Mantenimiento y reparación básica del material de esquí de montaña
Inmersos en pleno invierno, todos los amantes del esquí de montaña, disfrutamos de la multitud de rincones que nos ofrecen las montañas y que sin el material técnico adecuado sería muy difícil o imposible acceder a estos maravillosos lugares.
Para sacarle el máximo rendimiento, es necesario dedicarle un mínimo de atención, realizando un buen mantenimiento y reparaciones básicas. Las siguientes actuaciones que os proponemos son las que podemos hacer nosotros mismos:
Limpieza de suela
En primer lugar, y para cualquier reparación, hay que limpiar bien la suela del esquí de impurezas y de cera vieja con un papel de celulosa y, si está muy sucio, con un disolvente el cual dejaremos reposar unos minutos para que salga la suciedad insertada y lo limpiaremos con papel y pasaremos un cepillo de bronce.
Aplicamos cera en caliente sobre la suela usando un cepillo. Si realizamos un pulido superficial aplicamos ceras blandas (temperaturas altas) y retiraremos el sobrante con un cepillo de nailon duro; mientras que si aplicamos ceras universales o duras (temperaturas bajas) utilizaremos cepillo de nailon blando. Los de corcho y fieltro se utilizan cuando hemos aplicado ceras sin plancha (en frío), para que éstas penetren mejor en la suela.
A continuación retiraremos la cera sobrante con una rasqueta de metacrilato se usan para quitar la cera sobrante y cepillaremos bien la suela.
Reparar las suelas
Cuando la suela está muy tocada o, al menos, una vez por temporada es conveniente ir a un profesional para que nos haga las suelas.
Cuando hay que reparar pequeños agujeros, usamos el ‘cofix’. Para aplicarlo, hay que limpiar el agujero con un cúter y, después, calentar el ‘cofix’ que vamos a aplicar (se puede hacer con un mechero o con un soldador), dejando que las gotas que se derriten cubran el agujero (con precaución de que no se queme); una vez frío (30 a 40 min), eliminar el sobrante con una rasqueta metálica y, si ya queremos dejarlo perfecto, rematar la faena pasando papel de lija fina. Para agujeros más profundos se usa ‘metal grip’ (‘cofix’ mezclado con adhesivos ‘epoxy’), que se aplica con un soldador.
Afilado de cantos
Para un correcto afilado de cantos hay que trabajar el lateral, que es el más común y fácil de hacer.
Dependiendo del esquí y del tipo de esquiador se trabaja en diferentes ángulos. Para conocer el ángulo de los cantos de nuestro esquí, pintaremos el ángulo lateral con un rotulador indeleble y comenzaremos a afilar con el ángulo mayor (90º) reduciéndolo progresivamente hasta que observemos que desaparece la marca el rotulador.
Por otro lado, también está la herramienta de ‘tuning’, que nos permite afilar la parte del canto que está en contacto con la suela, que no suele superar 0,5o/1o.
El mantenimiento de los cantos debe ser periódico, al igual que el encerado, pero no debemos por ello abusar de las limas. Utilizaremos los diamantes de forma más frecuente, reservando el uso de la lima para cuando los cantos estén más dañados.
Para quitar el óxido de los cantos utilizaremos goma abrasiva y en el caso de que haya rebabas utilizaremos piedras de aluminio. Posteriormente, afilaremos los cantos con diamantes o bien si están muy dañados, con una lima. Las hay bastas, medias y finas, y ello depende del número de pasos que hay por centímetro y de su profundidad. En el uso de las limas, hay que tener en cuenta que estas tienen un sentido de uso que normalmente está indicado por una flecha.
Al terminar de afilar los cantos es conveniente limpiar las suelas, para quitar impurezas y restos procedentes del proceso de afilado de cantos.
Encerado de las suelas
Para un buen encerado, lo primero es la limpieza de la suela (ver punto anterior) y, posteriormente, situarnos en un lugar bien ventilado. A continuación preparamos la plancha ajustándola a la temperatura de aplicación que nos indica la cera. Derretimos unas gotas a lo largo de la suela del esquí, en una cantidad suficiente que, una vez repartida, nos garantice la distribución de cera en toda la superficie de la suela del esquí. Seguidamente, se pasa la plancha haciendo círculos para repartir bien la cera y, finalmente, se da una pasada con la plancha, despacio pero sin pausas, por toda la suela.
Posteriormente, se deja enfriar bien el esquí y se procede a retirar la cera sobrante con una rasqueta de metacrilato, pasándola desde la espátula hacia la cola del esquí, hasta que no salga cera sobrante. Luego, pasamos el cepillo de nailon, también desde la espátula hacia la cola del esquí, hasta que la suela quede brillante. Y por último, si hay cera en los cantos, la retiramos también con la rasqueta de metacrilato.
En cuanto a las pieles de foca, el encerado reduce su humedad, lo que previene la formación de zuecos de nieve; también mejora que éstas se mantengan bien pegadas a la suela de los esquís y un deslizamiento mejor.
Aunque las pieles de foca que hay actualmente en el mercado traen incorporado un pegamento de alta calidad, que nos garantiza el correcto funcionamiento durante la durabilidad de este producto, en ocasiones puede ser necesaria su sustitución, retirando la cola vieja con una rasqueta térmica y aplicando cola nueva. La cola para la reparación de pieles de foca se distribuye en tubos de pegamento o en cinta (esta última es más fácil de aplicar y nos proporciona un mejor rendimiento).
El mantenimiento de nuestros esquís debe hacerse al finalizar e iniciar la temporada. Al finalizarla, hemos de secar bien los esquís para hacer una limpieza de la suela. Seguidamente, los enceraremos, aplicándoles parafina o cera de forma generosa, de tal manera que los cantos queden también cubiertos de cera o parafina. Asimismo, aflojaremos los elementos de seguridad de las fijaciones, para que no estén en tensión todo el periodo en que no los vamos a utilizar. Al comienzo de la siguiente temporada, volveremos a regular las fijaciones y acondicionaremos la suela y los cantos.
Manuel Rodríguez, director del GTEMA FAM