Presente y futuro de las empresas instaladoras y mantenedoras. Medios humanos necesarios-relevo generacional
Evidentemente, el sector depende de tantas variables, que podíamos entender, a priori, que podía deberse a circunstancias puntuales, tales como una crisis, una etapa de incertidumbre, algo anómalo que puede ser circunstancial, etc. Esto era lo que pensábamos, pero estamos viendo que no se trata de esto, o de únicamente esto.
Esta circunstancia mantenida en el tiempo, que recae sobre este sector, nos recuerda a otra que existió en el pasado pero que difiere notablemente, nos referimos al sector agrícola hace ya unos cuantos años. En aquellos tiempos, ocurría que no se deseaba trabajar en el campo. Esta fue la conclusión que se obtuvo en su día para explicar la escasez de recursos humanos para trabajar en este sector. También se indicaba que se trataba de un trabajo duro, monótono, variable e inestable en ocasiones, pues depende de si la cosecha era más o menos fructífera, etc.
En este momento, convendría analizar cautelosamente el motivo por el que se da esta circunstancia, y procurar encontrar soluciones que permitan mantener una continuidad en el tiempo del estado del bienestar, pues no olvidemos que este sector es fundamental para garantizar el bienestar de las personas, que es fundamentalmente por lo que todos trabajamos.
Procuraremos, en este artículo, reflejar lo que estamos viendo y lanzar al aire alguna idea que pueda ser objeto de mejora, para paliar una situación que deseamos que no se mantenga en el tiempo y mucho menos que se agrave.
Los profesionales que desarrollan su actividad en el sector de las instalaciones y mantenimiento deben reunir determinadas condiciones para poder trabajar en una empresa, aquí no puede llegar cualquiera y ponerse a trabajar desde el minuto cero, y no me estoy refiriendo a la formación mínima necesaria que establece el artículo 19 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL), que es aplicable al 100 % de los trabajadores por cuenta ajena, sino a otras muchas exigencias formativas, que derivan de las normativas que le aplican al sector y que tienen diversa procedencia.
Qué debe tener un trabajador de una empresa instaladora y/o mantenedora de instalaciones térmicas y/o de refrigeración.
Analicemos qué debe tener un trabajador de una empresa instaladora y/o mantenedora de instalaciones térmicas y/o de refrigeración.
Imaginemos que hablamos de un trabajador sin ningún tipo de estudio, carné profesional, o habilitación profesional. Este profesional deberá tener, al incorporarse a la empresa, y antes de desarrollar cualquier tarea, la formación del artículo 19 de la LPRL, más la formación que establece el convenio del Metal en función de si la empresa entra en obras de construcción, o si trabaja en mantenimiento de instalaciones en industrias, pues según el citado convenio, no es exactamente la misma formación, ni se convalidan al 100% una por otra, esto es un hándicap, pues se podría unificar.
En el supuesto de que la empresa trabaje con refrigerantes fluorados, que es lo usual en muchas instalaciones térmicas y frigoríficas, se requiere que el trabajador disponga del certificado de manipulador de gases fluorados, cuya exigencia proviene de normativa europea.
En la inmensa mayoría de los casos, se requiere que dicho profesional tenga también el curso de trabajos en altura, pues en algún momento, los trabajadores de las empresas deben realizar sus tareas en esas circunstancias, y las empresas deben disponer y aportar, los medios, formación, e información a los trabajadores para que puedan realizar su tarea de manera segura.
Sin estos requisitos mínimos, ningún profesional puede iniciar la actividad en el seno de la empresa, pues son requisitos requeridos a priori. Evidentemente no hemos hablado todavía de conocimientos técnicos, teóricos, o prácticos que tenga que tener el profesional de este perfil, pues salvo excepciones, estos suelen consolidarse en la empresa con el día a día, acompañando al instalador y trabajadores con experiencia.
Todo esto es necesario porque las empresas del sector, en función de su tarea, deben disponer de infraestructura humana suficiente para trabajar en las instalaciones según la dimensión de estas. No es lo mismo realizar operaciones en instalaciones pequeñas, en las que un único instalador puede ejecutarlas y/o repararlas, que en grandes instalaciones centralizadas de producción de frío y/o calor donde se precisa el auxilio de trabajadores para abordar las tareas que surgen.
La Formación Profesional Dual y ciertos certificados de profesionalidad, así como otras vías de acceso a la habilitación profesional, allanan mucho el camino. El profesional en potencia que dispone de alguno de estos títulos, lleva consigo de manera implícita cierto camino avanzado, pues con independencia de disponer de conocimientos teóricos y prácticos del desarrollo de la actividad y haber podido visualizar el día a día en una empresa a través de las prácticas, lleva parte de la formación convalidada con el título, como es el caso de algunos bloques, en determinados casos de la formación exigible por convenio, así como el acceso directo a un certificado de manipulador de gases fluorados, en aquellos títulos que habiliten para trabajar en instalaciones con refrigerantes.
Todo esto revela que esta es una profesión que exige conocimientos técnicos y reglamentarios, cierta destreza, y conocimientos en seguridad en el trabajo, y que durante la vida del profesional en la empresa, deberá recibir formación continua fruto del avance de la ciencia y la tecnología y la evolución de la normativa.
