Mauro Lomba: “La madera ha vuelto a retomar un papel principal en la construcción”
La construcción vinculada a los materiales, la eficiencia energética, la trazabilidad y certificación de la materia prima, la legislación vinculada a esta amplia cadena de valor, la implicación de las administraciones públicas y las empresas, y el papel que juegan todos los actores implicados hasta el consumidor final, en un contexto de sostenibilidad, ha sido motivo de debate en la mesa redonda 'Hacia una construcción sostenible y segura', que se celebró en FIMMA-Maderalia, organizada por el Instituto Tecnológico Aidima. Este es el último encuentro de una serie de tres jornadas que se han desarrollado en el Ágora del Espacio Cocina dentro de las actividades paralelas del certamen ferial.
El prestigioso arquitecto Mauro Lomba aseguró “tener la sensación de que estamos viviendo un retorno al uso de la madera en la construcción” en referencia a España. Lomba participó como moderador en el debate 'Hacia una construcción sostenible y segura', organizado por el Instituto Tecnológico Aidima y Fimma-Maderalia.
Junto a Lomba intervino el especialista en materiales, Óscar Sánchez, de Aplica; la responsable de RSE y nuevos Mercados de PEFC España, Esperanza Carrillo; el CEO de Puertas Castalla, Francisco Bernabeu; y el especialista en eficiencia energética de Aidima, Michele Vavallo. Los participantes debatieron en un ámbito complejo como es la construcción en relación a los materiales, la eficiencia energética, y la legislación, integradas en el concepto de sostenibilidad. Proponemos algunos de los argumentos expuestos sin atender a su emisor, excepto en la introducción guiada por el moderador en el encuentro.
El moderador comenzó la sesión alabando la cualidades de la madera como materia prima utilizada por el hombre desde el principio de su historia, asegurando tener la sensación general de un retorno a su utilización “en todas sus variables..., estructura, particiones, revestimientos, aislamientos; “y creo -subrayó Lomba-, que es debido a que reúne todas las características para hacer una arquitectura sostenible, y que el gran desarrollo tecnológico actual la hace cada vez más segura y competitiva”, precisó.
Lomba, destacó que a la vista de todos está que la madera ha vuelto a retomar un papel principal en la construcción, como así lo avalan las más recientes casas de madera, que desde la inspiración constructiva tradicional utilizan los nuevos compuestos y las técnicas actuales, y los materiales de acabado y diseño de interiores, y siguen dando respuesta a los cinco sentidos: la madera se deja tocar, sentir, oler... Y responde con satisfacción a cualquier estímulo permitiendo conseguir unos espacios y una arquitectura emocional.
Sostenibilidad vs coste
En el intercambio de opiniones, la sostenibilidad se presentó como un concepto disperso, donde cada cual puede interpretar contenidos diferentes. Desde el individuo que se siente satisfecho con una etiqueta de bajo consumo en su electrodoméstico, hasta el consumidor que guía su compra en base a productos certificados, o las entidades y empresas que tienen en la sostenibilidad un pilar de su modelo productivo.
En este punto se resaltó que la sociedad está cada vez más informada y que las empresas tienen que aportar como respuesta una oferta adaptada a esa demanda verde. Una respuesta sobre la que se aseguró que existe suministro de productos y materiales procedentes de explotaciones forestales certificadas y con un incremento progresivo de empresas con cadena de custodia.
Trasladado a la construcción, y en relación a la eficiencia energética para lograr edificaciones que tiendan a la autosuficiencia, hubo coincidencia en reconocer la dificultad de lograr criterios compartidos para impulsar este reto: Por un lado, la directiva europea 2010/31 relativa a la eficiencia energética de los edificios que deja abierta la definición sobre qué es un edificio de consumo de energía nulo (EECN) en su territorio, y que traslada la obligatoriedad para nueva construcción hasta 2020, y por otro, la práctica imposibilidad de acometer reformas para minimizar el consumo en las edificaciones actuales por el coste que supone.
En este sentido se diferenció entre las distintas culturas europeas, donde la identificada como latina o mediterránea, presenta una menor preocupación en estos temas, y sólo reacciona ante una obligatoriedad mediante sanciones, incentivos fiscales, o primas, y ejercer más presión para lograr una eficiencia necesaria, se dijo. Por ejemplo, España sufre una dependencia energética del exterior del 80%, 17 puntos por encima de media Europea, una situación que lastra el crecimiento económico.
Además, se reveló que un proyecto de edificación sostenible supone entre un 3 y un 7% de incremento respecto a uno convencional, dependiendo del clima, lo que supone un plazo de retorno de 20 años que invalida las buenas intenciones. Por este motivo se reclamó de las administraciones públicas una actuación de apoyo real y efectivo, y como vehículo catalizador de sinergias entre los actores implicados en esta cadena. A pesar de esto se afirmó que la relación calidad-precio no es un problema para la construcción sostenible, el mayor enemigo es la garantía, se significó.
Escasa información y comunicación
Del mismo modo, se destacó también una laguna sobre los nuevos productos y soluciones que plantean las empresas a la hora de informar a los prescriptores, que terminan asegurando su proyecto con materiales conocidos antes de arriesgar, y se manifestó que se generan una gama de novedades y nuevos materiales por encima de lo que la sociedad puede ir asumiendo e incorporando.
Innovación y cultura
Tanto en el ámbito empresarial como social en general se reclamó más implicación en este concepto global de sostenibilidad, donde cada cual debe asumir el papel que le corresponda y se camine hacia lo que denominaron “deber social”, entendido como una comunidad que debe asumir comportamientos y riesgos, y se puso de manifiesto que la información acerca de los valores que aporta apostar por una filosofía de producción y de vida sostenible, ayuda e influye, y cada día más, pero todavía pesan más “los euros”, se ironizó.