“La luz es un material más que te acompaña siempre; es lo que nos permite ver”
Entrevista a Guillermo Santomá, constructor de ficciones utilitarias
Sin ninguna norma ni estilo que le defina, y rodeado de objetos y elementos inverosímiles, Guillermo Santomá nos recibe en su taller de Cornellà de Llobregat (Barcelona). Convertido en un referente del diseño industrial y del interiorismo, entiende su forma de trabajar como un cúmulo de vivencias y experiencias que han dado un resultado difícil de etiquetar y catalogar. En definitiva, Santomá es un todo de muchas cosas.
Guillermo Santomá, artista de ficciones utilitarias. Foto: José Hevia.
Para empezar, ¿qué te llevó a estudiar arquitectura y diseño?
Yo empecé y acabé diseño, pero nunca terminé arquitectura. Para mí es una relación de amor/odio. Está claro que todo parte de una arquitectura, pero de una arquitectura desengañada, como si la premisa fuese partir de una arquitectura que no es posible, como si fuera una negación de la arquitectura. Entonces, dónde la arquitectura busca solidez, tú buscas algo más efímero. Siempre te vas situando en el lado contrario, pero a la vez, existe un diálogo importante y unas referencias que siempre están ahí. Pero sí, para mí la arquitectura es un amor/odio.
'Chandelier'. Foto: José Hevia.
Entonces, ¿cómo ves la arquitectura y el diseño a día de hoy?
Considero que la arquitectura y el diseño han sido un fracaso. Es como si nos hubieran vendido algo que realmente no ha sido; la modernidad prometida nunca se ha llegado a alcanzar, con cualquier nombre que se le haya puesto. Para mí, el resultado es que todo ha sido como un desengaño. Ahora, vivimos en el Antropoceno, o ‘capitaloceno’ como le llaman algunos expertos, y es una época en la que nos toca trabajar con unas ruinas súper sólidas, pero, de alguna manera, intentando ser a la vez genético y biotransversal. Se trata de encontrar esa transdisciplina o algo más diferente.
Instalación 'Darial'. Foto: José Hevia.
La gran mayoría de las personas necesitamos algún tipo de inspiración, ¿qué te inspira a ti? ¿Arquitectos, diseñadores...?
Ahora mismo me interesa más la literatura. Pero me parece un proceso normal. Al final ya has visto mucho, pero llega un punto en el que intentas que la imaginación vaya por otro lado y trabajas más la memoria. De hecho, hay referentes que te das cuenta que los entiendes un tiempo después, o textos que lees que los vas comprendiendo con el tiempo, no el mismo momento. Creo que incluso cuando tú mismo haces algo realmente también lo comprendes un tiempo después.
En la aproximación siempre hay un ‘zoom in’ y un ‘zoom out’, ver algo muy cerca y de repente verlo muy lejos, que hace que todo se vaya construyendo más a partir de una especie de capas.
Ahora mismo no podría afirmar que tenga algún referente o alguna inspiración. Ahora estoy más aficionado a la ciencia ficción, las películas de Cronemberg, la filósofa feminista Donna Haraway y su Manifiesto Cyborg, también mucha ciencia… Como una aproximación, cada vez más amplia, y salir un poco de lo establecido.
Instalación 'Darial'. Foto: José Hevia.
Al final, todo lo que vives y lo que te envuelve influye...
También ayuda hablar constantemente con los integrantes del estudio y ojear libros. Los materiales también influyen, todo lo que tienes alrededor, lo que vas acumulando y vas viendo. Entonces, tu trabajo cada vez se vuelve más personal y más social, porque tienes más capacidades y más herramientas para decir, hablar o contar. En el fondo, considero que un proyecto es como si contaras una historia.
'Side'. Foto: José Hevia.
Más allá de estilos y tendencias, ¿cómo definirías tu trabajo?
Siempre está relacionado con una pregunta, es una búsqueda continua, como si fuera esa continuación del camino. Nunca hay una respuesta concreta, pero sí unas preguntas más o menos repetidas. Mi trabajo es una manera de expresión muy ligada a la cultura, una respuesta al ser humano, como si buscaras intentar averiguar quiénes somos y de dónde venimos.
