Los Pou y Ponce firman una de las mejores ascensiones de su carrera
La tercera apertura de este verano en los Andes ha sido la guinda a un mes repleto de éxitos para la cordada vasco-murciana.
Cuando parecía que los tres alpinistas habían tocado techo con la interesantísima exploración primero, y apertura después, de “Burrito Chin de los Andes” al Cerro Tornillo de 4.900 m, y “Cabeza Clava” al Huanka Punta de 4.670 m, al sur de la Cordillera Blanca (La zona de San Marcos); se sacaron un as de la manga, y consiguieron la primera ascensión a la perseguida cara norte del pico Cashan Oeste de 5.686 m. Un nevado famoso y cercano a la capital andina de Huaraz, que nunca había sido ascendido por esta vertiente dada su compleja dificultad técnica.
El trío recibieron la información de la existencia de este objetivo, de los madrileños Carlos Cabeza y José Carlos Gómez Menor, que habían abierto hace unos años un espolón de roca cercano.
La pared era impresionante, de roca granítica de máxima calidad, y la ruta que trazaron para surcarla buscaba los puntos más flacos que permitieron superar con mucha visión, una pared técnicamente muy difícil que en varias ocasiones alcanzaba el 7º grado.
Les cuesta dos días enteros llegar a la cumbre, durmiendo en la mitad de la pared, en una pequeña repisa en la que apenas caben los tres, y en la que hay tan poco espacio que no queda otro remedio que dejar los pies suspendidos del vacío… ”La noche fue terrible, de lo peor que recuerdo. No teníamos espacio para todos, nos resbalábamos para abajo, era imposible coger postura, y menos mal que nos llevamos dos sacos de The North Face, que unidos, nos permitían taparnos mínimamente. Las horas pasaron lentas, y a las 6 de la mañana, cuando empezó a amanecer, ya estábamos dispuestos para salir corriendo de allí” relata Iker todavía emocionado.
En la segunda jornada pagaron el cansancio del día anterior y la mala noche. ”El cuerpo no respondía con la energía y la vitalidad que nos habría gustado… Además había que sumarle la altura. Estábamos escalando todo el rato por encima de los 5.000 metros, con lo que los movimientos explosivos de la escalada se hacían muy penosos” rememora Eneko.
A pesar de todo, siguieron navegando con veteranía por ese jeroglífico enorme, descifrando cada pieza, que poco a poco, los iban dejando más cerca de la cumbre, hasta que a las 15:30 de la tarde alzan con alegría los brazos en señal de victoria en lo más alto de la montaña. No hay mucho tiempo para celebraciones, en 2 h y media es de noche, y ni siquiera sabían por dónde van a bajar… Retornar por el lugar de ascenso era impensable: Dieron demasiadas vueltas por la pared con continuas y largas travesías. Tenían que tirarse rectos desde la cumbre y probar suerte… Era lo que tenía ser los primeros en pasar por allá… Todo era aventura e incertidumbre.
Hicieron rapeles muy largos a 60 metros tratando de huir. Otra noche podía haber sido muy peligroso, iban muy justos de fuerzas y sin apenas agua, derretir nieve tampoco era una opción, estaban en una zona muy vertical en la que no hay ningún nevero. El último rapel resulta impresionante. Casi no había visión para saber si las cuerdas llegaban al suelo porque la noche estaba prácticamente encima, pero decidieron arriesgar- no había otro remedio- y tiraron un rapel volado que resultó de 60 metros exactos (¡El tamaño de las cuerdas!) hasta el glaciar. ¡Que suerte!
Descienderon la morrena muy rápido. Mientras estaban bajando se dieron cuenta de que este corredor es muy peligroso por la caída de piedras. Cuando 45’ después estaban llegando al enorme bloque que hace de Campo Base, escucharon un enorme estruendo a sus espaldas; ¡Madre mía! Era en el corredor que acababan de cruzar…Se caen bloques enormes por donde han pasado hace apenas unos instantes… ”No tenemos ni energía para pensar en ello. Estamos a salvo y eso es lo importante” nos cuenta Manu Ponce.
A la mañana siguiente interiorizan su gesta: Firmaron una de las mejores ascensiones de su carrera. Han abierto una vía de mucha dificultad a una altura considerable y en un lugar remoto de la cordillera andina. ”Son de esas actividades que solo consigues cuando con los años aúnas experiencia, preparación física y mucha motivación. Hemos hecho algo muy grande y somos conscientes de ello” nos dice Eneko.
Eso que ellos llaman muy grande ya tiene nombre: Se llamará “Andean Kingdom” (en honor a sus amigos Luciana Juárez y Micher Quito y la agencia de turismo activo que regentan en la capital Huaracina) , cuenta con 800 metros de escalada, una dificultad de 7a+, y es otro sueño conseguido…