Un impuesto para 'enfriar' la economía, la hostelería, el pequeño comercio y los hogares
Colectivo de organizaciones contra el anteproyecto de ley del impuesto sobre gases fluorados de efecto invernadero
El Gobierno pretende extender el gravamen a la fabricación o importación de equipos precargados y a la primera carga de refrigerante en instalaciones nuevas.
La medida vendría a encarecer en torno a un 5% las nuevas instalaciones de refrigeración en establecimientos de hostelería y pequeño comercio, y las instalaciones de climatización para uso doméstico y comercial. Afecta también a los supermercados, la industria alimentaria, la logística y el transporte refrigerado, los electrodomésticos, la automoción…; y mermaría la competitividad de estos sectores, que facturan más de 130.000 millones de euros y emplean a más de 750.000 personas. El nuevo gravamen entraría en vigor el próximo julio, de forma sorpresiva y con apenas unos meses de antelación, de modo que los instaladores y fabricantes de equipos con gases fluorados no tendrán tiempo de adaptarse a las nuevas exigencias.
La nueva ley de reforma del impuesto se encuentra aún en trámite. De aprobarse así la redacción del anteproyecto, España sería el primer país de la Unión en penalizar el consumo responsable (y no la emisión) de refrigerantes, desviándose el principio europeo de “quien contamina, paga”, incluso aunque sean energéticamente. Otros países comunitarios, o bien sólo se limitan a seguir el reglamento de la Unión Europea, o bien excluyen del impuesto los equipos e instalaciones nuevas, gravando sólo las emisiones reales.
Paradójicamente el nuevo impuesto 'medioambiental' penalizaría la contribución de la bomba de calor en la descarbonización de las instalaciones de climatización, o el papel de la refrigeración en la preservación de la cadena de frío y la reducción del desperdicio de alimentos. Sus beneficios medioambientales son muy superiores al potencial perjuicio causado por una potencial fuga de refrigerante a la atmósfera.
El impuesto, por otro lado, ignora las reflexiones y recomendaciones de los 60 expertos en fiscalidad, entre los que se encuentran antiguos altos cargos de la Agencia Tributaria, que han intervenido en el 'Libro blanco para la reforma fiscal en España', publicado en febrero de 2022. En él se explica que el impuesto sobre gases fluorados “no cumple en su diseño con la finalidad propia del impuesto, ya que los gases por los que se tributa son insustituibles desde el punto de vista tecnológico y, por lo tanto, suponen directamente un impuesto a la actividad de nuestro sector.” También se destaca que grava ”un consumo sin que el operador tenga alternativa de sustitución ni de mejora de la eficiencia, y debería ser objeto de revisión”, y que este tipo de impuestos “funcionan mejor en el caso en el que están armonizados a nivel europeo, al reducirse el riesgo de fraude”.
Una veintena de asociaciones de los sectores afectados han unido sus voces contra lo que consideran un atropello fiscal injustificado: un impuesto que no está alineado con las políticas de la Unión Europea, que repercutiría negativamente en la economía y en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, y que fomentaría el fraude y el comercio ilegal de refrigerante y equipos.
El nuevo impuesto incluye gases incorporados en productos, equipos o aparatos como la bomba de calor que quedaría penalizada a pesar de su contribución a la descarbonización.
Organizaciones firmantes
AEFYT, AFAR, AFEC, ALDEFE, AMASCAL, APPLIA, ATFRIE, CNI, CONAIF, FECE, FEGECA y FELAC, son algunas de las organizaciones de este colectivo, que conjuntamente representan a los sectores de la industria y servicios españoles de fabricantes y distribuidores de electrodomésticos; equipos de climatización (aire acondicionado, calefacción, distribución y tratamiento de aire, mejora de la calidad del aire interior, regulación y control, ventilación); maquinaria para hostelería, colectividades e industrias afines; producción de agua caliente sanitaria; refrigeración comercial e industrial; etc.; de empresas usuarias de instalaciones frigoríficas; y de empresas instaladoras de climatización; electricidad, fontanería; gas; protección contra incendios; refrigeración; ventilación; etc.
Todas ellas unidas aglutinan más de 34.000 empresas y 462.000 empleados directos, y tienen una facturación conjunta de más de 126.000 millones de euros.