Alex Txikon se recupera en el CB de "los tres días más al límite" de su vida
Alex Txikon descansa ya en el campo base de la cara norte del Kangchenjunga, junto al resto de compañeros de expedición. El alpinista de Lemoa ha llegado al mediodía a su ‘hogar’ durante el último mes, y del que partió hace casi una semana con el objetivo de hollar la tercera montaña más alta del planeta (8.586 m.). En este tiempo, Alex ha vivido una dura experiencia –“los tres días más al límite de mi vida”- que ha decidido contar el primera persona.
Miércoles 14
Salimos del campo base. En un primer grupo vamos Adam [Bielecki],Dima [Dmitri Sinev] y yo. El plan es que al día siguiente día siguiente lo hagan Artium [Artem Braun] y Denis [Urubko], y vengan un día por detrás para intentar reunirnos todos el 17, el día que teníamos previsto equipar hasta los 7.500 metros y previo al ataque a cumbre. El día 14. Llegamos al C-1, a 6.000 metros, justo en la base de la pared que lleva al collado norte.
Jueves 15
Un día duro y largo. Llegamos al collado norte, a 7.050 metros. Hasta aquí todo correcto y bajo control, dentro de lo que cabe. A partir de aquí empieza la hora de la verdad.
Viernes 16
Salimos muy cargados a intentar llegar al hombro (7.500 m.). Pero no pudo ser, así que plantamos la tienda a 7.250 metros y Adam y yo salimos a equipar los metros que podamos hacia arriba para quitarnos trabajo del día siguiente. Adam asume la responsabilidad escalando de primero y yo cargando detrás, mientras Dima nos espera en la tienda. Luego escalo yo un largo precioso y durísimo, de 70 metros y una dificultad en roca de al menos 6a. Lo escalo en libre y no veáis lo que me costó al día siguiente repetirlo a jumar. Tras equipar tres largos descendemos a la tienda, después de más de 12 horas de actividad.
Sábado 17
Llegamos o llegamos al hombro. No nos planteamos otra opción. De nuevo toca desmontar tienda, recoger todo, llenar la mochila, etc, etc… Salimos pronto hacia el hombro, remontamos lo fijado el día anterior y llega mi turno. Me toca escalar un primer largo no muy difícil, aunque… ¿a esta altura hay algo que no lo sea? ¡Todo es terriblemente difícil!.
El segundo largo es el más expuesto. Paso miedo. Y ya en el tercero, tras 3 o 4 metros verticales aparecen unas cuerdas viejas a las que me agarré lo que pude pese a ser consciente de lo peligroso que es, pero… ¿a 7.500 qué no es peligroso? Finalmente, tras otra larga jornada de 12.horas, instalamos el definitivo campo 3 a 7.600.
Cuando estamos acabando de mobtarlo, de repente… ¡Qué alegría!... Oigo la voz de Denis. ¡Qué bien! El plan ha salido perfecto. Como lo hablamos en el base. ¡Increíble!. Intentaremos cumbre en unas horas todos juntos.
Para Adam, Dima y yo las dos jornadas anteriores han sido quizás demasiado duras como para intentar cumbre en apenas unas horas, pero en montañas como estas, estando tan altos, no se pueden desaprovechar las oportunidades. Así que todos ‘pa’ cumbre.
Domingo 18
Adam, Dima y yo salimos desde algo más bajos a las dos y veinte de la madrugada. A las tres nos juntamos con Denis y Arteum. Llegamos todos juntos hasta la base del cruasán, prácticamente a 7.850 m., y llegan las primeras dudas: hay hielo vivo y bastante vertical, al igual que en toda la ruta. Parece que el ataque a cumbre, aparte de muy vertical, es muy muy peligroso. El mínimo error conlleva caer 2.500 metros. Dudo ,me quedo con Denis y Arteum. Finalmente, Adam y Dima regresan, es decir, bajan como 75 metros y nos reencontramos todos. Debatimos y finalmente decido a subir con Adam y Dima, mientras Denis y Arteum se dan la vuelta.
Superamos la primera zona peligrosa y, de nuevo por un largo couloir muy muy tieso de 60 o 70 grados, llegamos a un primer resalte. Lo superamos por la derecha y fijo la cuerda. Un segundo largo para Adam.y, de nuevo a pelo, llegamos a una zona de roca muy vertical. Parece que desde aquí en travesía podremos llegar al collado de los gendarmes. Dima pasa primero la zona de roca. Tras el voy yo y, de pronto, me encuentro un cuerpo semienterrado. Me había ocurrido antes pero no como hasta entonces. Estaríamos en la cota 8.000, y un escalofrío recorre mi cuerpo. ¿Por qué será? ¿Nosotros también podemos acabar así? ¿Es por eso? ¿Nuestra apuesta es quizás lo suficiente arriesgada para como acabar a sí? Giro la cabeza, aprieto los dientes e intento no perder concentración.
