La ultrafiltración es una tecnología de membrana que tiene lugar dentro de un rango de porosidad de membrana comprendido entre 0,001 y 0,1 µm. Este proceso se utiliza para la eliminación selectiva de materia en suspensión, partículas, macromoléculas de gran tamaño, materia coloidal o microorganismos, pero que no elimina iones o materia disuelta como ocurre con la ósmosis inversa.
Las membranas de ultrafiltración eliminan contaminantes por un simple mecanismo de exclusión por tamaño (cribado o tamizado). Una diferencia de presión hace posible la operación. El tamaño de poro nominal (diámetro del poro expresado en micras) o el peso molecular de corte (peso molecular de un soluto que es retenido en más de un 90%, medido en Daltons) habitualmente se utilizan para caracterizar las membranas de ultrafiltración.
Hay que tener en cuenta que materiales de membrana distintos con peso de corte molecular similar pueden presentar diferentes eficiencias de separación. La regularidad en la distribución de tamaños de poro y la propia química de la membrana juegan también un papel importante en la separación.
Principales tipos de ultrafiltración:
De fibra hueca
Tubular
Cerámica
Las membranas se pueden encontrar comercialmente en configuración plana, tubular, espiral o fibra hueca, siendo estas últimas las más habituales en tratamiento de agua debido a su alta compacidad y posibilidad de ser lavadas hidráulicamente en sentido contrario al de filtración.
Sin embargo, estos sistemas también requieren limpiezas químicas periódicas para restaurar las membranas.
Hay que mencionar la ultrafiltración cerámica, que se aplica en aguas residuales con alta carga contaminante. Este tipo de membranas se caracterizan por una alta resistencia química, mecánica, así como una alta estabilidad térmica y duración, lo que facilita su lavado con productos químicos altamente corrosivos, garantizando un efluente de alta calidad.
La ultrafiltración tiene un amplio espectro de aplicación, funcionando como pretratamiento y en procesos donde es necesaria el agua de excelente calidad.
Algunas de sus aplicaciones habituales son:
Pretratamiento de la ósmosis inversa
Potabilización de aguas superficiales y de pozo
Reutilización de aguas potables y residuales
Concentración y recuperación de productos en la industria alimentaria.
Algunas de las ventajas de su aplicación son:
Mayor eficiencia en la eliminación de contaminantes
Mayor y mejor continuidad en la calidad del filtrado