Siempre ronda la idea de algo místico, pero a la vez materialista. Últimamente lo defino con la idea de compost: todos somos compost y la obra también. Por eso, lo que me interesa son los procesos y cómo todo se convierte en biomasa, esas ideas que se convierten en energía. Como si al final todo fuera mierda de vaca, de la que después se extrae energía o electricidad. Me interesan esas relaciones de vida o muerte, de bacterias y partículas que se toman forma, y en el fondo también tienen su discurso porque se deben hacer sus propias preguntas, es una vitalidad.
'Side'.
Tienes pasión también por la escultura, ¿de dónde te nace y qué significado tienen? ¿Qué relación tiene con los materiales?
Tengo la idea de no repetirme, siempre intento aproximarme de forma diferente, usar materiales distintos… Siempre que acabamos un proyecto, pensamos cual será el siguiente material. Pero, en el fondo, todos están relacionados porque forman parte de ‘desechos’, de materiales industriales, como si fuera una postindustrialización. Al final, llega un momento que da igual el material porque en construcción es lo mismo usar un ladrillo que un váter hecho, las dos cosas son unas piezas industrializadas. Un váter, una baldosa, un trozo de foam… es el material de la construcción lo que forma el cuerpo de esa construcción y los vas adoptando. En la escultura siempre hay una aproximación a la construcción.
Eso es la escultura al final, una conversación de los materiales. Escultura no deja de ser una palabra para definir algo, pero a mi me interesa más la construcción porque es más amplio, entender la construcción como un objeto en sí mismo.
Instalación 'Copenhague'. Foto: José Hevia.
Hablas de construcción... ¿Qué relación tienes con ella?
Yo he crecido con la figura del ‘obrero español’. Empecé en la construcción y trabajando para ella, viendo ladrillos y cemento, haciendo instalaciones eléctricas y observando como son esos procesos. De alguna manera son como los desechos, como si construyeras con los desechos de la arquitectura, del fracaso de la arquitectura. El resultado son nuevas piezas mucho más híbridas y que se podrían contextualizar en cualquier espacio, como algo natural o artificial. Una de las bases y características de mi trabajo es eso mismo, construir con materiales sobrantes de obras anteriores.
Cuando creas, ¿piensas en el uso?
Sí, y eso es totalmente antiescultórico, intento que todo se pueda usar. En mi trabajo, el uso siempre está presente porque me interesa la interacción y que la gente pueda tener lo que hago de la manera que quiera.
Para mí, el uso también es solo mirarlo, siempre está muy al límite; te provoca a tocarlo, a entender cómo está construido… Al final, el uso va más ligado a eso, más a esa provocación que al propio uso. Pero que tenga forma de ‘algo’ que puedas definir en si también es una provocación.
Toiletsink. Foto: José Hevia.
Si hablamos de luz, ¿qué papel desempeña en tus proyectos? ¿Qué significa para ti y como la trabajas?
Es como un material más. Es un material que te acompaña siempre porque la luz es lo que nos permite ver. Es la manera más natural de que los objetos puedan ser. Es, además, el material que más se usa porque al final es el más necesario para poder hacer que las cosas funcionen. En arquitectura se usa porque con el simple hecho de abrir un agujero o colocar una ventana ya estás trabajando con la luz. Incluso cuando pones una bombilla, estás trabajando con ella.
Personalmente, a mí me interesa la luz como material. Entonces, todo lo que hemos dicho antes sobre la aproximación se puede aplicar también a la luz como parte de una construcción, una provocación, una continuación, etc. Tiene también un componente decorativo con el que hay que ir con cuidado, la luz es peligrosa. El peligro es lo que lo hace bonito, te remarca, te hace no olvidar lo que es.
¿Qué significa la luz para ti?
