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El lenguaje del anclaje

Redacción OutdoorActual18/10/2012
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Entre otras cosas, podríamos considerar la escalada una auténtica artesanía que se manifiesta en forma de itinerarios especialmente diseñados para subirse por las paredes. Lo que de entrada fue un puro afán por conquistar cimas vírgenes, le siguió la carrera de abrir vías cada vez más directas y elegantes para superar las mismas. Tras todo esto, la aparición de la expansión dejó vulnerable cualquier espacio rocoso a merced del capricho aperturista.

Irremediablemente el terreno no cambia y en las escuelas más famosas ya empieza a ser difícil encajar algo nuevo. Pero es precisamente en estos lugares donde la trayectoria de la escalada se aprecia con más facilidad, gracias al silencioso lenguaje de los anclajes colocados en la pared.

Los más antiguos acostumbran a ser los más sabios pues tuvieron la fortuna de escoger el mejor camino a seguir y el lugar más estratégico. Normalmente están muy distanciados entre sí, a veces por la imposibilidad de pararse a ponerlos, a veces como prueba del buen dominio de la cordada.

Después están los más atrevidos, de aspecto mucho más robusto, que defienden fielmente el estilo de los anteriores, pero con una dificultad mucho más elevada. Éstos, acostumbran a ser los menos usados, dado que sólo están al alcance de una minoría.

Le siguen los anclajes más oportunistas, o sea, los que en pocas ocasiones aciertan el lenguaje de la pared. Mientras los agarres conducen hacia la izquierda, éstos se van a la derecha. Su errónea posición delata públicamente la mediocridad de sus autores, que colgados de estribos o descolgándose por arriba, los introdujeron artificialmente de todos modos.

Y por último, están los seguros en cadena, los que podría colocar cualquiera de la calle sin tener ni puñetera idea de escalar. Se les identifica por su brillo peculiar y por su proximidad. Son claramente un fenómeno social en auge y su profusión un serio problema de impacto ambiental.

Si las chapas pudieran hablar... nos contarían la involución de la escalada en pocas palabras. Lo que empezó como la temeraria aventura de unos pocos locos, se ha convertido en un pasatiempo multitudinario para gastar los pies de gato y el magnesio. Consume, chapa, y sigue...

Armand Ballart