La impresión de gran formato 'verde' es rentable

Al comprar un sistema de impresión de gran formato, las empresas suelen valorar aspectos como la productividad, las posibles aplicaciones o los niveles de inversión y de rentabilidad. Sin embargo, la sostenibilidad es otro factor que adquiere cada vez más relevancia, no solo por los propios valores corporativos, pero también porque empieza a ser un requerimiento social y político. La buena noticia es que un uso consciente de los recursos también ahorra dinero.

La tinta y el sistema de curado determinan la cantidad de emisiones. Al elegir el tipo de tinta, es rentable evitar los sistemas basados en solventes. Esto hará innecesarios los sistemas de ventilación que conllevan inversiones y costes adicionales. El uso de tintas poco contaminantes y certificadas, como Greenguard, permiten limitar las emisiones a umbrales bajos y definidos. Además, la variedad de aplicaciones se amplía, porque los productos de impresión también se pueden utilizar en entornos sensibles.

En el caso de la impresión UV, los sistemas con lámparas LED presentan más ventajas que las lámparas de vapor de mercurio. Estas últimas, debido a su composición, deben tratarse como residuos peligrosos. Además, su vida útil es más corta que la de las lámparas LED, incrementando los costes operativos son mayores.

Las impresoras de gran formato funcionan con electricidad. Por ello es importante que su consumo sea lo más eficiente posible. La normativa ISO 20690:2018 establece los estándares en este sentido. La eficiencia energética de los sistemas de curado que generan calor es relativamente baja. Por el contrario, la impresión UV muestra que los sistemas LED funcionan muy bien porque su consumo de energía es bajo y apenas emiten calor. Con todo lo que ello supone pensando en la climatización de espacios y los materiales sensibles al calor. A ello debemos añadir el hecho de que, a diferencia de las lámparas de vapor de mercurio, las lámparas LED no tienen un tiempo de calentamiento y solamente se encienden al imprimir.

Aparte de los automatismos, los equipos informáticos y las pantallas, las bombas de vacío consumen mucha electricidad. Son las encargadas de sujetar los soportes en la impresión plana e híbrida, y su consumo es elevado cuando funcionan a máxima potencia y de manera constante. Los sistemas de vacío controlados y regulables reducen el consumo eléctrico tan pronto como se alcanza la presión negativa deseada. De este modo, no solo se ahorra energía, sino que también se reduce la contaminación acústica.

La fabricación de una máquina de impresión deja una huella ecológica debido a los materiales que se utilizan para su construcción y la energía utilizada para su transporte y producción. Todas estas actividades generan emisiones. Cuanto más tiempo de vida tengan las máquinas, más se minimiza este impacto. Y lo mismo ocurre con el coste de inversión.

La frecuencia de las tareas de servicio técnico y la cantidad de consumibles que necesitan cambiarse también tienen un impacto en las emisiones de CO₂. Una máquina fiable y de bajo mantenimiento reduce las emisiones puesto que minimiza los desplazamientos, el transporte y el consumo de recursos. Además, tiene un efecto colateral económico para la gestión empresarial porque los usuarios pueden planificar y calcular tanto las paradas como los costes.

Los ejemplos anteriores demuestran que una estrategia sostenible aumenta la rentabilidad. Además, muchos países están subvencionando soluciones más respetuosas con el medio ambiente. España, por ejemplo, ofrece subvenciones para sistemas de impresión de alta eficiencia energética a escala estatal. El proceso puede requerir algo de investigación y burocracia, pero cubre gran parte de los costes de inversión.

A la hora de comprar una nueva impresora de gran formato, es aconsejable priorizar la sostenibilidad desde múltiples ángulos. Por último, pero no por ello menos importante, la contribución activa a la protección del medio ambiente también es un factor de imagen que se puede vender.