Las fallas del Pirineo inician el camino para ser Patrimonio de la Humanidad
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El procedimiento iniciado supone que la declaración va a someterse durante un mes a información pública, para recoger las alegaciones que se estimen oportunas, y, según se observa en las bases, deberá resolverse en un plazo máximo de 18 meses a partir de su publicación en el Boletín Oficial de Aragón (BOA).
El proceso llevará a declara Bien Catalogado Inmaterial las celebración que realizan la noche del 23 de junio las localidades de Sahún, Bonansa, Laspaúles y Montanuy, en la comarca de la Ribagorza, y San Juan de Plan, en Sobrarbe. Pero el proyecto en el que llevan trabajando tiempo estas localidades implica a otras localidades de Cataluña, Francia y Andorra que también celebran con fuego el solsticio de verano, para que todas ellas en conjunto sean declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
La intención es presentar la candidatura a la Unesco a lo largo de este año y los implicados destacan como puntos a favor la unión y voluntad de todas las localidades implicadas y el hecho de que sea una propuesta en la que participan tres estados, España, Francia y Andorra. En Aragón, las localidades implicadas mantendrán una reunión a lo largo de este mes para coordinar los siguientes pasos a dar, aunque las tareas municipales ya están casi completadas.
Fallas
Las fallas o fiestas del fuego del solsticio de verano del Pirineo se celebran, en general, la noche del 23 de junio, víspera de San Juan – en el Pirineo catalán se celebran a lo largo del mes de junio- y tiene el fuego como eje central de la celebración. El fuego es un elemento que simboliza en la mitología popular precristiana el poder generador del sol en el día más largo del solsticio de verano y representa la renovación o regeneración de la vida.
Las fallas, aunque en cada lugar tienen sus propias peculiaridades, tienen, en líneas generales, un mismo guión. La celebración se inicia con la subida de los vecinos a los montes próximos para talar un árbol. Los troncos obtenidos serán cortados, vueltos a plantar y se prenderán con fuego convirtiéndose en los faros. Las ramas sirven para confeccionar las fallas, falletas o antorchas con las que los vecinos, una vez encendidas con los faros, descienden hacia los pueblos.
En ese recorrido, los jóvenes hacen girar las fallas sobre sus cabezas para trasmitir las propiedades purificadoras del fuego original a todo lo que les rodea. Una vez en el pueblo, los ritos son diversos, desde recorrer las calles con las fallas encendidas hasta danzar alrededor de una gran hoguera, pero en todos se celebra la regeneración de la vida a través del fuego, creando imágenes espectaculares y llamativas que atraen cada vez a más curiosos y visitantes.
Información de Pirineo Digital