«Nos entraron dudas; optamos por hacer un vivac y esperar a que nos rescataran»
«Sabíamos que era cuestión de tiempo. Lo tuvimos controlado en todo momento». Aún con barro hasta en las gafas, exhausto y apabullado por una nube de cámaras de televisión y las máximas autoridades de Cantabria, Alfonso Gutiérrez Gómez no perdió el control que le atribuyen sus colegas y que llenó de confianza a los miembros del dispositivo de rescate de los cuatro espeleólogos madrileños perdidos en el sistema de Mortillano desde el sábado. Se expresaba con esas escuetas palabras tras responder al apretón de manos del presidente, Ignacio Diego, nada más apearse del helicóptero en el campo de fútbol de Ramales de la Victoria. Alfonso, de 45 años de edad, dijo, no obstante, que aunque estaban «bien» la experiencia había sido «dura». A su lado, Joaquín Gómez García, de 33, el más joven de los cuatro espeleólogos, no articuló palabra en un momento de gran emoción. «Enhorabuena», se escuchaba entre los vecinos que no quisieron perderse el momento del aterrizaje con los espeleólogos sanos y salvos, tras un rescate que mantuvo en vilo a una comarca acostumbrada a convivir con aficionados a este deporte y con los retrasos, pérdidas y sustos que a veces conlleva la espeleología.
El esperado desenlace tuvo lugar ayer sobre las 20.30 horas. Media hora antes estaba prevista la comparecencia de Diego en el cuartel de Ramales para informar sobre el dispositivo. Y apenas medio minuto antes de que entrara en el recinto los mandos de la Guardia Civil que le esperaban levantaban sus pulgares, susurraban sonrientes... acababan de recibir ‘la llamada’. Los cuatro espeleólogos estaban al fin fuera de la cueva, tras cuatro angustiosas jornadas perdidos en el subsuelo de Soba, desde que el sábado por la mañana iniciaran la travesía que conecta la sima del Acebo con la cueva Rubicera, de unas 12 horas de duración, y ya no volvieran a dar señales de vida, faltando a una cita que tenían con unos amigos para cenar en el restaurante Coventosa, en Asón, donde se alojaban.
Y, de esa repentina manera, el presidente cántabro pudo informar a los medios de que todo había salido bien y los cuatro estaban en buen estado. «Dos más cansados que los otros dos», dijo Diego, pero todos bien.
Sus compañeros Bruno Martínez Plebel, de 49 años, e Isabel Carrillo Gil, de 33, que «acusaban más agotamiento», enfrentaron la salida tras su rescate con más lentitud y quisieron descansar al salir de la cueva, por lo que no pudieron ser evacuados en helicóptero, ya que al anochecer el aparato no puede sobrevolar las montañas. A éstos les tocó bajar a pie hasta una pista en la que pudieron ser llevados en todoterreno.
Información de Mariña Álvarez para el Diario Montañés