La nanofiltración es un proceso de filtración mediante membrana que tiene lugar en un rango de porosidad comprendido entre 150-500 Dalton, dependiendo de la estructura molecular (tamaño de poro en torno a 1 nm), que consigue, entre otros la separación de iones polivalentes con una efectividad superior al 95 %, así como materia orgánica de bajo peso molecular (azúcar, proteínas, etcétera).
En el mercado existen diversos tipos de membranas que posibilitan la consecución de distintas calidades de producto final. Cabe destacar:
Membranas con configuración en espiral: constituidos por un grupo de membranas enrolladas entre sí sobre un tubo que recoge el permeado; en este caso el flujo del agua tiene lugar de fuera a dentro. Constituyen equipos más compactos y se emplean cuando se requiere agua de alta calidad del tipo ultrapura.
Membranas tubulares: en esta ocasión, las membranas con forma de tubo se sitúan sobre un soporte que actúa de colector. El flujo tiene lugar del interior al exterior y su uso es más extendido, por su mayor robustez.
Algunas de sus aplicaciones habituales son:
Como pretratamiento de otros procesos, por ejemplo, la ósmosis inversa
Aguas de aporte a procesos industriales
La separación de metales pesados
La reutilización de aguas residuales
El ablandamiento del agua (elimina iones de calcio y magnesio)