El tiempo se acaba
No vamos a generalizar pero a algunos parece que el tiempo se les acabe. Correr por el monte, sea con zapatillas o con pies de gato, atrae cada vez más a un inquieto de personas cuyas metas pulverizan cualquier parecido con la realidad. Si bien los maratones de montaña nos pueden más o menos asombrar actualmente, en escalada son noticia segura, todo depende de su difusión.
Escalar rápido no es ninguna novedad. Siempre han existido personajes muy ágiles y valientes subiéndose por las paredes como prueba de su gran dominio y precisión. Con o sin cuerdas, la velocidad vertical es un fenómeno muy admirable, lejos de toda irresponsabilidad o locura.
Pero no todo es cuestión de records. El estrés cotidiano conlleva una sensación de carencia de tiempo que no nos abandona ni el fin de semana. Lo que antaño suponía un romántico baile rozando la piel del paisaje se ha convertido en un tecno-dancing en el que a duras penas vemos las reuniones. Una cosa es escalar deprisa y otra muy diferente escalar con prisas, contestando al móvil como si no pudiéramos evadirnos durante un tiempo de la realidad. Además, disponemos de un material para ir cada vez más rápidos, más ligeros. Cuerdas largas y delgadas para enlazar tiradas, artilugios de todo tipo para eludir el pitonaje, cintas "tramposas" para anticiparse a las chapas y, como no, unos itinerarios generosamente equipados para correr y acertar la jugada sin misterios ni sorpresas. Con todo esto y el cúmulo de información existente al respecto, no es extraño que la gente corra por las paredes para asegurarse los objetivos de moda de cada lugar. Sólo con ver la velocidad con que muchos cuelgan sus actividades en internet, denota el ansia por una historia cada vez más interminable, donde en la mayoría de los casos brilla más la cantidad que la calidad.
No sólo es cuestión de escalar mucho, sino de escalar con el tiempo que se merecen las diferentes joyas que nos ofrece la geografía vertical. Sonsacar todo el arte, carácter y refinamiento, de unas delicias de todas las épocas, cuyo recuerdo perdurará. Mientras muchas hay que escalarlas de verdad, otras ya son ofertas de fin de semana por las diferentes razones que todos sabemos. Si "el tiempo se acaba", lo más prudente será invertirlo en coleccionarlas, y no perderlo repitiendo los saldos que proliferan por doquier. Acelerar pues, pero con prudencia, por si hay algún radar a la salida de la reunión.