Entrevista a Francisco Rosillo, socio fundador de Aluminios Marton
Hace más de 40 años, nacía Aluminios Marton, un proyecto que surgió como almacenistas de aluminio y que rápidamente se complementó con el desarrollo de sistemas de ventanas y de techos. Francisco Rosillo fue socio fundador de la empresa y ha ocupado el cargo de director comercial hasta el día de hoy. Ahora, al llegar a la edad de jubilación, se despide dejando a su paso una exitosa trayectoria profesional.
¿Cuándo y cómo nace Aluminios Marton?
Aluminios Marton nace el 1 de marzo de 1982, formada por tres socios, Manuel Calleja, Fernando Serrano y yo, Francisco José Rosillo.
Los tres veníamos de una empresa llamada Codisal. En aquel entonces, tenía 24 años y les propuse crear nuestra propia empresa, ya que Codisal no venía desarrollando un buen funcionamiento empresarial.
Manolo iba a ser el financiero de la empresa, Fernando ocuparía el puesto de comercial y mi función, al principio, iba a ser un poco de comodín, ocupándome de diversas tareas.
Por desgracia, Fernando Serrano nos dejó por enfermedad en enero del 1983, así que mi socio y amigo Manuel Calleja y yo decidimos continuar con un camino que ha tenido 40 años de recorrido, con muchas alegrías y alguna pena que otra.
Francisco Rosillo, a la izquierda, junto a Manuel Calleja.
¿Recuerdas qué series se vendían en los 80?
En aquel entonces, no había muchas series en el mercado. Estaba la CO 22 de Catalana, la CLL de Endasa, la 1000 de Samatal y la nuestra, la CC1, comprada a la fábrica Coteval, con la que empezamos nuestro camino de almacén. Al año de empezar con este proyecto, compramos Balunco.
Nuestro primer crecimiento notable empieza cuando incorporamos las series CLL y ZLL de Endasa y su abisagrada, convirtiéndonos en distribuidores oficiales de esta empresa. Este paso surgió en el año 1984 a través de Gustavo Noguerol, en aquel entonces director de Endasa en Cataluña.
¿Cómo surge la exitosa serie Apotema?
Apotema surge de una empresa ligada a nosotros en aquel tiempo, que representaba una empresa en Segovia llamada Dreloc. Esta empresa incorporó un sistema innovador en España, la serie Apotema, en el año 1988, de la mano de Salvatore Ferrari, un diseñador italiano que provenía de la firma italiana OCMA. En aquella época vimos la oportunidad de trabajar con un sistema perimetral que permitía fabricar una ventana con menos perfiles.
Apotema era un sistema muy avanzado para la época, pero la empresa que lo fabricaba cerró un año después. Como ya nos habíamos introducido en el proyecto suministrando para algún taller, como el hoy en día muy conocido Macrisal, decidimos seguir adelante con el mismo, haciendo las matrices en Inespal, los accesorios con Mendavia y el anodizado en Superan, con el señor Callejo, toda una celebridad en este mercado, y algún otro proveedor.
La verdad es que, con la colaboración de Juan Aguilar y de más empresas que nos acompañaron en su creación, mejoramos el sistema y lo bautizamos como serie CR89. El nombre responde a la primera letra de Calleja y Rosillo y el año de creación.
Además de ser de los primeros almacenistas de Cataluña, también os convertís en el primer gamista de España, al vender un sistema completo, accesorio y perfil.
En aquel momento ya había almacenistas de aluminio, pero es cierto que, a día de hoy, creo que el almacén más antiguo que queda somos nosotros, ya que Alcar, que empezó su negocio en 1978, tiene su origen como fábrica.
Lo que sí es cierto es que fuimos los primeros gamistas en vender un producto con todos los componentes y soluciones para la venta de aluminio.
¿Qué impacto causó la Apotema sobre el mercado nacional e internacional?
A vista de hoy, las perimetrales siguen siendo referentes en el mercado. Apotema marcó un antes y un después. A partir de ahí, en España empezaron a crecer los sistemas perimetrales, aparte de los que aportaba Technal.