Como todos los materiales, no le doy un punto principal ni creo que tenga más fuerza que otros. Quizás la luz es algo más fácil de entender, pero porque estamos más acostumbrados a ella. Es igual que dibujar o escribir, es algo que aprendes a hacer de pequeño. Al final la luz forma parte de nuestras vidas desde que abrimos los ojos. Es más atmosférica, crea espacios en sí misma, pero no me la imagino como mi material preferido. La veo como un complemento.
Instalación 'La Fi del Món'. Foto: José Hevia.
Hablas de creación de espacios...
Instalación 'Espacio Simon' en CasaDecor 2018. Foto: José Hevia.
Para ti, y en tus obras y proyectos, ¿prevalece más lo estético o lo conceptual?
No puedo separarlo, no es posible, igual que la forma y la función. No es que no pueda elegir, es que no puedo diferenciarlo. Trabajamos mucho lo conceptual, pero en un marco muy abierto. No creo que a todas las piezas se les otorgue un concepto, sino que ya por el simple hecho de ser piezas tienen un concepto. El concepto no es algo que añades, ya lo tiene. Igual que la forma, no puedes añadirla porque ya la tiene. Entonces, hay un punto en el que se juntan las dos cosas y cuando mejor sea esa unión mejor podríamos decir que es la pieza, pero no me prevalece ninguna.
Esto se ve en todo en la arquitectura. Resuelves las cosas con geometría, todo no deja de ser geometría y es una representación de algo visto por el ser humano.
Instalación 'Espacio Simon' en CasaDecor 2018. Foto: José Hevia.
Casa Horta es uno de tus proyectos estrella, un icono del diseño moderno, ¿en qué consistió la intervención artística y arquitectónica de Casa Horta?
Nace de la idea de la construcción, del momento en el que estaba. En aquel entonces trabajaba con los chicos de una fundación, teníamos una cuadrilla y nos dedicábamos a temas de construcción como arreglar baños, hacer bañeras, duchas, a impermeabilizar cubiertas, a pintar pisos, a poner parqué… Entonces se juntaron dos cosas: mi dilema con la arquitectura y la construcción.
Realmente es una intervención muy pequeña, muy específica. Aunque se tiran varias paredes, sobre todo se trabajó la escalera y las zonas de aguas, tanto la cocina como el baño, que sí son unas piezas propias. Además, se usó el color para formar parte del conjunto.
Casa Horta. Foto: José Hevia.
Pero en Casa Horta si que hay un sentimiento del lugar o de material, por eso se puede decir que es algo más especifico, una construcción especifica, porque está muy ligada a su entorno y toda la construcción está para enfatizar ese entorno. Forma parte del tiempo pero, a la vez, borra las líneas del tiempo. Ves que es antiguo pero, una vez dentro, ya no diferencias lo nuevo de lo antiguo.
Después, la pintura también forma parte de ese acto decorativo y casi matérico, las puertas están pintadas a mano, hay un cielo dibujado... Teñir cada habitación de un color hace parecer que hayas intervenido en todos lados, que hayas construido, pero en realidad no es verdad, es más una materialidad que te has puesto de tu lado.
Casa Horta. Foto: José Hevia.
Casa Horta. Foto: José Hevia.
El color es uno de los aspectos más destacados de la intervención, pero, ¿juega también la luz un papel especial?
Completamente. Otra vez no se puede separar la luz del color. El color existe porque está iluminado y la casa funciona con luz natural y también con luz artificial. Las propias escaleras pintadas de blanco se usan de lucernarios, se usan mucho los contrastes de colores oscuros respecto al blanco para enfatizar esa entrada de luz. También se emplea la geometría, al estar cortada y rota implica que entre la luz y, además, muchos tabiques no llegan arriba y se cuela la luz.
Lo más significativo es el cielo pintado, lo que resume un poco todo, porque resume la artificialidad y la naturalidad. A final, el color y la luz también son una representación de un espacio por eso no puedo separarlos de su geometría, porque forman parte de ella.
Casa Horta. Foto: José Hevia.
¿Qué diferencia a Casa Horta de la intervención en el Museo de Cerralbo, uno de tus últimos proyectos?
