Entrevista a Álvaro Pimentel, secretario general de AISLA
La Asociación de Instaladores de Aislamiento (AISLA) organiza el próximo 5 de mayo en Madrid, su 4°Congreso. Un espacio para que los instaladores puedan conocer nuevas técnicas y establecer relaciones de negocio y colaboración, pero también se analizará la situación del sector, cómo debe contribuir para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y, en especial, trazar una hoja de ruta que contribuya a valorizar al profesional instalador. Aspectos que ha desarrollado Álvaro Pimentel, secretario general de AISLA, en la siguiente entrevista.
¿Por qué se han unido en una misma asociación los instaladores de aislamiento térmico, acústico, impermeabilización e incendios? ¿Qué tienen en común?
Las pequeñas empresas de instalación en construcción tuvieron que cambiar y reinventarse para sobrevivir a la crisis del 2008. Muchas empresas, que hasta entonces estaban focalizadas en un solo producto y en obra nueva, tuvieron que diversificar servicios y volvieron la vista a la rehabilitación, donde la flexibilidad y la amplitud de soluciones son un elemento diferenciador.
Por otra parte, estas cuatro actividades tienen muchos elementos en común. Hay soluciones de aislamiento térmico que, al mismo tiempo, proporcionan aislamiento acústico, o impermeabilización, o protección contra el fuego. Además, las cuatro actividades requieren un grado de profesionalización y especialización elevado, el uso de maquinaria específica, y amplios conocimientos técnicos teóricos y prácticos. Por último, a las cuatro les une la importancia de una correcta instalación para garantizar las prestaciones finales del edificio.
Se valora más el producto industrial que el instalador. ¿Por qué hemos perdido, entre todos, la valoración del instalador?
No creo que hayamos perdido la valoración del instalador, es que nunca ha existido. La calidad y el reconocimiento de los productos han evolucionado por exigencia de Europa y de la legislación. El Reglamento de Productos de Construcción, las normas armonizadas de obligado cumplimiento, el Marcado CE, los ensayos, la Declaración de Prestaciones, el CTE, etc. han ayudado al sector de los fabricantes a mejorar sus productos, su reconocimiento y su presentación al cliente.
Desde AISLA demandamos ese mismo impulso para el instalador, con el reconocimiento de la formación en cualquiera de sus formatos, con la publicación de normas de instalación obligatorias, con el control por tercera parte en obra, o poniendo en valor al instalador profesional en la obra, en la contratación pública y en el CTE.
Una de las acciones que la organización va a impulsar, para aportar valor al sector, es un Congreso Nacional, a celebrar en Madrid en mayo. ¿Qué nos puede anticipar sobre este evento?
Ya tenemos fecha, será el jueves 5 de mayo en Madrid, y estamos preparando un evento eminentemente práctico y formativo donde el verdadero protagonista sea el instalador.
El objetivo es que sea una jornada de crecimiento personal para los asistentes, porque los expositores tendrán espacio y medios para impartir micro-formaciones y hacer demostraciones prácticas de sus soluciones.
Será una oportunidad para que los instaladores puedan conocer nuevas técnicas, adquirir nuevos conocimientos, entablar nuevas relaciones y colaboraciones, y compartir temores y deseos de su día a día con otros instaladores y fabricantes.
Vemos que AISLA ha establecido muchas alianzas, ¿qué persigue con esta estrategia?
La colaboración está en el ADN de toda asociación. El principio asociativo de que ‘juntos somos más fuertes’ es perfectamente aplicable, a su vez, a las relaciones que mantienen las asociaciones entre sí y con otras entidades. Somos muchas asociaciones agrupando a colectivos de instaladores con los mismos problemas y buscando las mismas soluciones, e identificar estos puntos de encuentro y colaborar para lograr estos objetivos comunes será beneficioso para todos.
Por eso en la Misión del Plan Estratégico de AISLA 2022-2025 hemos incluido el objetivo de “propiciar la agrupación de esfuerzos asociativos en una gran federación”.
