El poder de los edificios
Tomás Higuero. Consejero delegado de Aire Limpio
20/05/2022Si estas leyendo este artículo, concéntrate e interioriza que ahora mismo estás respirando entre 8 ó 10 litros de aire por minuto. Si lo asimiláramos a beber agua ¡sería el equivalente a beber 8 botellas de litro al minuto! Otro dato; en espacios interiores como mínimo, aproximadamente el 4% del aire que recientemente has respirado, ha salido previamente de los pulmones de otras personas.
Siguiendo con el símil del agua ¿Beberías las secreciones de algún compañero? Evidentemente no ¿Beberías de la botella o del vaso de alguien? Está claro que ahora somos mucho más cautos a la hora de hacer esas cosas.
Entender por qué los patógenos se diseminan por el aire interior, es comprender la cantidad de aire que respiramos
La realidad es que respirar el aire de otro no es tan relevante para nuestra salud, además es inevitable. El problema es cuando ese alguien está enfermo. Una persona con infección está constantemente lanzando virus adheridos a pequeños aerosoles al aire interior de un edificio.
En un espacio interior, el número de patógenos o contaminantes de otra procedencia, que introduces en tu metabolismo, depende solamente de un factor: la calidad de las instalaciones de dicho edificio. Muchos inmuebles tienen problemas tanto en la renovación como en la filtración del aire.
En un edificio con buena calidad del aire (adecuada ventilación/excelente filtración) la tecnología permite que el porcentaje de aire que respiras procedente de los pulmones de tus compañeros sea limitado a un nivel tal, que la probabilidad de infección se reduzca muchísimo. Ese es el poder de los edificios; nos pueden mantener sanos o hacernos enfermar.
A lo largo del siglo XXI, las compañías ocupantes, propietarios, diseñadores han tratado de hacer de los centros de trabajo lugares más atractivos, amigables… todos hemos presenciado la implementación de diversas amenidades: gimnasios, cafeterías, chill-out, futbolines, etc…las cuales tienen su importancia a la hora de fomentar el compañerismo, creatividad, colaboración. En general, en dicho proceso se prestó la mínima e imprescindible atención a las instalaciones del edificio, con el resultado que la calidad del aire se resentía o en el mejor de los casos era sólo aceptable.
Muchos opinan que todo eso ha cambiado. De hecho, una gran diversidad de actores que debaten cómo debe ser el trabajo en nuestro mundo post pandémico están destacando algo que debería haber sido esencial desde hace muchos años: tener un aire interior de buena calidad en la oficina.
Recientemente un grupo de investigadores argumentó en Science: “En el siglo XXI debemos sentar las bases para asegurar que el aire dentro de nuestros edificios está limpio... de la misma manera que damos por hecho que cuando abrimos el grifo en nuestras casas el agua que sale es potable”.
En Salud Publica se aplica el mismo principio que en toxicología, la dosis hace al veneno. A menor número de contaminantes dentro de los inmuebles, mejor para nuestra salud.
En un edificio con buena calidad del aire la tecnología permite que el porcentaje de aire que respiras procedente de los pulmones de tus compañeros sea limitado a un nivel tal, que la probabilidad de infección se reduzca muchísimo.
Nueva oficinas con buena calidad del aire interior
Las buenas noticias son que las oficinas de nueva generación son excelentes, la mayoría tienen estupendas instalaciones y, por tanto, buena calidad del aire interior.
Además, de la misma manera que hacemos la revisión a nuestros coches, los edificios ya construidos se pueden reformar y sus instalaciones reemplazar con equipos más eficientes energéticamente y que aporten una mejor calidad de aire.
Lógicamente esas reformas cuestan dinero; sin embargo, tanto los propietarios como sus inquilinos obtendrían claros retornos; bien por mayores rentas y menores gastos operativos y los ocupantes no sólo, por una mejor salud y menor absentismo (ambos sinónimos de mayor productividad) sino por un mejor funcionamiento cognitivo de sus trabajadores.
Está probado fuera de duda, que en interiores con un menor número de contaminantes las personas tenemos un mejor comportamiento cognitivo. Lo cual en un entorno laboral se traduce en un incremento del pensamiento creativo, menor tasa de errores en trabajos repetitivos, mayor nivel de concentración, etc.
El COVID – 19 influirá en muchas de nuestras costumbres. Quizá lo que más pese, sea la certeza de saber que nos enfrentamos a un horizonte temporal en el que otra situación similar puede ocurrir... y que esta vez debemos estar mejor preparados.
Hablando de preparación...la Industria tiene unos claros deberes si quiere que las oficinas sigan jugando un papel central en el trabajo del mañana. La importancia de las mismas en el futuro vendrá matizada por la capacidad de la Industria para que estas, proyecten la confianza necesaria y respondan a los retos y necesidades reales de los ocupantes y especialmente sus trabajadores... y es evidente que la buena calidad del aire interior es una parte esencial en esta conversación.
El cómo trabajamos cambió de manera permanente tras marzo del 2020. El péndulo variará, en función de la compañía, a un modelo más presencial o menos. Conduciendo todo ello a diferentes esquemas de uso de espacios, horarios, turnos rotativos para las personas, apertura 24/7, etc.
Está claro que el protagonismo de las áreas de RRHH y de Prevención de Riesgos Laborales es mayor. No nos olvidemos que tras la derogación de la obligatoriedad de las mascarillas en interiores, que ayudan a la protección individual, ganan importancia las medidas de protección colectiva como son la purificación y la ventilación de los inmuebles. El neto es que probablemente los edificios nunca superarán su aforo real, aunque sí habrá un mayor número de personas y más diversas de manera secuencial.
La flexibilidad imperante unida a una probable política de sitios sin asignar, incrementará la posibilidad de interacción con un grupo de personas mayor y más diverso, siendo por tanto más probable coincidir con personas que transporten algún tipo de enfermedad (catarros, gripes, etc...), lo que de nuevo pone el acento en la calidad de las instalaciones.
Es hoy evidente que la pandemia ha dado un acelerón a muchas de las tendencias que existían antes de marzo del 2020: entre ellas el foco en salud, calidad de aire, wellness y que dichas prácticas hayan llegado para quedarse. Está claro que los propietarios deben analizar muy bien lo que tienen que hacer para retener a sus clientes y atraer a otros nuevos y que en ese reposicionamiento o 'future-proof' de los activos, todo lo relacionado con la agenda ESG, destacando especialmente los temas de salud y energía tendrán un peso muy relevante.
A la hora de realizar este ejercicio, será necesario destilar lo importante de lo accesorio, de manera que se pueda realmente construir una sólida propuesta de valor que transmita a los ocupantes el verdadero valor y poder de los edificios.
"Las buenas prácticas en salud, calidad de aire y wellness han llegado para quedarse"