Tanto Casa Horta como la intervención en el Museo de Cerralbo están conectadas porque los dos espacios tienen un tiempo, aunque no sea el mismo. Casa Horta es del siglo pasado, mintras que el palacete de Madrid es novecentista y neoclásico. En ambos lugares se añaden cosas completamente nuevas, en entornos totalmente antiguos. Tanto en Horta como en Madrid se juega con el marco temporan.
Se diferencian, totalmente, de una galería de arte, por ejemplo. Las galerías son totalmente neutras, como cajas blancas, para conseguir que la obra expuesta nunca desentone. No tienen tiempo, no tiene un marco temporal y tampoco lo buscan, buscan lo contrario; son algo inconexo, una caja donde no existe ninguna dimensión.
Intervención en el Museo de Cerralbo. Foto: José Hevia.
Intervención en el Museo de Cerralbo. Foto: José Hevia.
En tu trayectoria, ¿hay algún proyecto especial que destaque por encima de los demás?
Intervención en el Museo de Cerralbo. Foto: José Hevia.
Además de todo lo que hemos comentado, también escribes ficción con el objetivo de hacer reflexionar sobre la importancia del arte. ¿Cómo surge esta faceta?
Porque antes de construir quería ser escritor. Mi base siempre ha sido la escritura y es algo que se ha ido dando. La escritura está muy atada a la construcción. Si no estaba dispuesto a construir, que era lo que me pasaba antes, tampoco podía escribir. Pero, ahora que sé construir y he aprendido, me resulta mucho más fácil tomar lo que hago y pasarlo a un papel. A veces, en el fondo pienso que todo lo que hago es para poder escribir. Para escribir tienes que entrar en diálogo y qué manera mejor que estar trabajando y estar viendo cosas. Me interesa la escritura, pero por la imaginación y el poder romper las barreras. No quiero estar cerrado a nada y la escritura es algo que te abre, que la gente puede leer y entender.
En el fondo, la gente se confunde mucho, porque no sabe bien lo que eres, es muy difícil de etiquetar y eso no gusta, pero a mí es lo que me interesa. Nadie me hace caso porque he dicho tantas cosas… Pero tampoco tengo miedo a dejar todo esto, me veo yendo donde me lleve la vida e intentando seguir pensando y reflexionando. Entonces, la escritura ahora me abre otra capa.
Intervención en el Museo de Cerralbo. Foto: José Hevia.
Para terminar, a modo de reflexión, ¿qué es para ti arte?
El arte es todo. El algo confuso, pero cuanto más cerca estás del arte más lo rechazas, te das cuenta de que tiene unas connotaciones que no son interesantes. Yo creo que arte es como intentar reflexionar sobre algo que todo el mundo vive, pero de otra manera. Pero a mí, realmente, no me interesa el arte, me interesa la vida.
Si nos olvidáramos de la palabra arte y de las connotaciones que tiene, podríamos hacer arte. Para hacer arte, primero, lo que tienes que pensar es que no existe, que nos lo hemos inventado y que forma parte de un discurso. Es tomar ese discurso e intentar llevarlo a otro lado. También, a la vez, da pena ver como ese discurso a veces se toma y no se hace bien uso de él, no se hace buen uso de la palabra arte.
Hoy en día cualquier cosa es arte y, en el fondo, ya está bien que se piense eso, es un buen inicio, pero igualmente eso es pura postura, porque en realidad no todo el mundo expone en un museo… pero claro, ahí cambia la idea, exponer en un museo no es arte, no todo lo que se expone es arte, es subjetivo. El arte es una casualidad a la que todos podemos acceder, no sabemos como y a veces lo hacemos sin querer, pero no está nada relacionado con exponerse, por ejemplo. Alguien que se dedica a las finanzas puede hacer arte. Ojalá los políticos hicieran más arte…
El arte es algo a lo que no has de pensar en acceder, igual que tampoco puedes llamarte artista, es algo que la gente tiene que ver en ti. No aspiras a ello, porque en el fondo el arte te importa tres narices. El arte es resultado de unas apreciaciones, te considera artista a quien le gusta lo que haces, sino no. Aceptarte y saber quien eres es lo que te hace más artista.