Los trabajos de aislamiento son delicados, por lo que se refiere a su éxito, porque depende, en gran parte de una correcta puesta en obra. ¿Es razonable potenciar un certificado o marca de instalación?
No solo es razonable, es necesario. Como comentábamos, los fabricantes realizan un control exhaustivo de sus productos y declaran unas prestaciones finales de conformidad con unas normas de producto y presuponiendo una correcta instalación.
Después el producto llega a obra, donde el instalador procura realizar su trabajo de forma correcta y el jefe de obra procura realizar bien el control de la instalación, pero ya no hay exigencia, ya no hay rigor, no hay obligación.
En AISLA hemos desarrollado el Sello Instalador Homologado AISLA (Sello IH) que garantiza que el instalador ha realizado la instalación de conformidad con las normas de instalación de cada producto o siguiendo las instrucciones del fabricante, en aquellos productos sin norma de instalación, y que realiza una serie de autocontroles en obra y entrega un certificado final de obra de conformidad con la norma.
Hay otras asociaciones con sellos similares -el más reciente, la Acreditación de ANEDI- pero todos estos sellos tienen el mismo punto débil, la falta de reconocimiento y exigencia por parte del cliente, que muchas veces prioriza precio sobre calidad.
Para proteger al usuario final, que es el gran perjudicado cuando se produce un fallo en la calidad de la edificación, es necesario que la calidad de la instalación se potencie y se reconozca.
Se habla poco del mantenimiento de los aislamientos, impermeabilizaciones y protecciones, ¿Qué sabemos de la durabilidad en el tiempo de estos sistemas?
La durabilidad de los sistemas de aislamiento y protección dependen de varios factores, pero principalmente de su grado de exposición a la intemperie.
Por ejemplo, un aislamiento térmico correctamente instalado en el interior de la cámara de fachada tiene una vida útil superior a 50 años, equiparable a la vida útil del edificio, por lo que no requiere mantenimiento.
En cambio, un sistema de aislamiento térmico por el exterior (SATE), una impermeabilización de cubierta, o una protección frente al fuego, necesita de un mantenimiento preventivo periódico, que debe quedar recogido en el Libro del Edificio. Este Libro del Edificio es obligatorio desde el año 2000 para edificios nuevos, mientras que para edificios existentes hay aprobadas ayudas, que pueden cubrir la totalidad del coste de realización.
La sostenibilidad se ha convertido en una máxima para el sector, ¿qué cambios se van a experimentar a corto y medio plazo para alcanzar los ODS?
En el campo de la sostenibilidad todos podemos aportar nuestro granito de arena. Los proyectistas deben tener este concepto en mente desde el principio. Un edificio puede ser un auténtico sumidero de energía y recursos, y pequeños cambios en proyecto como incrementar el aislamiento térmico, por encima del mínimo reglamentario, puede reducir notablemente su impacto.
Los fabricantes pueden, y de hecho ya lo están haciendo, reducir la huella de carbono de los productos incrementando el uso de materiales reciclados, utilizando materias primas con menor impacto ambiental, optimizando embalajes, etc.
El instalador debe reducir al máximo el residuo en obra y hacer un correcto tratamiento de dichos residuos, garantizando su limpieza para facilitar el tratamiento y reciclado posterior.
Y como ya se ha dicho, un correcto control por parte de la dirección de obra garantiza las prestaciones finales, y por tanto que el edificio tenga el comportamiento energético previsto en proyecto.
En último término, el usuario final debe poner en valor todos estos esfuerzos. Cuando compramos un coche nos fijamos mucho en el consumo que declara. Cuando compramos un electrodoméstico tenemos delante la etiqueta energética e incluso entendemos que tengamos que pagar más por un electrodoméstico más eficiente, porque a la larga ahorraremos dinero. En cambio, ante la mayor inversión de nuestra vida, la vivienda, donde más horas estamos y cuyas facturas energéticas son más cuantiosas, apenas se valora esa información energética. El usuario debe tomar conciencia y demandar edificios de alta eficiencia energética.
Es necesario realizar todos estos cambios si queremos acercarnos al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y de los objetivos de descarbonización europeos previstos para el año 2030 y 2050.