“Todo está en la mente, si algo te apasiona y te motiva eres capaz de salvar todos los obstáculos”
La sevillana Lina Quesada alcanzó una nueva cima el pasado 19 de julio, junto a los también andaluces Vera García Gómez, Manuel Sánchez Galindo y el salmantino Francisco Javier Píriz Mato, el murciano Javier Cano Vivancos y el norteamericano de Nicholas Rice. Todos coronaron el Pico Lenin, a 7.134 metros, el mismo día. Conócela a partir de esta entrevista de la Federación Andaluza.
Como toda aventura en la montaña, y en esos parámetros extremos, no fue fácil. Un mes después, la alpinista sevillana comenta su experiencia ya con más sosiego. Aunque eso sí, "fue aterrizar y el lunes, de vuelta al trabajo". Le encantó el Pamir, "unas montañas exigentes por la climatología, las grietas y la orografía del terreno". Asegura que, como en toda expedición, "hubo dudas" porque "no había nunca una jornada sin viento". Al final, "todo salió bien". De la capital de la Giralda al Pico Lenin, de poco más de 20 metros de altitud a 7.314, como antes al McKinley o Ama Dablam, o los ochomiles realizados (Cho Oyu, Gasherbrum II y Everest) ... "Uno de mis secretos es pasar todos los fines de semana en Sierra Nevada con mi furgoneta, aunque nieve o haga viento", asegura, y subraya que, al final, "todo está en la mente, si algo te apasiona y te motiva eres capaz de salvar todos los obstáculos".
Lina, en primer lugar enhorabuena por el objetivo alcanzado, coronar el Pico Lenin a más de 7.000 metros de altitud. ¿Relajada y descansada después de la expedición?
Bueno, es un cambio enorme, volver a España, encontrarte con más de 40ºC y el mismo lunes irte a trabajar –risas-. Volvimos todos contentos, pero de salud regular, ya que el desgaste en las montañas altas se acusa mucho y te afecta a todo: estómago, garganta, nariz, ...
Comentabais a través de los blogs y puntos de información que hubo días en los que todo eran complicaciones. ¿Qué es lo que más te sorprendió de esta experiencia?
Me ha encantado el Pamir. Son montañas exigentes por la climatología, también por las grietas y la orografía del terreno. Muchas son muy verticales y muy técnicas. Nuestra ruta requería un día con poco viento para poder hacer cumbre. Es un factor determinante en esta montaña, ya que si te arriesgas y pruebas el día que no es, ya tienes un gran desgaste físico para volver a intentarlo de nuevo. De modo que hicimos lo correcto, esperamos al día de menos viento y nos salió bien. Esa misma táctica la hicimos en el McKinley hace 2 años y también obtuvimos el éxito.
¿Cómo se desarrolló entonces todo el trayecto, el recorrido?
Desde el campo base al campo 1 es muy largo, ahí pagamos la novatada ya que el primer día que fuimos, nos cargamos como mulas y nos propusimos llevar un porteo al campo 1 y volver en el día al campo base. Al final llegamos sólo algunos y uno hasta se tuvo que quedar a dormir allí porque estaba exhausto para volver –risas, de nuevo-. Empezamos demasiado fuerte.
Del campo 1 al 2, hay que estar todo el tiempo concentrado en las grietas, no se puede bajar la guardia ya que hay muchas y peligrosas. De hecho hubo varios accidentes debido a ellas. Una vez que sales del campo 2 al 3, la montaña ya es exigente por la altura, sales de 5.200 para llegar a 6.100 y ahí se notan los efectos de la altitud, sobre todo cuando llevas un mochilón a la espalda. Son dos pendientes fuertes, pero te dejan tocado. Y del campo 3 a cumbre es muy, muy, muy largo ... Podríamos haber puesto el campo 3 más lejos, pero las condiciones allí, los vientos fuertes, destruyen todas las tiendas, de modo que las pusimos en un buen sitio, resguardado del viento. Pero es mucho desnivel y mucha distancia desde allí a la cumbre. Tardamos entre 12 y 13 horas en ir y volver.
¿Hubo algún momento en que os plateasteis abandonar?
Siempre hay dudas y veíamos que pasaban los días y no había nunca una jornada sin viento. Sí que estábamos algo preocupados, pero al final hicimos el ataque a cumbre sin haber dormido en el campo 3 todavía ninguno. Eso no es aconsejable, sobre todo en un grupo en el que casi ninguno ha estado antes a 6.000 m. Pero lo hicimos, porque si salía mal teníamos días para descansar y volver a intentarlo. De no haberlo hecho así hubiéramos tenido sólo un intento. Al final logramos la cumbre en 11 días. En el Mckinley la conseguimos en 8, en Ama Dablam en 10.... Eso, a veces, sale bien.
Y siempre mirando hacia arriba por tanto.
Sí, siempre pendiente de la meteo, del tiempo, de la nieve, de las avalanchas, ... Nevó mucho cuando llegamos y había gran riesgo de avalanchas, tanto de nieve como de piedras, que también había que tenerlo en cuenta. Allí, durante el día, se alcanzan casi los 40º a pleno sol y el peligro de caídas es importante.
¿Cómo se aclimata Lina Quesada, una mujer de Sevilla donde se superan en estos meses los treinta e incluso los cuarenta grados a estar con falta de oxígeno y a menos ... no sé, menos veinte? ¿Cuál es el secreto?
El ser humano es muy adaptable, puede vivir en el desierto y en los polos, aunque confieso que el secreto de mi entrenamiento es vivir los fines de semana en mi furgoneta en Sierra Nevada, aunque nieve o haga viento o temperaturas bajo cero, allí me verás, como una esquimal dentro de la 'furgo', leyendo con una mano y calentándome la otra para sacarla del saco para pasar la página –risas-. Todo está en la mente, si algo te apasiona y te motiva eres capaz de salvar todos los obstáculos para conseguir tu objetivo.
Entrevista de la Federación Andaluza de Montañismo