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Tres capas para volar por la montaña

Jorge Millaruelo - @jmillaruelo10/08/2016
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En la montaña hay que andar con mil ojos. Es tan atrayente como traicionera. Y siempre que empezamos una aventura en plena naturaleza es importante hacerlo con la mejor equipación posible. Una que nos garantice un mínimo de seguridad y comodidad. La idea de que sólo los alpinistas expertos tienen que equiparse con material de última generación ha quedado obsoleta. De hecho, muchos de los productos que la élite deportiva utiliza, está también al abasto en las tiendas especializadas.

Sin embargo, esto no puede hacernos olvidar que la clave es acertar con la elección de nuestras prendas, que irá en función de las condiciones meteorológicas, pero también de la actividad concreta y de nuestro nivel. Para ayudarnos en esta difícil cuestión es de gran utilidad el tradicional sistema de las 3 capas, que nos ayudará a mantener unos grados de protección suficientes, manteniendo un equilibrio con la necesaria confortabilidad.

Así, por ejemplo, en un día caluroso, podremos emplear únicamente la primera capa, mientras que si llega el atardecer y bajan las temperaturas podremos añadirle la segunda. Si hay mucho viento o comienza a llover pero la temperatura es agradable sólo tendríamos que colocarnos encima la tercera capa, dejando la segunda en la mochila; mientras que si las condiciones se endurecen en su conjunto utilizaríamos las 3 capas al mismo tiempo.

Transpiración
Al ponernos en movimiento, el cuerpo aumenta su temperatura corporal y pone en funcionamiento el mecanismo de refrigeración que denominamos comúnmente sudor. A pesar de que este proceso tiene efectos obviamente positivos sobre nuestro organismo, el mantenimiento de esta humedad bloqueada sobre nuestra piel puede jugarnos malas pasadas, haciendo que perdamos una temperatura interior de confort.

Para evacuar hacia el exterior este sudor, están las primeras capas que, en contacto con nuestro cuerpo, nos ayudan a transpirar. En este sentido, lo importante es que las prendas -camisetas o mallas- sean absorbentes, muy transpirables, sequen rápido y se ajusten como un guante a nuestro cuerpo.

Para situaciones de frío, también puede ser interesante cierta capacidad térmica en las primeras capas, lo que supondrá también un aumento del peso. Por este motivo son muy interesantes las propuestas que combinan tejidos de mayor transpirabilidad en zonas como las axilas y tejidos con mayor gramaje en pecho y espalda.

Aislamiento
Si la función de la primera capa era expulsar el sudor, el cometido de la segunda será no permitir que el calor corporal se marche junto a él, es decir, aislarnos térmicamente. Aunque muchos crean lo contrario, esta capa no tiene como objetivo calentarnos, sino retener el calor generado por el cuerpo e impedir su enfriamiento. No calientan, sino que evitan que el cuerpo se enfríe.

Las opciones son infinitas y aquí la clave para una elección acertada será adecuar el grosor de la prenda a las condiciones de frío. Además de guardar el calor, una segunda capa también debe continuar con la expulsión de la humedad que inició la primera y no quedar demasiado holgada para evitar que se cuele el viento.

Protección
Mientras primera y segunda capa tienen sus funciones enfocadas hacia el interior, la tercera capa piensa en el exterior, por lo que las condiciones meteorológicas serán las que marquen si debemos o no utilizarla. Y es que las terceras capas, fundamentalmente chaquetas pero también cubre pantalones, tiene como principal función protegernos del viento y el agua -lluvia, nieve o humedad-.

No se trata de una capa aislante, pero lógicamente su impermeabilidad al agua y al viento es fundamental para impedir que el cuerpo se enfríe. Y aunque en cada una de las capas anteriores es importante elegir bien la prenda por la que apostaremos, el papel de esta tercera capa es, seguramente, el más importante, básicamente porque protege todo el sistema creado debajo de ella.

Las dos propiedades técnicas básicas en estas terceras capas –impermeabilidad y capacidad cortavientos- se logran, generalmente, a través de una membrana adherida al tejido. Y tanto la elección del tejido como de las membranas es importante: del tejido dependen aspectos tan importantes como la resistencia a la abrasión, la durabilidad, el peso o el volumen de la prenda, mientras que la membrana debe garantizar la impermeabilidad al viento y al agua y, sobre todo, la permeabilidad al vapor de agua (para favorecer la transpiración).

Las membranas pueden diferenciarse, a grandes rasgos, en dos tipos, en función de su laminado: las de dos capas, y las de tres. En el primero la membrana se adhiere a un solo tejido, mientras que en el tres capas, la membrana está en medio de dos tejidos distintos. Con el de dos capas se gana ligereza y maniobrabilidad pero se pierde resistencia y protección; con el tres capas –muy utilizado en prendas de alta montaña que deben soportar grandes cargas y rozamientos- se logra una alta resistencia a la abrasión, una buena protección (el tejido interno puede ser, incluso, aislante) pero obviamente se pierde flexibilidad y transpiración.

Un sistema que evoluciona
Pese a que el sistema de 3 capas que acabamos de explicar sigue vigente, las nuevas tendencias deportivas que se centran más en la velocidad, en detrimento de la contemplación están orientando el mercado hacia prendas más ligeras. En este sentido avanza la especialización de marcas y la evolución de tejidos que están dando lugar a nuevos paradigmas basados en prendas híbridas, que mezclan funciones de diversas capas. Así encontramos, por ejemplo, primeras capas con minúsculas canalizaciones de aire que ofrecen cierto aislamiento o, por el contrario, tejidos que facilitan el recorrido del aire sobre el cuerpo con un efecto refrigerante.

Respecto a las segundas capas, este proceso de hibridación las ha llevado tanto a asumir funciones de primeras capas, como la transpirabilidad, un ajuste perfecto al cuerpo y un tacto muy agradable, y especialmente de las terceras. Impermeabilidad y cortavientos eran los de las prestaciones más demandadas por los usuarios que han sabido ser cubiertas por lo fabricantes con los conocidos como softshells (membrana suave). Son prendas muy versátiles que pueden cumplir la función de las terceras capas (hard shell o membrana dura) y ofrecer, además un buen equilibrio entre transpi¬ración y protección frente al agua y el viento.

Por encima del softshell, algunas propuestas de terceras capas apuestan también por la inclusión de rellenos propios de las conocidas chaquetas de pluma natural o sintética, que podrían funcionar como cuarta capa en situaciones estáticas para un mayor aislamiento térmico.