La Antártida muestra su furia a los corredores de la Antarctic Ice Marathon 2018
Un maratón en el continente blanco
La nueva edición del Antarctic Ice Marathon ha tenido lugar el 13 de diciembre. En su décimocuarto aniversario han participado medio centenar de corredores provenientes de 16 países. Días antes del evento la organización reunió a los corredores en la ciudad chilena de Punta Arenas. Allí tocaba recibir las últimas instrucciones y esperar la ventana de buen tiempo que permitiera su traslado en un avión de carga ruso a la base polar Union Glacier Camp.
Una vez el pelotón internacional aterriza en el continente helado, la organización del Antarctic Ice Marathon lanza la carrera cuanto antes pues el clima en los 80º de Latitud Sur es una lotería. Allí el sol no se oculta en esta época del año por tanto las actividades que se emprendan no son alteradas por la oscuridad. Esto quiere decir que aunque las condiciones atmosféricas sean relativamente adversas el maratón se pone en marcha porque en el continente antártico todo es empeorarle. No obstante, salvo en contadas excepciones a lo largo de estas 14 ediciones las condiciones meteorológicas han sido benévolas con los corredores. Entendiendo como benévolas temperaturas bajo cero y vientos no huracanados.
El recorrido de los 42 kilómetros del maratón, prácticamente plano, es trazado en los alrededores de la base polar Union Glacier Camp y las montañas Ellsworth. Esta base está operativa de noviembre a enero y su principal cometido es dar apoyo logístico a los alpinistas que se dirigen Monte Vinson (4.897 m), la montaña más alta de La Antártida, y a las expediciones que van al Polo Sur. Este asentamiento temporal se compone de tiendas de campaña, carpa/comedor/bar, enfermería y contenedores para diferentes usos.
Trofeos a bajo cero
Las condiciones meteorológicas en esta edición han sido exigentes. A la baja temperatura y el traicionero viento, siempre presentes en estas latitudes, se sumó una copiosa nevada que mermó la visibilidad e hizo que los corredores tuviesen que avanzar sobre farragosa nieve fresca. Lógicamente esas dificultades condicionan los tiempos finales de los participantes. Para hacernos una idea, los records del Antarctic Ice Marathon en posesión del corredor checo Petr Vabrousek, 3:34.47, y la corredora británica Fiona Oakes, 4:20.02, están en torno a una hora y cuarto por encima de sus respectivos cronos en maratón de asfalto.
Haciendo frente a la tormenta de nieve y a la suma de kilómetros, los pódiums y clasificaciones del Antarctic Ice Marathon 2018 se fueron completando sin ningún abandono. Vencedor, el polaco Piotr Suchenia, 3:49:18, seguido del australiano Isaac Thyer, 4:19:00, y el austriaco Alexander Rudiger, 4:31:57. Por su parte, el pódium femenino lo ensamblaron la lituana Roma Puisiene, 5:03:32, por delante de la australiana Natalie Arnold, 6:15:14, y la india Gurmeet Soni Bhalla, 6:55:46. Diez corredoras participaron en el maratón.
En paralelo al maratón se celebró el White Continet Half Marathon, medio maratón, con el corredor neozelandés Ben Comesky, 2:32:30, y la corredora canadiense Monica Dauen Hauer, 2:40:39, en lo alto de sus respectivos cajones.
Seven Continents & Grand Slam Marathon
A los cazadores de retos y corredores aventureros hay que recordarles que quienes completen un maratón, o carrera de mayor distancia, en cada uno de los siete continentes del planeta: África, Asia, América del Norte, América del Sur, Europa, Oceanía y La Antártida, entran a formar parte del selecto Club Seven Continents Marathon. Y si además completan el North Pole Marathon, celebrado en el Polo Norte Geográfico -Océano Glacial Ártico-, se obtiene el exclusivo Grand Slam Marathon. Unos desafíos deportivos complicados de afrontar por su dimensión geográfica y por el necesario presupuesto o patrocinio.
Tras la jornada de descanso posmaratón, el avión ruso que tenía que evacuar al pelotón de corredores de La Antártida acumuló un retrasó cinco días debido a la fuerza del viento. Incluso algunas instalaciones de la base sufrieron daños. Un contratiempo que, como algunos de los participantes informaron, no fue problema ya que la base polar contaba con suficiente reserva de cerveza.