Bravo Restaurant rinde homenaje a la gastronomía mediterránea
Tres Cinco Uno da vida a la esencia mediterránea con su interiorismo para el restaurante Bravo, ubicado en Barcelona. El concepto estético, como no podría ser de otra forma, está ligado al gastronómico. De este modo, en Bravo se quiso representar el ambiente de los pueblos y tradiciones mediterráneas sin necesariamente ser costeros.
Para transportar a esa atmosfera se han empleado elementos tradicionales de la arquitectura del mediterráneo, inspirados en las casas payesas de lasi slas baleares, las masserias del sur de italiana, las masías catalanas y los cortijos andaluces.
Tres zonas claramente diferenciadas
El restaurante presenta tres zonas claramente diferenciadas que se complementan a la perfección. La primera, una terraza llena de flores y plantas campestres, donde los ajos, el romero, la lavanda y una gran pérgola, realizada con persianas de estilo alicantino, captan todo el protagonismo del espacio. El estilo del mobiliario, tanto sillas como mesas, son de aspecto campestre, mezclando los tonos cobrizos y naturales. Todo ello iluminado con lámparas hechas a mano con mimbre trenzado, emulando antiguos canastos.
Desde aquí se accede a la segunda parte del restaurante, una sala luminosa rodeada de una gran carpintería de madera y cristal. Esta sala está presidida por una gran escultura diseñada y elaborada especialmente para el espacio y representa un cap roig. Posiblemente el pescado más emblemático de la gastronomía mediterránea.
A su alrededor convergen elementos que rinden tributo a piezas clave de la arquitectura tradicional del mediterráneo, que flotan en un espacio de tonos neutros. Desde antiguas tinajas de aceite, ahora reconvertidas en luminarias, a enormes vitrinas de cristal que contienen ramilletes de plantas silvestres preservadas.
Los tapizados de los sofás están elaborados con telas de estilo mediterráneo mallorquín. El mobiliario está inspirado en la vivienda de campo tradicional; mientras que las sillas son de paja y madera, las mesas de mármol y madera rústica y los bancos de obra alicatados y encalados.
A través de unos arcos alicatados, con piezas envejecidas, se accede a la tercera y última parte del restaurante, donde unos separadores realizados con madera de pino envejecida y cristal tallado crean espacios más recogidos e íntimos, para poder disfrutar de grandes veladas.
Y como elemento casi escultórico, y de fondo de escenario, se ubica la barra de servicio, que está revestida con lenguas mallorquinas, atrezzada con estanterías con conservas, menaje de cocina y plantas aromáticas, que le confieren un aire entre antigua alacena y cocina tradicional.
Así es cómo, mediante la utilización de diferentes recursos, se ha plasmado la esencia mediterránea en el interiorismo de este restaurante, consiguiendo esta cohesión entre estancias, desde la terraza hasta la zona de baños.
Y por último, pero no menos importante, otro de los elementos que se han trabajado ha sido la creación de la imagen gráfica del espacio. Ésta se ha realizado intentando contemporizar la idea arquitectura de campo interior con un lenguaje renovado y unos colores vibrantes. La obra gráfica recoge imágenes y momentos clásicos de la historia tradicional, ya sea en forma de fotografías antiguas o de murales más contemporáneos, con el firme propósito de evocar la tradición de los pueblos del mediterráneo.