Hogar y trabajo: espacios que evolucionan con las personas
El ciclo ‘Interiores del siglo XXI’ organizado por el Roca Madrid Gallery y comisariado por Miguel Barahona, ha celebrado ya sus dos primeros encuentros con un gran éxito de asistencia. La primera sesión ‘Nuevos espacios domésticos’, que giró en torno al interiorismo de la vivienda, contó con Pablo Jaraute, filósofo, profesor y director de Enseñanza y Aprendizaje del IED Madrid; Manuel Ocaña, de MO Architecture y Thought Production Office; y Rocío Pina, arquitecta de Enorme Estudio.
En el segundo encuentro del ciclo, ‘Claves del nuevo espacio de trabajo’, participaron Teo Manzano, director de Marketing y Desarrollo de Producto de Steelcase; Diana do Rio, arquitecto y directora de Diseño en Quanto Arquitectura; y Mariano García, arquitecto y director nacional de Design&Build en CBRE Arquitectura.
La vivienda se entiende como un lugar de cambio y experimentación donde descubrir nuevos conceptos como por ejemplo la forma de relacionarse con el paisaje y de ocupar el lugar de manera diferente. Se pueden encontrar viviendas que cuestionan la distinción entre interior y exterior, proponiendo nuevas formas de relacionarse, no solo con el resto de habitantes sino también con la urbe. De esta manera, conceptos tales como intimidad, espacio común, familia y comunidad toman otra dimensión y se plantean nuevas formas.
Miguel Barahona apuntó que “la vivienda siempre ha sido un laboratorio donde probar conceptos que luego se podían ir aplicando a otras obras de mayor envergadura”.
Se trata, en definitiva, de construir casas que son únicas y personales, divertidas y lúdicas. Es el reto para el futuro, y por ello aparecerá la palabra ‘nuevo’ como sinónimo de todo aquello que está por venir.
Si se tienen en cuenta los modos de vida (educación, sanidad, trabajo, movilidad) entran en juego disciplinas como la antropología, la sociología, filosofía, la teoría o la cultura del diseño. En cualquier caso, y a día de hoy, resulta más interesante formular una pregunta que dar una respuesta y eso es, precisamente, lo que hace el diseño, formula las preguntas adecuadas para poder construir y comunicar los nuevos modos de vida.
Como comentó Jaraute, “el diseño articula relaciones y proyecta nuevos modos de vida (que incluyen la educación, la sanidad o el trabajo)”.
En un tiempo como el nuestro marcado por el cambio y las interacciones, el diseño se erige como una herramienta de innovación capaz de generar nuevos cambios y de implicar a nuevos actores.
Principales conclusiones del segundo encuentro
Los ponentes del segundo encuentro comentaron que, para aproximarnos a los cambios que se han producido en los lugares de trabajo, es importante tener en cuenta la irrupción de la tecnología, ya que ésta ha cambiado nuestra forma de trabajar y ha dejado obsoleta la antigua disposición de los trabajadores, haciéndose todo cada vez más móvil.
El objetivo es, por tanto, el de diseñar espacios de colaboración donde las personas tengan sitios para poder trabajar juntos de diferentes formas y en el que, al mismo tiempo, se puedan sentir identificados con él. A esto hay que añadir el hecho de que los espacios de trabajo tienen un fin: buscar la rentabilidad, la eficiencia, la innovación, siendo esta última una de las principales preocupaciones en la mayoría de las empresas.
Un aspecto importante para el diseño de espacios de trabajo es considerarlos casi como un hogar, donde las personas puedan relacionarse, teniendo en cuenta las diferencias entre cada una de ellas. Es necesario que la persona que ocupa un espacio se encuentre cómoda en él, pues tal y como afirmó Diana do Río, “la psicología laboral ha demostrado que el bienestar de los empleados depende proporcionalmente de la estética, el entorno laboral y la funcionalidad”, de manera que existe una relación directa entre cuestiones como la motivación, el rendimiento y la salud de los empleados que repercutirá en su productividad y, por tanto, en el de la empresa en cuestión.
Teo Manzano comentó que “la flexibilidad es clave para diseñar un espacio de trabajo, con una dualidad: espacio de colaboración (trabajo en común) y espacio concentrado (trabajo individual)”. Barahona, por su parte, considera que los espacios “deben saber captar la información de alrededor, adaptarse a los cambios/gustos/necesidades; fomentar la relación y colaboración entre las personas (trabajadores), atendiendo a las diferencias y siendo flexibles”.
Además de todo lo anterior, hay que entender las oficinas como lugares que muestran la personalidad de una empresa, convirtiéndose en las transmisoras de la cultura de la empresa y, como tal, conformándose con un diseño único.