¿Cómo elegir tus pies de gato?
Han pasado ya 65 años desde que Pierre Allain se lanzara a comercializar los primeros pies de gato. Muchos escaladores de la época -acostumbrados a las alpargatas- los miraron con recelo en un primer momento pero poco a poco se han convertido en herramienta más que imprescindible para trepar por las paredes. Su oferta en la actualidad, como en casi todos los productos del sector, amplia y cada vez más específica. Esto significa que debemos saber qué tipo de escalador somos –o queremos ser- a la hora de elegir el modelo que más nos convenga.
En un primer momento la distinción es clara: para los nóveles lo mejor será un gato cómodo y polivalente, pero con una buena suela, no cómo ésos que vende un gran establecimiento francés por 35 euros; los experimentados seguramente ya sabréis en qué tipo de escalada os queréis especializar así que el abanico se amplía… En tiendas como Campz" target="_blank" href="http://www.campz.es/material-de-montana/escalada/pies-de-gato.html">Campz puedes encontrar el modelo que se ajuste a tus necesidades.
La primera caracterización que podemos hacer de los pies de gato depende de su forma: los simétricos y los asimétricos. Los primeros, con la puntera y el talón alineados, son más confortables y están pensados para aquellos que los van a llevar puestos durante un tiempo prologando, por ello son los ideales para los escaladores de vías de varios largos. Son denominados bailarinas.
Los asimétricos, gracias a su construcción con la puntera hacia dentro, son más precisos y permiten apoyar tu peso en puntos más difíciles. Obviamente su contraprestación es la incomodidad por lo que están diseñados para escaladores de escalada deportiva de dificultad. A los escaladores de fisura, os recomendamos además que tengan una horma rígida, que mitigue el dolor en los empotramientos y facilite el canteo, y con protección especial en la puntera y el lateral.
Con esta información en la cabeza no podemos olvidarnos de probar los diferentes modelos. Así podremos verificar la talla (atentos porque no tenemos los dos pies iguales) así como el ajuste y la sensibilidad que nos aportan –no hay que sentir dolor- así como el agarre de su suela.
Una vez que nos tengas en tus manos, no te olvides de cuidarlos con cariño. Aprende aquí cómo hacerlo.