Más de 340 senderistas en la Cruzapedriza

Cada año es más difícil conseguir que los aficionados a la práctica del deporte sean fieles a una actividad, pues la oferta deportiva no deja de crecer. Los corredores y senderistas que habitualmente participan en la Cruzapedriza, dos marchas de 25 y de 10 kilómetros de longitud en el paraje de La Pedriza, tenían que repartirse este año entre el Maratón de Madrid (que incluía un medio maratón y una carrera de 10 kiómetros), el Campeonato de Madrid de Raids 2015 y la amenaza del tiempo.
En esta edición de la Cruzapedriza, contrariamente a la del año pasado, los participantes en la marcha del sábado 25 de 25 kilómetros disfrutaron de una temperatura agradable, incluso en las zonas más altas de la Pedriza.
Los primerizos vivieron unos momentos de emoción en el paso de las clavijas, no apto para senderistas con vértigo, aunque los Bomberos de Madrid estaban ahí para tranquilizar a todos y prestar ayuda si fuera necesario, aunque no hizo falta. Según el facultativo de la prueba, la doctora Pilar Pérez Ferrer, sólo fue necesario atender algunos rasguños y ampollas; vamos, un nivel de lesiones incluso inferior al que podría producirse en el Camino de Santiago.
Aunque nadie se extravió (todos los participantes recibían un mapa del recorrido y había seis puestos de control repartidos en todo el recorrido) había quienes se despistaron por exceso de confianza, pero nada que no se resolviera en unos minutos más de caminata.
Al desarrollarse en el Parque Nacional del Guadarrama, la organización de la Cruzapedriza cuida el respeto al medio y esta preocupación se traduce en una exquisita limpieza del itinerario y su entorno. En el momento de entregar a cada participante la hoja de ruta, también se le entregaba una bolsa de basura para que no tuviera ninguna disculpa a la hora de recoger cualquier desperdicio que generase. Se distribuía agua pero no había vasos ni envases y a las barritas energéticas se les quitaba el envoltorio para evitar tentaciones.
Al regresar al punto de salida en El Boalo, los participantes podían reponer fuerzas gracias a la paella valenciana que la organización había previsto. Asimismo, una novedad, este año, se proyectaban las fotos de la Cruzapedriza que un fotógrafo había hecho durante el recorrido.
En la marcha del domingo 26 de abril a la Camorza, que en principio tenía un carácter mucho más familiar, porque solo eran 10 kilómetros de recorrido y carecía de desniveles destacables, hubo muchas deserciones debido a la lluvia. Ésta hizo su aparición a primeras horas de la mañana del domingo y consiguió que muchos senderistas de la capital madrileña cuando sonó el despertador abrieran un ojo y volvieran a cerrarlo.
Los senderistas más recios, deseosos de saber hasta dónde resistiría el chubasquero de marca que se habían comprado en las rebajas de enero, no se inmutaron y disfrutaron a su manera de la cortina de agua que se abatió sobre la sierra. Todos los participantes recibieron de la organización el regalo una navajita con el nombre de la Cruzapedriza grabado en la empuñadura de madera.
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