¿Son los avances tecnológicos los únicos a considerar a la hora de diseñar?
Laura Palimariciuc, arquitecta
14/07/2023Si algo nos caracteriza como seres humanos es el afán por aprender, innovar e intentar mejorar el mundo. Todos los descubrimientos que se han ido haciendo a lo largo de la historia son los que nos han hecho llegar a donde estamos hoy.
En el ámbito del diseño y la arquitectura un claro ejemplo es la arquitectura vernácula, en la que muchas veces a través del método de prueba y error han llegado a perfeccionar los sistemas constructivos y las edificaciones hasta dar con la mejor solución posible. Si comparamos este tipo de arquitectura en la gran diversidad de culturas, vemos que todas cuentan con esa lógica detrás y muchas veces nos asombra su armonía.
¿Tenemos esa misma sensación en la arquitectura y ciudades de la actualidad?
Está claro que los avances tecnológicos nos han facilitado mucho la labor a lo largo de los últimos años de historia, ayudándonos a mejorar mucho en muy poco tiempo. Sin embargo, durante este proceso, a veces acelerado, se pierden conceptos básicos que nuestros antepasados ya habían aprendido. Hoy en día, los motores de diseño se fijan en aspectos de eficiencia, funcionalidad, estética e innovación tecnológica. Aunque muchas veces se pierden otros factores más en consonancia con el comportamiento humano y la psicología implícitos en los espacios en los que convivimos.
De siempre hemos sido conscientes de que hay lugares que generan en nosotros distintas sensaciones que, en mayor o menor medida, interfieren en nuestra percepción del mismo. Sin embargo, no hemos sido capaces de cuantificarlas hasta hace relativamente poco. Gracias a los últimos avances y descubrimientos hechos en los campos de la psicología, salud mental y biología, se ha podido arrojar más luz sobre este tema, proporcionándonos las herramientas necesarias, para poder diseñar conscientemente esos espacios en función de lo que queramos transmitir en cada uno de ellos.
En el ámbito de la arquitectura, estos descubrimientos han dado pie a la creación de nuevas ramas como la Neuroarquitectura. Consiste en estudiar la influencia de diferentes factores como pueden ser la geometría de un espacio, el color de un elemento, la materialidad o textura de una superficie, el sonido de un material o incluso su olor, en el individuo y su percepción del entorno físico que lo rodea. Se trata de la búsqueda de una arquitectura más saludable.
En el ámbito de la salud mental se han realizado infinidad de estudios y descubrimientos, que demuestran el impacto directo que tiene el entorno físico que nos rodea en nuestro comportamiento, nuestra productividad, creatividad, estado de ánimo o salud. Un estudio de 2011 del Instituto Central de Salud Mental de la Universidad de Heidelberg descubrió que vivir en la ciudad se asociaba a una mayor respuesta al estrés, tanto en la amígdala como en el córtex cingulado, zonas vinculadas a la regulación emocional, la depresión y la ansiedad. Esta mayor activación podría tener un efecto crónico tanto en el desarrollo del cerebro como en su susceptibilidad a las enfermedades mentales.
Mientras que, por otro lado, se han hecho descubrimientos que relacionan un entorno más amable, natural y verde con un impacto positivo sobre el individuo. Espacios con acceso a la naturaleza o zonas verdes, espacios públicos que faciliten la actividad física y fomenten la interacción social, que hagan que nos sentamos seguros viviendo y trabajando en ellos.
En el campo de la biología, uno de los hallazgos más importantes de los últimos años es el de la epigenética. Es el estudio de las interacciones entre los genes y el ambiente que se producen en los organismos. Son marcas químicas que se añaden al material genético, gracias a lo que se ha visto que nuestro entorno y modo de vivir influye en nuestros genes. Esto afecta directamente a nuestra salud y puede hacer que desarrollemos ciertas enfermedades, en función de los factores ambientales a los que hemos estado expuestos durante nuestra vida. Además de factores como la dieta o tratamientos farmacológicos, la arquitectura juega un papel clave. Esto es una variable importante a tener en cuenta en la forma en la que deberíamos pensar y diseñar nuestras ciudades y espacios en los que convivimos diariamente.
Con el aumento de la población y de las personas que se mudan a las grandes ciudades, se ha generado una necesidad física de construir cada vez más y en altura. Nos hemos centrado en los avances tecnológicos para optimizar al máximo estos edificios, pero ¿estamos teniendo en cuenta los descubrimientos que se han ido haciendo sobre su impacto en nuestra salud mental y en la sociedad? La rápida rotación de conocidos, la falta de relación con los demás, la total autosuficiencia de las vidas y el aislamiento que implica, ¿se ha considerado de alguna manera en el diseño?
Es de gran relevancia, a su vez, realizar un análisis previo con detenimiento a la hora de diseñar edificios-ciudad que están más de moda actualmente. Algunos incorporan restaurantes, tiendas, viviendas, oficinas e incluso parques. Bajar al parque tres pisos más abajo de tu casa puede parecer cómodo, pero ¿puede realmente sustituir los beneficios para la salud de un paseo por un espacio verde natural? Ir al trabajo o al colegio en el mismo edificio en el que vives podría ahorrarte tiempo, pero también puede ser una experiencia limitante, claustrofóbica y homogénea.
Esto no significa que haya un tipo de arquitectura que esté necesariamente mal o bien, sino simplemente que, a la hora de diseñar, hay que darle una vuelta más y ver cómo tener en cuenta todos estos factores cuando vayamos a realizar el proyecto. Ya no sirve con ser eficiente energéticamente o disponer de la mejor domótica, hay que conseguir que sea beneficioso para nuestra salud mental, física y social.