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Diversión, seguridad y fetichismo

Jorge Millaruelo - @jmillaruelo09/11/2016
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El 8 de agosto de este año se cumplen de la primera ascensión al Mont Blanc, el techo de la Europa occidental. Sus protagonistas, el cazador de piedras preciosas Jacques Balmat y el médico Michel Gabriel Paccard, jamás podrían imaginar cómo han evolucionado los materiales que ya ellos introdujeron en la gesta que marcó el inicio del alpinismo. De aquel primitivo piolet con el que tallaron escalones en el hielo a más de 4000 m. de altitud, ha proliferado toda una serie de herramientas sin los que hoy sería imposible concebir el alpinismo o la escalada: se trata de lo que conocemos como material duro.

Subiendo por las paredes
De la misma manera que ocurre en otros deportes outdoor, la innovación en el mundo de la progresión vertical también se deja llevar por el dogma del ‘light & fast’. Unos cuantos gramos menos por mosquetón, friend o metro de cuerda pueden hacer que nuestra mochila de aproximación a la pared elegida sea o no una carga engorrosa y lesiva. Ya en la escalada, utilizar material liviano puede incluso ayudarnos a resolver los pasos más complicados, pero estas ilusiones no deberían cegar nuestra preocupación con la seguridad. Ese doble objetivo define muchos de los productos más destacables que salen al mercado, como el nuevo mosquetón ultra ligero Nano 22 de Camp, que pesa sólo 22 gramos o las cintas Kestrel de Ocun.

Al margen de esta operación bikini, también encontramos otras soluciones innovadoras que hacen evolucionar la práctica de la escalada. Uno de los segmentos clave desde esta perspectiva es la de los aseguradores que, marcado por la omnipresencia del Gri-Gri 1 y 2 de Petzl, ha visto como han aparecido dignas alternativas en los últimos tiempos. Se trata del Matik de Camp, con gran dinamicidad en las caídas y un sistema “antipánico”, pero también del OHM de Edelrid, que se presenta como la “solución a los problemas derivados de la diferencia de peso entre escalador y asegurador”. No olvidamos el Jul 2 de Edelrid o el Bionic Alpine Belay de Mammut, ya de tipo cazoleta, que ofrece una frenada asistida casi automática y trabaja con un amplio rango de cuerdas (de 8,4 a 11 mm).

Y es que las cuerdas, cada vez son más delgadas. Si hace años no podíamos encontrar cuerdas para uso en simple que bajarán de los 10 mm., ahora son varios los modelos que bajan de los 9. Además, los fabricantes implementan múltiples tratamientos tanto en el núcleo como en la camisa de las cuerdas antes de sacarlas al mercado de tal forma que puedan ofrecer un plus de resistencia a la abrasión, repelencia al agua o durabilidad. Dos buenos ejemplos de cuerda versátil, ligera y con altas prestaciones son la Swift Pro Dry Edelrid, que cumple con la normativa de la Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo, o la Opera Golden Dry de Beal, con 8,5 mm y triple homologación.

En el ámbito de los pies de gato, la especialización sigue marcando la tendencia. Como sabéis, no se suelen utilizar los mismos pies de gato para escalar grandes paredes que para hacer bloque, aunque existen modelos polivalentes que quieren abarcarlo todo aunque no estén diseñados para el máximo nivel. Agarre, sensibilidad, ligereza, comodidad, adherencia, resistencia… Son muchas las necesidades que cubren los pies de gato y en esta línea los fabricantes no dejan de implementar nuevas tecnologías en sus aparentemente simples diseños. Algunos ejemplos de ello son la tecnología la nueva tecnología S-Heel de La Sportiva que mejora el talonamiento, presente en sus modelos Skwama y Otaki, o los sistemas PCB-Tension y Tri-Tension de Scarpa que transfieren la fuerza desde la punta hasta el talón.

Respecto a los arneses, destacan los nuevos sistemas de construcción, que permiten mayor confort, ligereza y un reparto de la carga durante la caída más eficiente. Es el caso de la tecnología Web Core de Beal o los nuevos modelos de Ocún, confeccionados a partir de una estructura de celdas de espuma EVA. Asímismo queremos destacar algunas apuestas arriesgadas como el modelo Iguazu de Edelrid para barrancos o el ligerísimo Flash de Camp.

Surcando el manto blanco
La llegada de la nieve transforma por completo nuestro terreno de aventuras y, si bien es cierto que se vuelve más peligroso por los aludes, el invierno ofrece un ambiente muy especial a nuestras actividades. Con un buen abrigo y un afinado conocimiento de las técnicas de progresión, podremos encarar desde un plácido paseo en raquetas de nieve a una ascensión técnica en Pirineos o Alpes.

Para caminar sobre el manto blanco necesitaremos o bien unas raquetas de nieve, que deberemos elegir en función de nuestro peso, o unos crampones que nos permitan encarar mayores inclinaciones. Estos pueden atarse con correas o bien de forma (semi)automática, para lo que nuestras botas tendrán que estar preparadas. Existen además, varios tipos de crampones que elegiremos en función de la tecnicidad de nuestra actividad; no es lo mismo una ascensión que la escalada en cascadas de hielo. Algunos de ellos, como el Ski Tour Matic 2.0 de Grivel están diseñados pensando en las botas rígidas de esquí.

El carácter técnico de nuestra actividad también determinará qué tipo piolets utilizar. Para progresar por pendientes poco pronunciadas, necesitaremos un piolet de travesía, mientras que si encaramos mayores inclinaciones deberemos contar con dos piolets técnicos, más cortos y curvos, que te permitan traccionar sobre ellos. Entre las propuestas innovadoras de este año vemos el mango patentado G-Bone de Grivel que, cortado en sección, tiene forma de diáfisis de hueso con la que aporta un tacto más adherente, ergonómico y cómodo y una mayor resistencia.

El casco: una cuestión fundamental
Aunque todavía es frecuente ver escaladores que sin casco, cada vez son más los que se han dado cuenta que proteger la cabeza de un golpe en una caída o del impacto de una piedra no es una cuestión baladí. No en vano, cada año fallecen montañeros por este motivo.

El mercado de los cascos, de la misma manera que el resto de modalidades deportivas, vive en un continuo proceso de especialización y actualmente podemos contar con modelos específicamente diseñados para cada deporte. Se echan de menos modelos más versátiles capaces de satisfacer las necesidades de montañeros polivalentes que le peguen tanto a la escalada como al alpinismo o al esquí de montaña.