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"El éxito no es alcanzar la meta a toda costa"

Redacción OutdoorActual24/05/2013
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Ayora nació en La Seu D’Urgel en 1963, pero fue en Zaragoza en donde pasó su infancia y adolescencia. Con 19 años ingresó en la Academia General Militar y dentro de su dilatada carrera, la montaña siempre ha tenido un papel vital. Ha sido, y sigue siendo, parte esencial de su vida. El Teniente Coronel Ayora ha sido el responsable de la planificación de las actividades del Grupo Militar de Alta Montaña y Jefe del Departamento de Instrucción y Adiestramiento en Montaña de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales (EMMOE) de Jaca. Con el Grupo Militar de Alta Montaña ha visitado las principales cordilleras del planeta, Pirineos, Alpes, Atlas, Andes, Cáucaso, Karakorum, Himalaya, Groenladia o Patagonia. Además, su compromiso social, las ganas de compartir su pasión y su afán de superación le han llevado a colaborar, asiduamente, con diversas asociaciones y entidades de discapacitados, a las que ha facilitado la posibilidad de conquista de picos tan míticos como el Elbrus, el Cho Oyu o el Kilimanjaro.

Toda esa experiencia ha motivado su preocupación por la seguridad y el riesgo en montaña. Es Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales, Auditor de Sistemas de Prevención, Máster en Derecho de Deportes de Montaña y responsable de Prevención del Grupo de Investigación “Salud y Seguridad en la montaña” reconocido por el Gobierno de Aragón. Es autor del libro “Gestión del riesgo en montaña y actividades al aire libre”, del que se ha publicado su segunda edición. Y el pasado otoño dio continuidad a esa preocupación sacando al mercado “Riesgo y liderazgo. Cómo organizar y guiar actividades en el medio natural”. Un nuevo manual para concienciarnos de que en la montaña el riesgo cero no existe y que nosotros somos nuestro mejor y peor aliado. Con Alberto Ayora nos acercamos al mundo del montañismo, sus riesgos y cómo podríamos evitarlos.

Dicen que hay que ser cocinero antes de fraile. ¿En su caso también? ¿Le ha influido alguna vivencia personal a la hora de preocuparse por la seguridad y el riesgo en la montaña que le haya llevado a escribir estos dos libros?

Son varios los accidentes que me han influido de forma directa. Tanto el accidente del Teniente Manuel Álvarez en el GI, como el del Sargento Primero Cecilio Guerrero en Amitges, han condicionado mi comportamiento a posteriori. También me han influido de forma directa algunos accidentes con víctimas menores de edad. Analizándolos en retrospectiva parece aparentemente sencillo el cómo podrían haberse evitado. Sin embargo, la clave en la investigación de accidentes y en el análisis del error humano es tratar de entender porqué alguien toma una decisión determinada en un momento dado, no se trata de juzgarles a posteriori por lo que hicieron.

Su primer libro se titulaba Gestión del riesgo en montaña. ¿Es posible gestionar el riesgo en un medio montañoso, en plena naturaleza?

Gestionar es sinónimo de administrar, graduar o dosificar, para obtener el mayor rendimiento posible o para que produzca mejor efecto. Gestionar el riesgo no quiere decir anular el riesgo. Es gestionar la aventura, el error y la adversidad todo en uno. El proceso de la gestión del riesgo comienza con la identificación clara de los peligros y continúa con una correcta evaluación de los mismos para determinar el grado de riesgo. Ese grado de riesgo percibido debe aproximarse lo más posible al riesgo real de la actividad y sobre éste último debemos aplicar nuestras medidas de control para minimizarlo.

¿Y qué es lo que busca en su segunda obra, Riesgo y liderazgo?

Enseñar cómo hay que crear un sistema de gestión del riesgo desde la base, y a partir de ejemplos reales y concretos. Difundir cómo hay que desarrollar una política preventiva, los recursos que hay que implicar y cómo hacer la planificación de las actividades en el medio natural.

A pesar de los esfuerzos que se están haciendo en los últimos años por concienciar de los peligros y riesgos de la montaña a la sociedad en general, cada año siguen produciéndose numerosos accidentes. ¿Desde su punto de vista por qué sucede eso?

Las personas dadas a improvisar son víctimas potenciales de sufrir un accidente y esto va muy ligado a una falta o mala planificación. Eso se traduce en una mala preparación de la ruta, fallos de orientación, mal cálculo de horario, equipo escaso o deficiente...La improvisación ataca tanto a personas expertas como inexpertas. Hay que promover conductas seguras y desterrar la idea de la fatalidad de los accidentes.

¿Y la obtención o no del éxito influye de alguna manera?

El éxito, no solo en montaña, en la vida, es disfrutar con los que uno hace. No es alcanzar una meta a toda costa. Lo fundamental es disfrutar con la planificación de los objetivos y a la vuelta analizar cómo los hemos logrado.

En los últimos años se ha venido debatiendo la conveniencia o no de cobrar los rescates. ¿Qué opinión le merece esa medida?