Para eso, el continuo contacto de la empresa instaladora con fabricantes, asociaciones empresariales y profesionales del sector, es fundamental.
Por ello, cuando las empresas precisan personal, están dispuestas en muchísimos casos a invertir considerablemente en el profesional que precisan, y lo hacen para dar servicio al cliente, pero visto el asunto, nos estamos encontrando con que siguen existiendo problemas para encontrar profesionales, y empezamos a detectar que hay empresas que empiezan a resignarse a no crecer, y consecuentemente, no contratar, desechando trabajos que no le permiten otorgar al cliente garantías de finalización en tiempo y forma con la calidad requerida.
Esto merece una reflexión importante, pues empezamos a detectar que no está claro el horizonte en lo que a relevo generacional se refiere, y no nos engañemos, la sociedad cada vez precisa más confort, más calidad, y mayor eficiencia energética. Nos encontramos en un momento fabuloso para el sector, pues el confort, la calidad, el ahorro y la eficiencia energética han empezado a entrar en el ADN de la sociedad demandando esto valores, y no sabemos quién podrá dar este servicio dentro de unos cuantos años.
¿Qué está pasando? Tras indagar un poco, nos encontramos con diversas situaciones: Las nuevas generaciones valoran mucho la calidad de vida, los horarios que permitan disfrutar de tiempo libre, desean tener acceso fácil al dinero, eso de tener que hacer cursos previamente no es de mucho agrado en algunos casos, esta impaciencia también se pone de manifiesto cuando desean un sueldo como si ya se dispusiera de experiencia contrastada, etc. Fundamentalmente, detectamos que muchos jóvenes desconocen la profesión y hasta donde les puede llevar.
Por parte de las empresas también nos encontramos con que se perciben varias cosas: Falta de empatía por parte de las nuevas generaciones a la hora de exigir horarios, pues esta es una actividad que también tiene sus guardias, hay empresas con equipamientos de frío que han de ser reparadas ante averías no previstas.
Otras percepciones se traducen en cierta inseguridad jurídica, fruto de la agresividad y falta de entendimiento de la vida política, también encontramos desencanto por haber formado e invertido en profesionales que al poco, se han ido de la empresa, lo que se queda en una inversión sin retorno. También se detecta que cada vez hay más complicación para poder desarrollar la actividad.
Las empresas perciben que algunos jóvenes (siempre han sido los menos, pero ahora el porcentaje ha subido), tienen una falta de cultura por el esfuerzo y la autosuficiencia, manteniendo una fe en que el sistema les puede auxiliar de por vida sin trabajar, algo que no sería sostenible, pues estas ayudas deben ser muy justificadas y para casos muy concretos.
Este desencanto es el responsable de que algunas empresas se hayan resignado a no contratar y no crecer, lo que supone una actitud anti-natura para una empresa, como indican muchos empresarios del sector.
¿Cómo podríamos mejorar la situación o resolverla? Pues me temo que nadie tiene la respuesta exacta, pero si nos atrevemos a lanzar al aire alguna idea fundamentada en el análisis que acabamos de exponer:
- Habría que dar a conocer la profesión en profundidad a los potenciales profesionales a través de actuaciones en los colegios e institutos de FP y centros de formación en general, muchas veces vienen a consultarnos jóvenes a nuestros centros de formación: ¿Qué curso puedo hacer que me permita trabajar pronto y ganar dinero? Este sector es estable, tiene demanda, y buena prospección de futuro, la hibridación de instalaciones está favoreciendo que los profesionales sean más cualificados, también tiene sus retos y es de elevada cualificación técnica. Hay que seducir a los jóvenes.
- Sería deseable que se estudiara el Convenio Colectivo del Metal facilitando convalidaciones entre cursos de profesionales de industrias y de los que entrar en obras de construcción, en la medida de lo posible, así como establecer convalidaciones completas de formación de convenio con títulos de FP y certificados de profesionalidad.
- Podría revisarse la política de ayudas para que garantizando la seguridad de los colectivos vulnerables justificados, sea cuidadosa de no dar una imagen de excesiva protección generalizada, en términos generales hay que trabajar.
- Muchas empresas empiezan a estudiar fórmulas para procurar establecer jornadas intensivas con turnos de guardia rotatorios que permitan potenciar la conciliación y el tiempo libre.
- Debemos incentivar la participación en la formación, pues las empresas y sus integrantes necesitan “saber hacer”, no sólo tener un buen curriculum.
- Debemos proteger y potenciar la figura del instalador y mantenedor, debemos hacer saber a los jóvenes que el futuro no es único y exclusivo para trabajar en una empresa, pues cualquiera de ellos podría acceder al carné o habilitación profesional y crear su propia empresa. Para ello, deberían haber políticas que también favorezcan esta otra fórmula. Pensamos que es un momento realmente bueno para esto.
- Al hilo de lo anterior, sería deseable potenciar la colaboración entre empresas, con el fin de que si no tienen un tamaño muy grande, juntas y coordinadas puedan afrontar con éxito proyectos de mayor calado.
- Si todo lo anterior sigue siendo insuficiente, se debería desarrollar una buena política de inmigración combinada con ayudas a la formación que permitan orientar al candidato a profesionalizarlo e integrarlo en el sector.
En cualquier caso, todas las ideas para mejorar la situación son bienvenidas.