Cocinas de Autor, de Iconno, presenta detalles que convierten cada pieza en arte
Hay una actitud ante la vida que marca la diferencia, que consigue transmitir una sensación de plenitud en cualquier ámbito. Esta no es otra que el perfeccionismo, el interés por hacer las cosas bien, el mimo puesto en cada paso que se da. La preocupación por el detalle no es sino una consecuencia de esta actitud. Casi no se percibe, a no ser que uno sea observador, pero se siente. Hace que un lugar sea más acogedor, más atractivo. Una de las señas de identidad de la firma Cocinas de Autor de Iconno, capitaneada por el reputado diseñador José Hernández Montero, es precisamente esa, el cuidado de cada detalle, de cada acabado para que sea perfecto.
Para ello, cuentan con las piedras naturales más exclusivas, traídas desde las mejores canteras del mundo. Piedras que cada cliente elige en fábrica, para ofrecerle algo único e irrepetible; y que, gracias a la tecnología más avanzada, se pueden cortar en piezas de tan solo 7 mm de espesor y adoptar ángulos imposibles, cargados de belleza, o terminar en esquinas delicadamente redondeadas los frentes de unos armarios que a modo de mural se elevan a piezas de arte.
En Cocinas de Autor, las islas son auténticas esculturas de formas muy sugerentes. Este es el caso de la pieza expuesta en el showroom de Iconno, un trapecio recto negro azabache, de piedra inglete con un voladizo de vértigo. Algo nunca visto, un elemento exclusivo que la firma diseña personalmente para cada cliente, de modo que, como obra de arte que es, se convierta en una isla única. Las encimeras son cepilladas y tratadas con agua para conseguir un tacto sedoso. Las maderas lacadas se pliegan dando forma a fantásticos cajones inclinados y suspendidos, con bases curvas que facilitan su apertura e interiores en pieles ecológicas y que cuentan con costillas magnéticas que se adaptan para acoger con suavidad utensilios de cocina.
Las paredes se cubren con estanterías en maderas nobles iluminadas desde el interior, con la delicadeza de unas luces integradas a la perfección y colocadas en perfiles extrafinos que, además, son totalmente regulables. “El diálogo entre iluminación óptima, composición arquitectónica y materiales nobles como la madera y la piel es el protagonista en todos nuestros proyectos”, añade José Hernández. Los frentes escamoteables se cierran cuando se precisa para ocultar los interiores, y escondiéndose al abrirse, para no entorpecer la panorámica de un interior que habla por sí mismo. En el caso de su mueble bar, esas puertas escamoteables están realizadas en piel con costuras hechas a mano. Porque las propuestas high-tech, en Cocinas de Autor, no riñen con el trabajo artesanal, sino que ambas van de la mano.
Las primeras se hacen patentes en el uso de lienzos de vidrio negro magnético que permiten tener a mano accesorios, cuchillos, etc.; o en la aplicación de un sistema de retroiluminación perimetral que funciona por gestos. Un leve movimiento del dedo permite, encender las luces, apagarlas y regular su intensidad. Conviven con la artesanía, que cobra especial protagonismo por el tratamiento de las pieles, el cuidado de la piedra, etc. A ellas se suma esa magia propia de la firma y que vuelve a aflorar en la combinación de volúmenes que, en el mueble bar, convencen al ojo de que está flotando. Un efecto óptico acompañado por los reflejos y juegos de luces derivados de las encimeras y traseras en vidrio espejo ahumado, que otorgan a la pieza mayor profundidad. Todo está estudiado para que alcance la perfección y convertir la experiencia en un lujo para los sentidos.