Día Mundial del Medio Ambiente: Un mejor futuro para nuestros edificios

La crisis sanitaria y económica que ha provocado la Covid-19 ha cambiado muchas cosas: nuestra forma de trabajar, nuestros hábitos y nuestras prioridades. Este periodo nos ha llevado a reflexionar especialmente sobre el papel de nuestras propias viviendas, nuestros edificios. Por eso este año, cuando acabamos de celebrar el Día Mundial del Medio Ambiente nos planteamos ¿Nuestros edificios protegen nuestra salud? y ¿protegen la salud de nuestro planeta?

En la Unión Europea, la energía consumida por los edificios es la responsable del 36% de las emisiones de CO₂ y de alrededor de la mitad de partículas y de las emisiones de monóxido de carbono. El impacto de nuestros edificios en la contaminación atmosférica y en el cambio climático son hechos constatados. Los diferentes escenarios del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPPC) indican que, a final de siglo, en Barcelona, se podrían producir incrementos en la temperatura máxima de entre 2º y 5°C dependiendo del nivel de la ambición en la lucha contra el cambio climático.

Poner freno está en nuestras manos, apostando por la mejora de la eficiencia energética de nuestros edificios, como estrategia para proteger nuestro planeta, velar por nuestra salud y reactivar la economía.

Quizás estemos ante una gran oportunidad. Para afrontar la recuperación post-COVID la Unión Europea quiere habilitar un fondo de reconstrucción de 750.000 millones de euros de los cuales 140.000 podrían ser para España (el 11% de nuestro PIB), ingresos que se recibirían en los próximos dos años, bien a través de préstamos (63.000), bien en forma de ayudas o transferencias directas (77.000). Estos fondos incluyen la ambiciosa 'Renovation Wave' que será unos de los primeros planes que aterrizarán derivados del New Green Deal. Todavía no se conocen los detalles, y habrá que estar muy vigilantes para que los destinos finales sean los previstos.

Este fondo de recuperación sin precedentes puede ser una palanca para el objetivo mencionado porque, cómo se utilice este dinero, dará respuesta a la opción escogida para salir de una crisis sanitaria y económica que viene de la mano con una crisis climática. El fondo respaldará a las empresas en apuros, estimulará la inversión privada e incrementará la autonomía estratégica de las cadenas de valor. En consecuencia, debe impulsar la mejora de nuestros edificios.

Los beneficios serían indiscutibles. Se disminuiría la factura energética de millones de familias, reduciendo así su vulnerabilidad energética, disminuiría la dependencia energética del país y se minimizarían las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por el uso ineficiente de la energía en nuestros edificios, que en el contexto europeo representan hasta el 32% del consumo de energía de España. Tras este primer e imprescindible paso (#eneryefficiencyfirst), la mejora de las instalaciones y la generación de energía renovable serían más efectivas y permitirían avanzar de forma decidida hacia la necesaria descarbonización de nuestros edificios.

Además, esta estrategia sería coherente con el Pacto Verde Europeo, creado para fomentar una economía sostenible en toda la Unión Europea que tenga como epicentro a las personas y que garantice una Transición Justa, capaz de mitigar el impacto socioeconómico de la descarbonización. Para ello, el Pacto Verde viene acompañado de un Plan de Inversiones, que pretende fomentar las inversiones, públicas y privadas, en sectores como la rehabilitación de edificios, la economía circular o las energías renovables.

En el ámbito nacional recientemente se ha publicado el proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética (PLCCTE), un marco normativo global, dirigido a todos los sectores para lograr la descarbonización de nuestra economía en 2050. A él se suman el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático y la Estrategia a Largo Plazo para una Economía Española Moderna, Competitiva y Climáticamente Neutra en 2050, que serán los principales marcos normativos a la hora de establecer los objetivos de mejora en los edificios en esta próxima década.

Sobre el PNIEC 2021-30, no prioriza adecuadamente las acciones en el ámbito de la eficiencia energética y la rehabilitación de edificios. Establece la mejora de la envolvente térmica de 1.200.000 viviendas en esta década (con un ritmo creciente casi del cero actual) lo cual seguiría muy lejos del 3% (ratio de renovación de edificios anual) que marca la EPBD (Directiva de Eficiencia Energética Edificios) de 2018. Pero, sí plantea la renovación de 3 millones de equipos de producción térmica, lo cual denota claramente que en España NO ponemos como prioridad la reducción de las necesidades energéticas del parque inmobiliario, recomendación máxima de esta EPDB2018. Los números son perversos, se acercan al 3%, pero realmente cambiar equipos no es rehabilitar edificios.

Entre las medidas anunciadas por el Gobierno de España en el PLCCTE, y a efectos de apoyar la financiación para las actuaciones de rehabilitación energética de los edificios, se encuentra la extensión del Fondo Nacional de Eficiencia Energética hasta 2030.

Estamos ante una nueva oportunidad de impulsar de una vez por todas la necesaria renovación energética de nuestros edificios. Existen fondos europeos y estatales que pueden priorizarse hacia la descarbonización de nuestro parque edificado y abordar definitivamente, junto a otros beneficios sociales y económicos, el objetivo de alcanzar una economía 0 emisiones en 2050. El uso pertinente de estos fondos, será determinante para frenar el impacto de los edificios en el Medio Ambiente a causa de su elevado consumo.

Pero no nos queremos limitar a proponer la ambición a la que hay que llegar, a través de un brindis al sol. Contamos con herramientas para vehicular ese dinero, y el del usuario, de manera inteligente y efectiva, y así hacer posible esta propuesta. El Pasaporte Energético del Edificio, promovido por la Fundación la Casa que Ahorra, es un ejemplo de una herramienta que permite llevar a cabo un proceso de rehabilitación por fases, mediante un compromiso entre la administración pública y el propietario que permite dilatar el pago de la rehabilitación y hacer posible el proceso.

Su aplicación conseguiría alcanzar un ritmo de rehabilitación cercano a esas 350.000 viviendas/año que reclama el sector como imprescindibles según el estudio CENER sobre la contribución del sector edificación a la consecución de la descarbonización 2050). Con ello, los edificios harían sus deberes con 2050, y lograrían una reducción de sus emisiones en 2030 de un 16% (respecto a 2017), generar 140.000 nuevos empleos en 2030, representando un balance neto para las arcas del Estado cercano a 900 millones de euros/anuales. En definitiva, unas razones más que poderosas en la época post-COVID para proteger nuestro Medio Ambiente y rescatar al planeta frente a las consecuencias del cambio climático.

¿A qué esperamos para aprovechar esta nueva oportunidad?