Vamos justos de tiempo y algo lentos. Creo que Adam me insinúa tres o cuatro veces para que dejemos nuestras mochilas, ya que llevamos mucho peso para intentar hacer la travesía y bajar por la vertiente Sur. Pero no le hago caso. No me preguntéis el porqué de mi cerrazón. El objetivo de la cumbre y la travesía no me dejaba pensar. Simplemente escalaba y ganaba metros con mucho peso. Mi objetivo estaba en el collado, para dejar allí las mochilas y llegar a la cumbre. Hasta que a hacía las 4 de la tarde más o menos, Adam me paró los pies. Y con razón. Fue la decisión perfecta, o creo que hicimos lo correcto. Nos dimos la vuelta y emprendimos el descenso. Estaríamos por encima de los 8.400, casi 8.500 porque teníamos a nuestra altura la cima del Yalung Kang.
Y es el momento en el que me veo vivaqueando a 8. 500. Creo que gracias a Adam hicimos lo correcto y salvamos nuestras vidas. Apuramos demasiado, pero en montañas como estas, y tan sólo 5 personas, la apuesta es arriesgada. Anochece y baja la temperatura, estamos cerca pero lo peor está por llegar. Adam desciende muy rápido, yo voy tras Dima e intentó cramponar lo mejor que puedo. o lo que las fuerzas me permiten.
De repente, sobre los 7.900 más o menos, dejo de ver la frontal de Adam. Calculo el punto en el que dejo de verle, llegamos y empiezo a gritar su nombre. No le oigo. Pienso “se ha caído y se ha matado, no...no....joder”... De pronto veo algo… ¡Es él haciendo luces con el mechero! Y oigo su voz. No se lo que ha sucedido, pero estoy seguro de que ha caído. En efecto, hora y veinte minutos después llegamos hasta su posición. Ha perdido la frontal y está hipodérmico. Intentó animarle, como me ha sucedido en otras ocasiones. Pero a pesar de su aspecto me doy cuenta que no hace falta reanimarle ni nada. No ha entregado su cabeza. Dima ata sus crampones ,y nos ponemos de nuevo en marcha. Lo que le pasó es que se sentó a esperarnos, se relajó, patinó como 100 metros y no sabe cómo pero logró parar. Un milagro. Uno entre un millón.
Qué curioso. Creo que Adam nos salvó la vida dándonos la vuelta a 8.500 y ahora nosotros se la hemos salvado a él. Está con mucho frío y le dejó la frontal para que se adelante a la tienda. Pero según le doy la frontal, el que se queda jodido soy yo. ¡Joder! doy dos pasos por un terreno peligrosísimo detrás de la sombra de Dima, y ¡joder! es que no veo nada. ¡Estamos perdidos! Creo que tras la caída de Adam hemos perdido mucha altura, y no encontramos la tienda. Gritamos y …. ¡Eeeeooohhhhh! Denis y Arteum nos hacen señas… Parece que llegamos… Si, estamos en las tiendas… son las doce y media de la noche. ¡Estamos a salvo!.
Lunes 19
Finalmente y tras pasar mucho miedo y estar vivos de milagro, los tres llegamos a las tiendas. Me meto en una con Denis, que parece que mañana lo quiere intentar. Y así és. A las 5 y diez de la mañana sale para cumbre y tan sólo 4 horas y media más tarde llega a la cima. ¡Increíbleeeee! ¡Denissss, súper Denis! Eso solo está a la altura de muy muy pocas personas.
Mientras, el resto descendemos en dos grupos. Arteum y yo y Adam y Dima. Nosotros somos los primeros en llegar al C-1. Más tarde lo hace Denis, que baja de la cumbre a velocidad supersónica y ha adelantado incluso a Adam y Dima, que son los últimos en llegar. ¡Qué alegría! Estamos todos sanos y a salvo por que la cosa estuvo recia y se pudo complicar mucho. ¡Todos en el C-1 y con la cumbre!. Estoy feliz, muy feliz pero apenas tengo fuerzas. Me queda muy poca.
Martes 20
Hoy hemos madrugado muchísimo y hemos llegado antes de mediodía al campo base. No os podéis pensar lo al límite que hemos estado. Han sido los tres días más al límite de mi vida. He llegado muy cansado, pero también muy, pero muy contentó de lo que hemos hecho. Ahora me empiezo a sentir vivo de nuevo. Me duelo mucho el pie izquierdo. Ahora me toca mirarme lo que tengo. Es la segunda cosa que voy a hacer recién llegado al CB. No os vais a creer cuál es la primera. No es ni agua, ni una coca cola, ni comida a pesar de llevar tres días sin comer. Es curioso, pero desde las 5 de la mañana hay una canción una canción que me está dando vueltas en la cabeza. Una canción que en los momentos de flaqueza me ha hecho apretar los dientes y seguir adelante. Y llegar hasta el campo base: ‘Oreka’ del grupo Berri Txarrak. Y así ha sido. Y ahora sí, ahora toca mirarme el pie izquierdo.