Silvia Vidal abre “Espiadimonis” en solitario tras 32 días viviendo en la pared
La escaladora catalana nos ha vuelto a sorprender con otra apertura en solitario de una gran pared. Esta vez la vía, que lleva de nombre Espiadimonis (libélula en castellano), surca la pared Serranía Avalancha en la Patagonía chilena. Silvia propone para esta nueva ruta una dificultad de A4 y 6b.
Parece imposible que una persona pueda permanecer durante más de un mes colgada de una pared sin tocar el suelo. Sin embargo ésta parece ser, desde hace años, la especialidad de la catalana, que además disfruta de la soledad de sus ascensiones. Junto con Pelut, forma parte de la elite de la escalada artificial como ha vuelto a demostrar con su última patagónica apertura, Espiadimonis. Os dejamos con su testimonio directo, que ha publicado en su blog.
Espiadimonis, por Silvia Vidal
“Tras fijar los primeros 350 metros hasta lo que sería el campo 1 de pared, permanecí 32 días colgada en la pared en solitario, sin bajar (del 8 de febrero al 10 de marzo). Para los rápeles (por la misma ruta), fueron necesarios 3 días. De los 32 días, 16 fueron de permanencia en la hamaca sin ser posible escalar o realizar maniobras.
En cuanto a la actividad en sí, comentar que se trata de una pared que surge de un lago, que había que aproximar a la pared con barca (hinchable) y que ya existe una ruta en esa pared Araucania, pero que no llegaba a la cumbre, que era virgen.
La aproximación es por selva valdiviana, siendo necesario abrir con machete para ir encontrando los rastros de “camino”. Unas 8 horas con peso, si se conoce por donde ir, cruzando un par de ríos bravos. En la subida contraté dos escaladores que me ayudaron con los porteos, hicimos 2 porteos cada uno de 25 Kg. Para el descenso realicé 5 porteos de 25 Kg. sola.
Aparte de los datos numéricos quisiera comentar un poco la vivencia; fueron casi dos meses sola en la zona. Llovió un montón, cosa que allí es normal. Las lluvias torrenciales pueden durar días, con lo que la pared se transformaba en una especie de barranco de río por el que caían cascadas impresionantes, que hacían imposible escalar o realizar cualquier tipo de maniobra, de allí los 16 días (no consecutivos) que pasé en la hamaca sin poder salir.
Cuando llovía no era posible rapelar por algunos de los tramos de la ruta, así que las dudas de si podría hacer cumbre o si podría rapelar, eran frecuentes. Como siempre iba sin ningún medio de comunicación; ni teléfonos, ni radio, ni partes meteorológicos.
Una vez terminada la vía, empecé con los desporteos, que me llevaron una semana. Ahí es donde pasé el mayor miedo, pues uno de los ríos que a la subida habíamos cruzado con el agua a media pierna era totalmente infranqueable. Tuve que esperar 4 días a poder cruzarlo y tuve la gran suerte de que hubo 3 días consecutivos que no llovió con lo que bajó considerablemente el nivel del río.
Hay un montón de situaciones y anécdotas a contar de esos casi dos meses y de las características de la zona, esto sólo son en grandes rasgos los datos de esa experiencia, en la que lo de menos fue la escalada.
Durante los 3 días de rápeles tuve un montón de problemas por cuerdas enganchadas, con lo que tuve que cortar cuerda en un par de ocasiones y allí quedó. Hice los posibles para recuperarla; repetir el largo, colgarme de ella, nada funcionó. Lo digo porque para mi eso es basura que quedó allí.
Comentar también que al borde del lago hay resto de una cabaña antigua y que en ella encontré basura también. Por lo poco que se ha frecuentado esa zona, me pareció demasiada. Creo que son estas cosas a las que deberíamos dar realmente importancia."