"Sería muy bonito acabar los 14 ochomiles pero seguiré sólo mientras el cuerpo aguante"
El pasado fin de semana tuvimos el placer de acudir a un coloquio con Carlos Soria, nuestro alpinista más experimentado. Carlos nació en Ávila hace 72 años y cuenta con un impresionante currículum deportivo tanto en escaladas como en ascensiones a grandes cumbres. Ha subido a 11 montañas de más de ochomil metros, ascendiendo 9 de ellas con más de 60 años. Y si conquista los 3 picos que le quedan se convertirá en la persona de más edad en subir a los 14 ochomiles del planeta.
Hablamos con él sobre este proyecto, sobre Himalayismo y sobre la ilusión como motor de la vida. Y este último tema es el que mejor domina como se demuestra en la entrevista que le realizamos.
¿Cuáles fueron las primeras paredes que trepaste?
A los catorce años yo trabajaba con un amigo de tapicero, con una lona y unos palos nos hicimos un cobijo y nos fuimos a la sierra de Guadarrama, a la Pedriza. A partir de ahí me di cuenta de que lo mio era subir montañas.
¿Cómo fue el paso a la escalada de dificultad?
Mi primera escalada difícil fue la cara oeste del Dru en el año 1962. Estuvimos cuatro días en la pared. No se nos dio muy bien. Mi compañero se puso enfermo e hicimos tres vivacs. Allí he vuelto dos veces más, la última casi treinta años despues. El próximo año se cumplirán 50 años de aquello y me encantaría hacer el pulgar norte pero no se si va a ser posible.
¿Alguna experiencia en la montaña en todos estos años te ha hecho cambiar?
A mi no me ha cambiado nada. Yo trabajé de tapicero pero había nacido alpinista. Hay cosas muy bonitas como la expedición al Manaslu, primera vez que un grupo de españoles salíamos a intentar un ochomil en el año 1973, que yo la he conseguido subir 37 años después de haberla intentado por primera vez. Además pude ayudar a una escuela de un pueblo a los pies del Manaslu subiendo ropa y unas colchonetas.
Mucha gente en tu situación sentiría prisa por terminar el proyecto de los 14 ochomiles. ¿Te has marcado algún plazo para conseguirlo?
No, sería muy bonito acabar los 14 pero tengo claro que seguiré sólo mientras el cuerpo aguante. Lo que no haré nunca es hacer el ridículo en la montaña, ir en un momento en el que es imposible. Espero tener la lucidez suficiente para no caer en eso.
¿A qué cumbre de las que tres que te faltan para completar el proyecto le tienes más respeto?
El Annapurna y el Dhaulagiri, más que el Kanchenjunga aunque sea más alto. Los otros son peligrosos. Primero iré al Annapurna porque van amigos y será más fácil que podamos subir.
¿Cuesta mucho conseguir la financiación para un proyecto así?
Siempre me ha costado mucho trabajo conseguir financiación. Por eso iba solo o con un sherpa, como últimamente. Ahora sin embargo me ha salido un sponsor, el BBVA, que necesito para estas últimas montañas que me quedan por subir. Cuando hablé con ellos, les dije que me iba el 26 de agosto con su apoyo o sin. Al final todo fue bien.
¿El patrocinio te exige algún compromiso deportivo?
No. En la montaña nadie te puede exigir que subas. Lo que sí me exijo yo ahora, que voy con 5 o 6 personas más, ser más formal. Tengo mucho más cuidado en no dejar cosas en el campo base y de tener un buen comportamiento.
¿Está teniendo mucho impacto medioambiental la proliferación de expediciones comerciales en el Himalaya?
Pues se empieza a parecer a las ciudades. Somos mucha gente y nos movemos mucho, aunque se intenta cuidar. En el Everest las heces de las personas se bajan. Es difícil queremos ver cosas maravillosas sin renunciar a nada.
¿Cómo viviste los incidentes del Lhotse la pasada primavera?
Lo pasé mal porque no tenía ningún hueco para poner la tienda y tuvimos que picar, con el sherpa que llevaba, durante casi cuatro horas para hacer un huequecillo. Cuando terminamos vimos que los sherpas de Carlos Pauner y de Juanito Oiarzábal no tenían donde dormir y no tuvimos más remedio que meterlos allí dentro también. Pasamos una noche fatal y, al día siguiente, llevando dos horas de caminata decidimos sacar la botella de oxígeno que nos había regalado un amigo sherpa y enchufarnos hasta la cumbre.
¿Por qué hubo tantas complicaciones en el descenso?
En la bajada me crucé con los compañeros, algunos iban muy atrás. Me quedé a dormir en el campo 4 y a la mañana siguiente me enteré de que Lolo, el andaluz no había vuelto. Pensamos que Lolo había desaparecido. Bajé al campo 2 donde ya con un walki me enteré de que algunos bajaban en mal estado, con congelaciones y también de que Lolo había aparecido y bajaba ayudado por los hermanos Benegas.