Virus informático y virus biológico: tres paralelismos clave para luchar contra ellos
Uno de los ciberataques más clásicos, que han sufrido de alguna manera la mayoría de las personas, es el virus informático, un software malicioso que tiene como objetivo alterar el funcionamiento de cualquier dispositivo, sin permiso alguno del usuario y con capacidad para causar grandes daños. Sin embargo, a pesar de tratarse de una de las amenazas más antiguas de la red desde que se registró el primero en 1971, las cifras sobre su crecimiento no dejan de aumentar. De hecho, según un estudio de Sophos, un 53 % de las empresas españolas han sido víctimas de ataques ransomware en el último año1.
Además, la presencia este 2020 de un virus biológico en nuestras vidas ha influido en los ciberdelincuentes, que han utilizado el coronavirus como gancho para sus ataques. La pandemia del Covid-19 nos ha mantenido más conectados que nunca a Internet y eso nos ha hecho más vulnerables. Los creadores de virus informáticos aprovechan los momentos de incertidumbre o de falta de defensas para atacar, igual que los virus biológicos. Al igual que pasa con las peores enfermedades, los ciberdelincuentes han aprendido que es clave mejorar continuamente sus diseños para intentar provocar un mayor daño en sus futuros ataques.
Para conocer mejor estas similitudes, los expertos de Entelgy, The BusinessTech Consultancy analizan tres paralelismos clave a tener en cuenta y entender mejor la naturaleza y los peligros de los virus que se encuentran al otro lado de la pantalla.
- Infección
Los primeros virus informáticos reemplazaban archivos ejecutables por otros que estaban infectados y este es un paralelismo perfecto entre ambos. Para empezar, la infección se produce de manera aparentemente inocua. Si un virus se contagia a través de la saliva o del aire sin que el nuevo huésped se dé cuenta de su entrada, un virus informático utiliza medios similares: un almacenamiento usb compartido o un email con un archivo ejecutable son suficientes.
En cualquier caso, una vez dentro, la gravedad de la infección dependerá de su composición: una simple gripe puede provocar malestar, algo de fiebre y tos; el virus informático puede generar daños leves o inutilizar completamente un ordenador o una organización. Al igual que los que afectan a los seres vivos, los peores virus informáticos son aquellos que permanecen en un estado de latencia. Antes de manifestarse, se multiplican sigilosamente hasta que las numerosas copias (casi inidentificables) afectan a partes esenciales del huésped. Además, ambos requieren de un metabolismo celular o un programa base para poder cumplir su cometido. Ya sea el sistema inmunológico o el sistema operativo, los virus acaban atacando al huésped hasta ponerlo en riesgo.
- Epidemia
A continuación llega la transmisión de virus entre una persona y otra, lo que en muchos casos, cuando se trata de virus potentes, acaba desembocando en una epidemia. En el caso de los virus biológicos, la transmisión horizontal es el mecanismo de contagio más habitual, siendo especialmente peligroso en lugares con gran densidad de población donde habitan individuos no inmunes. En cuanto a los informáticos, pueden diseminarse por medio de réplicas y copias, y las redes ayudan a dicha propagación cuando no tienen la seguridad adecuada. Cuando un programa malicioso actúa replicándose de esa forma a través de las redes se denomina gusano.
Uno de los casos en Internet más conocidos se produjo el 12 de mayo de 2017, cuando se registró un ataque a escala mundial del ransomware denominado Wannacry. Tras un periodo previo de latencia, en el que el virus se expandió por los ordenadores de distintas empresas en diferentes países, aprovechando una vulnerabilidad en el sistema operativo, en un solo día atacó a más de 140 mil ordenadores en todo el mundo. Importantes organizaciones se vieron afectadas hasta el punto de tener que parar su producción hasta lograr solventar el problema.
- Vacuna
Si de algo se está hablando estos días es de la vacuna que parará la propagación del coronavirus, ya que esta es la única vía realmente efectiva para acabar con la pandemia. Históricamente, la vacunación, que consiste en la inoculación de un agente que se asemeja al virus para estimular la producción de anticuerpos, ha salvado millones de vidas humanas. Ante nuevos virus, la comunidad científica trabaja contrarreloj para hallar la vacuna que cure la enfermedad y evite la propagación. Y, una vez más, lo mismo ocurre en el ámbito tecnológico, donde los desarrolladores crean efectivos antivirus que evitan la entrada de malware a nuestros dispositivos. Aun así, todos los expertos coinciden en que la prevención, sea cual sea el territorio en el que nos movamos, es básica para evitar contagios masivos. Conocemos a grandes rasgos las formas de contagio de un virus. En el caso del biológico evitar el contacto, además de lavarse las manos, tapar la boca ante la tos o el estornudo. Con respecto al virus informático, en primer lugar es clave asegurarse de que el empleado está concienciado con respecto a los problemas que puede ocasionar y que tenga presente que las medidas para evitar la infección incluyen no abrir correos de remitentes desconocidos o sospechosos, evitar ejecutar archivos que provengan de fuentes dudosas o no introducir memorias usb que no hayan estado en manos conocidas.