¿Por qué se producen los aludes?
Las avalanchas de nieve que tienen lugar en las montañas no obedecen a una única causa, si bien es condición necesaria que previamente se haya depositado sobre el terreno un manto nivoso de considerable grosor, fruto de varias nevadas abundantes.
Los aludes tienen lugar como consecuencia del deslizamiento de nieve nueva sobre el manto antiguo o el desprendimiento de éste debido a la sobrecarga provocada por una nevada reciente. La nieve al situarse sobre la pendiente de una montaña se comporta como un líquido viscoso que fluye hacia abajo bajo la acción de la gravedad. En el manto nivoso se produce un equilibrio mecánico entre las distintas fuerzas que actúan sobre él (el peso de la nieve frente al rozamiento, la cohesión interna de la nieve y el anclaje de la misma al terreno), de manera que si por alguna causa se rompe dicho equilibrio, se desencadena el alud. La mayor o menor estabilidad d e los diferentes estratos que forman el manto de nieve es un factor crítico. También resulta decisiva la naturaleza y el perfil del terreno.
Existen tres tipos principales de aludes: los de nieve reciente, los de fusión y los de placa. Cada uno de ellos obedece a una causa diferente y presenta sus propias características. Los de nieve reciente son los más peligrosos y se producen después de
nevadas intensas. Son debidos a la perdida de cohesión de la capa superficial del manto nivoso, como consecuencia de una sobrecarga de nieve, mal asentada. Los de fusión se producen como consecuencia de un ascenso brusco de temperatura, y son típicos de primavera. Por último, los de placa se deben a la presencia de discontinuidades en el seno del manto nivoso, lo que da como resultado el deslizamiento de las capas superiores. Pueden desencadenarse por la acción del viento, el paso de un esquiador o un ruido sordo amplificado en un valle de montaña.
José Miguel Viñas [Este artículo apareció publicado el 7-5-2013 en el nº 632 del suplemento “Tercer Milenio” del Heraldo de Aragón]