En cuanto al impacto internacional, también fuimos precursores en Argentina y Tailandia. Ante la crisis española del 1993 tuvimos que buscar nuevos horizontes y nos atrevimos, como aquel que dice, a cruzar el charco, tanto en las Américas como en Asia. En estos países se hicieron varias obras importantes con Apotema, incluidos edificios en el río Chao Phraya de Tailandia y toda una cadena de hoteles de carretera llamados Hollyday, en Argentina.
El equipo de Marton, ante la sede de Aluminios Marton.
Además de ser almacenistas de aluminio y de fabricar series para ventanas, ss introdujisteis también en otras áreas de fabricación, como los techos.
Sí. Sufrimos la crisis del 93 y debido a las inversiones realizadas en aquellos tiempos, nos vimos obligados a buscar alternativas para salir adelante y una de ellas fue el techo. En aquel momento, Valenza era el primero en tener ese producto, así que aprovechamos la ocasión para comprar la maquinaria e iniciar el camino de la fabricación de techos, hasta el día de hoy que seguimos haciéndolo.
¿Cómo se unen los caminos de Marton y Extrual?
En el año 1997 cierra Inespal, pero tres años antes, viendo que esta firma no iba a aguantar la crisis del 93, ya empezamos a hacer la matricería de nuestras series en Extrual, así que empezamos a caminar junto a ellos, hasta el día de hoy, siendo distribuidores de sus sistemas.
Debido a la aventura que emprendimos con Apotema, decidimos que las inversiones de sistemas nuevos las tenía que hacer una fábrica, ya que su poder adquisitivo es muy superior a al de un almacén.
¿Cuántas series y acabados se trabajan actualmente desde Aluminios Marton?
En la actualidad contamos con una gran variedad de series, incluida la famosa Apotema, que ya tiene más de 30 años y todavía la vendemos. Hoy día, el número de sistemas ha crecido mucho, desde las series elevables, a las hojas ocultas, canal 16 y minimalistas.
Ofrecemos un amplio catálogo, aunque ahora mismo las más vendidas son las series correderas de 75 y la serie 36 abisagrada, que tenemos en stock en ocho acabados.
Conserváis clientes y personal con trayectorias de más de 20 años, ¿Cómo se consigue esa fidelidad?
Sí, todavía tenemos clientes desde que empezamos; bueno, más bien diría amigos de más de cuarenta años, tengo muy buena relación con ellos. Hemos vivido momentos muy buenos juntos y también malos, que hemos superado gracias a siempre trabajar como un equipo y con el mismo fin para salir adelante bajo cualquier circunstancia.
Creo que para mantener esta relación cliente-empresa durante tantísimos años hace falta un gran equipo de personas con el que Aluminios Marton siempre ha contado, que aporten su granito de arena para que el cliente se sienta a gusto y vea que siempre se hace todo lo posible por solucionar cualquier problema que le pueda surgir, desde la persona que le atienda el teléfono hasta el camionero que le hace llegar su mercancía. Alguna vez hemos llegado a hacer lo imposible para que nuestro cliente quede satisfecho.
¿Cómo prevés que serán los próximos 40 años, igual de desafiantes?
Esta pregunta habrá que dejarla para la nueva generación, ya que Aluminios Marton sigue adelante con la familia Calleja, debido a que mi familia ha decidido tomar otros caminos. Yo espero seguir ayudando a mis clientes, que a día de hoy son mis amigos, en lo que necesiten. Siempre tendrán en mí un amigo para lo que les haga falta.
Me quiero despedir agradeciendo a todas las personas con las que he tenido el placer de trabajar y conocer, tanto empleados como clientes y proveedores, que son muchos, y los que me han dado la riqueza personal en estos 40 años de trayectoria, lo que realmente tiene valor para mí.
Por último, me gustaría dar las gracias a mi esposa e hijos, que son los que siempre han estado apoyándome tanto en los momentos buenos como en los malos.
Como siempre se dice, no es un adiós, es un hasta luego amigos. Desde Barcelona hasta Buenos Aires, pasando por Tailandia… la vuelta al mundo en 40 años.