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Laso Schaller marca un nuevo récord mundial con un salto de casi 60 metros

Josh Sampiero / Redacción19/08/2015

Desde abajo, un trampolín que descansa a una altura de 58,8 metros puede parecer que es simplemente alto. Pero, ¿y desde arriba? Desde arriba la cosa cambia, tu pulso se acelera, te hace tragar saliva y te preguntas si se podría sobrevivir a una caída así. Esa visión es la que tuvo Laso Schaller cuando se subió a romper el récord mundial de salto.

El protagonista
Nacido en Brasil y criado en Suiza, Schaller tiene 27 años. Su madre fue gimnasta y él creció entre el gimnasio y la piscina, dos ingredientes perfectos para su carrera actual como deportista y guía de barrancos, además ha realizado algunas aperturas .Suele participar en pruebas de salto de trampolín y es habitual que termine haciendo varios saltos de 20 o 25 m. en un solo día.

El lugar
En el área suiza de Ticino (de habla italiana), hay más de 150 cañones disponibles para descender con un número de cascadas innumerables, pero la Cascada del salto es la reina. Situada por encima de la ciudad de Maggia, a 1,5 horas al norte de Lugano, la caída de agua derrama vida con las lluvias veraniegas. El agua llega a la cascada y cae en picado a una piscina profunda creando un anfiteatro natural realmente impresionante.

La estrategia
Schaller y su equipo construyeron una plataforma para darle una salida limpia y controlada y librar la pared de las rocas. Después, en segundo lugar, examinaron el área con el equipo de buceo y pusieron seis tanques en la poza para carbonatar el agua y suavizar la inmersión en ella. Por último, tiraron una serie de piedras para cronometrar su caída y ver la línea de la misma.

¿Sólo ocho metros de profundidad? Sorprendentemente, las altas velocidades en los saltos más elevados se frenan más rápido. Para un salto de 10 m necesitas tres metros de agua para hacer un aterrizaje seguro. Desde 50 m, solo te hacen falta cuatro.

La hora de la verdad
Con una decena de cámaras preparados rodeándole, el salto se preparó para la media tarde del martes 4 de agosto. Después de varios días de un brillante sol y de cielos azules, una tormenta veraniega rondaba la zona: había demasiadas nubes amenazantes y grises que daban una atmósfera de oscuridad que las dos decenas de espectadores sabían que podían ser fatales. De repente, un trueno retumbó al fondo y las nubes bloquearon el sol. El público parecía que se preparaba para irse y los cámaras cubrieron los equipos de miles de euros con bolsas de plástico de 10 céntimos. Entonces, Laso subió la colina, se acercó al borde del trampolín y... ¡saltó!

El ruido fue ensordecedor, parecido al de un arma de fuego. Se salió del agua carbonatada y aterrizó en el agua dura del centro de la poza. Su compañero de barranquismo Jörg descendió rápidamente y el resto nadaba a su encuentro. Tras solo un par de segundos bajo el agua, salió de forma triunfante y después nadó hacia la orilla para un chequeo médico.

El momento de la inmersión, aunque limpió, le afectó en lapierna derecha, posiblemente por una pequeña dislocación de su cadera derecha de un segundo o dos. Pero, después de un breve descanso en la camilla y de ser examinado por un médico, una sonrisa cubrió su cara y todo el mundo supo que estaba bien (y que acababa de hacer algo que nadie se había atrevido antes).