Entrevista a Ramón Monrós, director comercial de Industrial Gradhermetic
23 de noviembre de 2010
¿Cuál ha sido el principal elemento evolutivo de la mallorquina en los últimos años?
Más que de evolución, hemos de decir que ahora gozan de un renovado interés. Han pasado de estar en desuso a volver a estar de moda.
¿Siguen las contraventanas mallorquinas presentes en los edificios de viviendas y equipamientos públicos de valor arquitectónico y de diseño?
Sí, desde luego. Tanto por sus prestaciones como elementos de protección solar como por su valor estético. Es, precisamente, este equilibrio entre funcionalidad y diseño el que las hace atractivas y que tengan cada vez una mayor presencia en edificios singulares, de algún modo se las considera un plus.
¿Qué lugar ocuparía su uso en las fachadas hoy en día?
Notablemente se ha incrementado la demanda, por lo mismo que hemos dicho y por ser elementos que se integran perfectamente con una concepción de los edificios más sostenible y actual. Como moda podríamos hablar en especial de las de lamas de madera, pero en general creo que tienen más importancia en términos de protección solar y, sobre todo, de un uso y aprovechamiento más racional de la energía necesaria para climatizar un edificio.
¿En qué puntos de la geografía española se utilizan más?. A priori pensaríamos que en la costa mediterránea...
Las mallorquinas se usan principalmente en Cataluña y Baleares como algo típico. Pero con la evolución de la madera al aluminio se introdujeron también en otras zonas de nuestra geografía y en otro tipo de construcciones.
¿Qué destacaría de las prestaciones de la mallorquina?
Seguramente su versatilidad. Según sea el marco sobre el vayan montadas podrán ser correderas, plegables, practicables, basculantes y de una o de dos hojas. Esto da mucho juego a la hora de buscar la confortabilidad de luz y temperatura en los interiores. Y da juegos geométricos y de volúmenes.
¿Qué aportan que no podamos encontrar en otro tipo de contraventanas?
La posibilidad de aprovechar la terraza como un anexo a la casa, cenas en verano o tomar el sol sin ser visto o con mayor intimidad. Sin olvidar que facilitan el paso del aire y la creación de espacios frescos y sombríos en verano o más luminosos y cálidos en invierno si dejamos entrar más luz.
El uso del color en este tipo de cerramiento también ha hecho de él un elemento diferenciador. Las tonalidades de las mallorquinas se adaptan al colorido habitual de cada zona, pasando por los verdes en construcciones más rurales, los azules en áreas mediterráneas, colores más tradicionales, o bien el blanco y variantes diversas que aparecieron posteriormente.
¿En qué materiales las encontramos?
En madera, cuando su aplicación bascula más hacia un criterio de diseño o estética. Pero principalmente en aluminio. En el caso de Industrial Gradhermetic trabajamos con una aleación especial de aluminio de alta calidad.
¿Qué papel desempeña la domótica en cuanto a este tipo de contraventanas?
Depende. Si se busca una aplicación de efecto tradicional o rústico pues, francamente, ninguno. Este tipo de cerramiento busca recrear ambientes tradicionales, suele usarse en casas de campo o viviendas y apartamentos en las playas. Por decirlo de alguna manera son ambientes más 'de toda la vida', que desean salvaguardar una estética tradicional y que huyen del diseño vanguardista.
La domótica es para soluciones modernas y se aplica únicamente a los modelos de aluminio. Es algo más contemporáneo, solicitado sobre todo en edificios más urbanos.
La compañía Industrial Gradhermetic fue fundada en 1954 para la fabricación y comercialización de productos de aluminio en el mercado industrial, de la construcción y de la decoración. La firma fabrica, entre otro tipo de cerramientos y ventanas, las conocidas como mallorquinas –bajo el modelo Gradpanel- en diferentes medidas de lamas móviles y fijas, con accionamiento manual o a motor.