados.
En términos económicos y sobre un gasto energético total de unos 44.000 millones de euros anuales, nuestra ‘factura eléctrica’ supone un valor aproximado de 27.000 millones de euros al año. Con la adopción de medidas para un uso racional y eficiente de la energía, que actualmente permiten ahorros comprendidos entre un 25 y un 70% de promedio, dependiendo de los sectores y ámbitos de aplicación, en base a una estimación razonable es fácil concluir que España podría llegar a evitar un gasto cercano a los 12.000 millones de euros anuales, a medio plazo y ante un escenario favorable.
El coste de la factura energética española se ve agravado, además, por nuestro reducido autoabastecimiento, que no llega al 30% del total de energía consumida en el país. Esta proporción se encuentra lejos aún de la media de la UE, de más de un 47%.
Pero hoy existen muchos medios para reducir ostensiblemente nuestro consumo. Desde la sustitución del alumbrado tradicional por una iluminación eficiente, la adquisición de electrodomésticos de alta clasificación energética, la incorporación de sistemas de monitorización y gestión de consumos, la implantación de contadores inteligentes y reguladores, la automatización de las viviendas, la proliferación de ‘smart grids’ (redes inteligentes) y sistemas de apoyo de recursos sostenibles, hasta la edificación bioclimática y la utilización de vehículos eléctricos o híbridos, son numerosas las posibilidades reales de obtener notables ahorros económicos que, en algunos casos, pueden llegar a reducir los consumos en dos tercios del total.
La integración de la tecnología avanzada en los hogares (responsables de casi un tercio de la energía consumida en España) puede lograr hasta el 35% de ahorro en el consumo de energía. Automatizar tareas como la calefacción, las horas para el encendido y apagado de luces o el riego, son aplicaciones de la tecnología programadas para ofrecer una mejor calidad de vida.
Los fabricantes ya han puesto a disposición del mercado estas soluciones. No hablamos del futuro, sino de un presente que todos podemos constatar con facilidad.
Desde el punto de vista medioambiental y de reducción de la dependencia energética, es importante continuar desarrollando las energías renovables, cuya vía principal de aprovechamiento es la generación eléctrica, si bien “la penetración de las mismas debe depender de la capacidad de las tecnologías para reducir sus costes y del avance tecnológico para su integración en el sistema, así como del desarrollo de las interconexiones internacionales con Europa a través de Francia, que daría más estabilidad al sistema”, advierte Eduardo Montes, presidente de la Asociación Española de la Industria Eléctrica, Unesa.
Aunque como es lógico, y siendo realistas, la adopción y progresiva generalización de este tipo de medidas no puede llevarse a cabo de la noche a la mañana ni acometerse en todos los frentes susceptibles de mejorar sus rendimientos energéticos al mismo tiempo. Su paulatina pero constante introducción nos conducirá a la obtención de un nada desdeñable beneficio económico, máxime en un entorno como el actual, y una menor dependencia de la energía importada.