El sector cierra un 2022 plano, y prevé una ligera bajada de la actividad al 2023
La carencia de ejecución de obra pública impide la recuperación de la industria catalana del cemento
En el momento de pasar balance del pasado ejercicio, el presidente de la patronal Ciment Català, Salvador Fernández Capo, atribuye a “la carencia de ejecución de obra pública” la crisis que vive el sector. Durante los últimos años, el importe de las licitaciones en Cataluña ha sido insuficiente y siempre muy alejado de la media histórica y de las necesidades objetivas del país.
Se da la paradoja que e en 2022 ha habido un aumento de cerca del 25% en el volumen de licitaciones, pero “la carencia de ejecución -por la falta de diligencia de las diferentes administraciones, por los concursos desiertos o por la paralización de los proyectos a causa del incremento de costes- ha mantenido en cota baja la actividad del sector”.
Las fábricas acumulan 11 años seguidos de estancamiento, con unos volúmenes de producción y ventas mínimos. El año recuerda a 2007 cuando la producción frotó los 10 millones de toneladas, y el consumo alcanzó los casi 9 millones de toneladas. El estallido de la burbuja inmobiliaria y la carencia de inversión pública provocaron una fuerte caída.
Para contextualizar esta situación, Fernández Capo recuerda que “en el mismo periodo, el PIB catalán ha remontado un 20%”, una recuperación que no ha llegado a la industria del cemento. Esto ha llevado el consumo anual per cápita en Cataluña a quedar por debajo de los 300 kg, cuando la media de la Unión Europea supera los 400.
“La conclusión es obvia”, afirma el presidente de Cemento Catalán, “este menor consumo de cemento se explica por la carencia de inversión en infraestructuras. Y la consecuencia es que el conjunto de la sociedad y de la economía del país se resiente: las autopistas están a menudo colapsadas, la red ferroviaria de cercanías acumula problemas derivados de la carencia de mantenimiento, hay pendientes de hace mucho de tiempos la construcción de los accesos viarios y ferroviarios a los Puertos de Barcelona y Tarragona, el desdoblamiento de la N-340, la conversión a ancho de vía mixto del corredor ferroviario Castelló-Tarragona, la finalización de las líneas de metro L9 y L10... Todas estas obras son esenciales para hacer que el país sea competitivo y para la propia continuidad de la industria”.
Fernández Capo asegura que “ha sido un año muy complicado. La invasión de Ucrania ha llevado mucha incertidumbre económica y ha venido acompañada de un crecimiento exponencial de los costes energéticos y de la inflación, que han afectado muy negativamente los márgenes del negocio del cemento y del hormigón”. Por último, recuerda que para la industria catalana del cemento, las exportaciones son una parte muy importante de la producción y, por lo tanto, “es fundamental que contemos con las mismas condiciones que nuestros competidores”, añade Salvador Fernández.
Ante esta situación, la patronal ha multiplicado su actividad institucional para concienciar las administraciones públicas de la necesidad de cambiar de estrategia y de promover inversiones, que ayuden a mantener el tejido industrial y al progreso de la sociedad.
Durante las primeras semanas de enero, delegaciones de Cemento Catalán encabezadas por el presidente y el Consejo Directivo han mantenido sesiones de trabajo con los consejeros de la Generalitat como Roger Torrent (Empresa y Trabajo) y Juli Fernández (Territorio) para exponer la situación del sector y pedir apoyo a las empresas por la vía de una mayor disponibilidad y autorización de combustibles alternativos, el incremento de tasas para abocar residuos que favorezca el aprovechamiento material y energético de los residuos, acciones para contener el precio de la electricidad, la supresión del nuevo impuesto de emisiones de GEH que se ha anunciado, ya que se superpone con el mercado de emisiones, y la defensa legislativa y parlamentaria de la industria en su conjunto.
En paralelo, las empresas fabricantes de cemento mantienen su compromiso por la descarbonización, la Economía Circular y la minimización del consumo de recursos materiales y energéticos, que comprometan la lucha contra el Cambio Climático, tal como se expresa en la 'Hoja de ruta' de la industria catalana del cemento, para conseguir la neutralidad climática al 2050.
En esta línea, se ha trabajado también conjuntamente con Anna Barnadas, secretaria de Acción Climática, y Mireia Boya, directora general de Calidad Ambiental y Cambio Climático de la Generalitat, que se han mostrado dispuestas a avalar con las medidas que corresponda esta implicación del sector en la protección de los medios natural y ambiental.