"El número de rescates que proporciona la Guardia Civil es sólo la punta del iceberg"
Algo seguimos haciendo mal cuando la principal noticia que ofrecemos continuamente sobre nuestras montañas son los accidentes. Año tras año vemos como aumentan el número de intervenciones de los equipos del GREIM en nuestras cordilleras. Y parece que con eso nos conformamos: prevención que no funciona, mala imagen pública de las actividades en el medio natural, y los profesionales del rescate y la asistencia sanitaria trabajando a destajo, aun con las sombras que algunos se empeñan en crear sobre su futuro.
Durante el verano de 2014 he realizado, de acuerdo con la Gerencia del Salud en la provincia y la inestimable colaboración del personal de los centros de salud y hospitales, un estudio sobre accidentes encuestando a las personas que acudían a los centros públicos para su tratamiento tras sufrir un accidente en actividades deportivas en el medio natural.
Los resultados obtenidos han sido especialmente alarmantes pues realizan una radiografía que ha de hacer recapacitar y mucho tanto a los poderes públicos como a los distintos entes intervinientes en el medio. El 90% de los atendidos en los hospitales y centros de salud altoaragoneses son personas procedentes de fuera de Aragón. Es incomprensible que siga sucediendo esto con nuestros turistas y visitantes, uno de los principales activos sociales y económicos de la comunidad.
El estudio desprende varios datos preocupantes para los que no caben soluciones tardías ni parciales. Hay que afrontar este reto con el esfuerzo conjunto de toda la sociedad (montañeros, montañeses, profesionales, amateurs, públicos y privados,…). Nos alarmamos cuando se anuncia el número de rescates anuales o de temporada que proporciona la Guardia Civil; ojala eso fuera motivo de alarma y no la punta de un iceberg de proporciones colosales. Estos rescates suponen únicamente el 10% de las personas que sufren un accidente en actividad deportiva; estamos hablando de unas 2.500 personas que sufren accidentes de mayor o menor gravedad, ¡solo en la campaña estival!
Es destacable además que tanto en número de rescates como de accidentados las actividades deportivas con más siniestralidad son las más sencillas (técnica y físicamente): senderismo y excursionismo.
Los datos todavía más preocupantes al abordar la cuestión de las actividades guiadas: más del 30% de los encuestados atendidos por los servicios sanitarios participaba en una actividad guiada por una empresa o un profesional del turismo activo. Otra muestra más de que algo no se está haciendo bien en nuestro sector turístico.
Otro de los datos preocupantes es el alto número de menores lesionados (un 14% del total de los encuestados); este porcentaje aumenta hasta un 32% en la horquilla de los menores de 25 años. Fallamos por la base y es un déficit que difícilmente recuperaremos en el futuro.
Si aspiramos a que nuestras montañas sean el motor turístico que pretendemos tanto las instituciones públicas (muy especialmente) como las privadas han de comenzar a plantearse que a la oferta de comunicaciones, gastronomía, hostelería, cultural, … hay que añadirle seriamente una política de ocio deportiva que vaya más allá de la creación de instalaciones e infraestructuras y englobe, seriamente, a los profesionales implicados, aspectos formativos y de prevención y una especial sensibilidad por la seguridad global de los visitantes.
Tenemos ejemplos y hay procesos en funcionamiento que están demostrando aciertos, y errores. Solo queda ponerse decididamente manos a la obra. Algunos en ello estamos.