Ciudades post covid
En plena ‘fatiga pandémica’ situaciones como las que hemos vivido a raíz de la tormenta Filomena han dejado también al descubierto lo vulnerables que son las ciudades.
Con la pandemia y cuando salimos del confinamiento apreciamos lo maravilloso de una ciudad sin ruidos, en la que se podía respirar aire limpio y en la que la naturaleza se hizo más fuerte. Apreciamos lo que podía ser una ciudad más humana y con una vida más amable. Pero también se vio que los barrios o zonas vulnerables sufrían en mucha mayor medida el impacto de la pandemia. Fueron los momentos (…ahora ya no somos tan sensibles) en los que también se constataron las repercusiones de las deficiencias en la habitabilidad de las viviendas en las relaciones cotidianas y los procesos de vulnerabilidad. Ahora ha sido Filomena y antes fueron las DANAS y deberíamos preguntarnos si nuestras ciudades y edificaciones están preparados para temporales extremos.
Muy probablemente, nuestras ciudades se han ido desarrollando sin tener en cuenta conceptos básicos como la sostenibilidad y la eficiencia energética, pero tampoco su diversidad, pluralidad, habitabilidad, solidaridad o su propia complejidad. Estos son conceptos que deben dar vida a nuestras ciudades y siempre deberían estar en mente de las autoridades y demás protagonistas en la toma de decisiones. Debería estar en el centro de la agenda pública el debate en torno a la planificación urbana, el cambio climático y las pandemias, para comenzar a encontrar las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos que estos temas plantean a la ciudadanía a nivel local y global. Pero se necesitan estímulos que como indica E. Bardají en la entrevista que incluimos en este número de iARQCO pasan por “la simplificación de las normas urbanísticas, la configuración de una industria de la rehabilitación urbana, el desarrollo de Patrimonios Públicos de Viviendas en Alquiler para las capas económicamente más desfavorecidas de la población, la mejora de las condiciones de accesibilidad a nuestras viviendas y al transporte público, la mejora energética de las nuevas viviendas y, sobre todo, de las ya construidas”.
Filomena arrasó y nos dejó helados. Ha sido un fenómeno excepcional. Muchos pensarán que el temporal de nieve y frío que ha dejado la susodicha tormenta demuestra que el cambio climático es un fenómeno exagerado. Filomena no contradice la tendencia global y regional al alza de la temperatura del planeta y esto obliga a trabajar el concepto resiliencia.
Si miramos hacia el futuro, este concepto debería tenerse en cuenta en los planes de recuperación económica (a los que irán destinados los salvadores fondos europeos) con proyectos de regeneración urbana y rehabilitación edificatoria que son necesarios acometer en nuestras casas, ciudades y pueblos.