¿Cuál es el objetivo principal de la medida del cobro de los rescates que se están planteando algunas comunidades: conseguir ahorrar costes o que disminuyan los accidentes? Estamos ante un debate que, en principio, considero nos ha hecho mucho daño al colectivo montañero, porque parece que somos los “locos” que nos jugamos alegremente la vida, metiendo en el mismo saco a los verdaderos amantes y conocedores de la montaña. Tenemos un reto importante y que debemos abordar todos sin distinción. Es la hora de la inteligencia. En esta sociedad que reclama el cobro de los rescates ha llegado la hora de los montañeros de verdad, de aquellos que hacen las cosas bien, que no cometen imprudencias, que son un ejemplo de sensatez y de buen hacer. Hay que dar ese ejemplo y conseguir que llegue al resto de la sociedad.

En múltiples ocasiones le hemos escuchado reclamar una cultura de seguridad. ¿Cree que estamos haciendo un buen trabajo con la base, con los futuros montañeros? ¿No cree que debería haber alguna asignatura de seguridad en el colegio?

Está claro. Los jóvenes acaban de desarrollar su cerebro a una edad bastante avanzada, aproximadamente hacia los 25 años, y durante todo este tiempo tenemos que estar estimulando su cerebro y poniendo la base de las conductas sociales. Además, es un esfuerzo que debe ser continuo, en la familia, en la sociedad... Porque una sociedad necesita normas. El ser humano se equivoca, y eso es normal. Pero también comete infracciones y esas deberían corregirse, y eso se hace con la educación. Si va fallando esa cadena de formación, mal vamos.

Usted también ha afirmado que es una lástima que el desarrollo turístico no haya conllevado paralelamente un avance en prevención y seguridad. ¿Eso es más evidente en Aragón?

Aragón es pionera en rescates en montaña, en la gestión y desarrollo turístico en montaña, en iniciativas del rescate... Es la comunidad que mejor organizado tiene el rescate y está ampliamente reconocido, tanto a nivel nacional como internacional. En prevención también se ha hecho algo, pero abordando otras líneas de actuación. La recogida de datos es muy importante, pero es necesario realizar un seguimiento para comprobar su evolución. Aunque el riesgo que más preocupa procede de peligros que no identificamos. Me da la sensación de que en Aragón esos riesgos no se quieren ver o reconocerlos. De sobra se sabe cuál es la situación de Astún, Panticosa o Llanos del Hospital. Pero o no están bien informados, o no existe la voluntad necesaria para abordar la prevención en su justa medida. En turismo de naturaleza y montaña hay que ofrecer también calidad. Y calidad y seguridad en montaña están profundamente unidas.

¿Por eso ha reclamado a la administración un papel más activo en la prevención?

Aragón tiene las personas y experiencia suficiente para hacer las cosas bien, pero en ocasiones es la misma organización de la administración la causante de los problemas o parece que no siempre existe la voluntad de querer hacer bien las cosas. Por ejemplo tenemos el caso del centro A Lurte, en Canfranc. Es un proyecto que ha costado mucho sacar adelante, a pesar de que era muy reclamado y que no requería un coste económico muy elevado, ya que venía a través de subvenciones; y ahí está. Una administración tiene que tener la capacidad de prever y tiene que tener claro que la excusa es el recurso del mediocre. Es más, en estos tiempos en los que estamos, poner la excusa de los recortes presupuestarios es aún más mediocre. Necesitamos emplear los recursos de forma eficiente.

¿No tiene usted la sensación de que la sociedad lleva vendiendo la cultura de la aventura, la libertad y el riesgo sin pararse demasiado a pensar en las consecuencias?

Desde el punto de vista preventivo algunas campañas de marketing van en su propia contra. Estoy pensando en las estaciones de esquí. Voy a hacer una pregunta: ¿Es el esquí un deporte de riesgo o son nuestras propias conductas las que lo convierten en un deporte de riesgo? Siempre depende de dos factores, el comportamiento y la conducta. Psicológicamente la conducta implica una actividad consciente, y el comportamiento es la manera de proceder de las personas conforme a los estímulos que reciben del entorno, y eso puede ser inconsciente e involuntario. En Suiza he visto otro tipo de conductas y comportamientos entre los esquiadores. A nosotros nos falta mucha cultura de prevención. Esos comportamientos son desajustes que hay que cambiar, pero es un esfuerzo que tenemos que hacer entre todos, esquiadores, estaciones, administraciones... Por ejemplo, se lleva muchos años reclamando una legislación para las estaciones de esquí y ahí seguimos sin ella. Es más, hay unas normas FIS (Federación Internacional de Esquí), que muy pocos esquiadores conocen. Simplemente con la aplicación de esas normas conseguiríamos reducir la accidentalidad.

¿Entonces, uno puede considerarse experto en montaña en algún momento? ¿Garantiza algo?

Para ser experto, no solo en montaña, se dice que tienes que tener 10.000 horas de práctica en esa tarea, lo que supone 10 años de experiencia. Pero no tienes que ser experto en una única cosa, tienes que serlo en muchas áreas. Puedes tener un grado de experiencia muy amplia, pero eso se tiene que sustentar con el conocimiento de uno mismo. Es lo que se llama metaconocimiento, y eso no lo trabaja mucho la gente.

Entrevista a Alberto Ayora de Pirineo Digital