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El fin de la crisis o la rotura del bucle

Albert Esteves, editor de Interempresas01/05/2009
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1 de mayo de 2009

Damián trabaja, con contrato temporal, en el departamento de mantenimiento de una empresa que fabrica componentes para automoción. Necesita comprarse un coche pero no tiene dinero suficiente y el banco no le concede el crédito para pagar la entrada. Ernesto trabaja como ingeniero en la misma empresa y también le convendría cambiar de coche. Tiene contrato fijo pero desconfía de la evolución de su empresa y de su economía particular y prefiere ahorrar y no endeudarse. Ambos deciden no cambiar de coche por ahora, tal como han hecho muchos otros damianes y ernestos y olgas y jordis y josés. Como consecuencia, la empresa fabricante de coches ve descender sus ventas alarmantemente y decide reducir su producción y, naturalmente, la compra de componentes. La fábrica de componentes, a su vez, se encuentra sin pedidos y no tiene más remedio que incoar un ERE, a consecuencia del cual Damián pierde su puesto de trabajo y Ernesto empieza a temer por el suyo. Ahora es mucho más improbable que se cambien el coche. Y puede ser que, además, a Damián no le llegue para pagar la hipoteca y se agrave la falta de liquidez de su banco, el cual verá restringidas sus posibilidades para seguir concediendo créditos. Y vuelta a empezar. Es el bucle de la crisis: las consecuencias de las causas se convierten a su vez en causas de sí mismas.

Cómo hemos llegado hasta aquí, a estas alturas de la historia, ya lo sabemos todos. Sabemos cuáles han sido las causas de la crisis, sus antecedentes, sus detonantes y, más vagamente, algunos de sus culpables. Nos han contado lo de las subprimes y lo de los 'ninjas'. Una legión de 'analistos' que no supieron prever la llegada de la recesión nos han explicado con toda suerte de detalles el cuándo, el cómo y el porqué de todo lo acontecido hasta hoy. Y que la situación es grave gravísima y que nunca hemos estado peor. Todo muy ameno, sin duda, y de gran interés, más que nada para evitar que vuelva a ocurrir. Pero eso es ya historia. Lo que realmente interesa ahora, más allá de pronósticos agoreros o de optimismos sin fundamento, es cómo y cuándo vamos a salir del bucle, qué es lo que hace falta para que la economía empiece a remontar y Damián y Ernesto puedan comprarse el coche.

Hay muchos factores incidentes, sin duda. Será fundamental el comportamiento de la banca en cuanto a la recuperación del crédito. Las medidas gubernamentales, tanto las destinadas a mejorar la liquidez como al reforzamiento de la inversión pública, pueden ser de gran ayuda. Pero la clave, la auténtica clave, es la recuperación de la confianza, eso que el diccionario define como "ánimo, decisión o valor para obrar". Confianza es lo que necesitan los distintos agentes económicos, desde el sector financiero al industrial, empresarios y trabajadores, comerciantes y consumidores. Confianza para prestar dinero, confianza para invertir, confianza para contratar personal, confianza para comprar un coche. La recuperación de la confianza no será una consecuencia del final de la crisis. Habrá sido su detonante.

¿Y cómo se estimula la confianza? Para empezar, no creando desconfianza. Cuando desde organismos internacionales, centros de estudios y fundaciones varias se emiten pronósticos catastrofistas, con bases francamente escasas, que a su vez son amplificados por algunos medios de comunicación, eso crea desconfianza. Cuando los gobiernos titubean, difunden mensajes contradictorios, se resisten a emprender reformas profundas y carecen de liderazgo, eso crea desconfianza. Cuando los partidos de la oposición y sus medios acólitos magnifican los datos negativos por mero cálculo electoral, eso crea desconfianza.

Sin embargo, hay datos fundamentados para el optimismo. Todo parece indicar que, en términos de tasa intertrimestral de crecimiento, la economía española habría tocado fondo durante el primer trimestre de 2009. Dicho de otro modo: lo peor de la crisis ya ha pasado y estamos empezando a remontar. Hay que alimentar esa mejora de las expectativas. Sin duda, seguiremos lidiando con datos negativos durante algunos meses. Pero esa certeza de que ya ha pasado lo peor tiene que ir calando. Y debemos ayudar a que cale.

En cuanto a Damián, después de varios meses de enviar currículums, de renegociar con su banco el alargamiento de la hipoteca y de realizar un curso de formación sobre energías renovables, al fin ha encontrado un nuevo empleo en una empresa que fabrica molinos eólicos. Ayer le llamó Ernesto. La fábrica de componentes ha dejado de reducir plantilla y ya no teme perder su puesto de trabajo. Han quedado para ir juntos al concesionario a empezar a mirar lo del coche.

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