Los alimentos seguirán subiendo de precio en 2022
Los alimentos y bebidas no alcohólicas se encarecieron el 3,3% en noviembre respecto al mismo mes de 2020, repunte que destaca dentro del Índice de Precios al Consumo (IPC) publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), aunque la energía pesó más en la inflación interanual (5,5%).
El índice de los precios alimentarios se situó un punto y medio por encima del registrado en octubre, pero este ascenso, enmarcado en los costes de las materias primas y en el energético, va a ir a más y la cuesta de enero puede ser muy dura al llenar la cesta de la compra, según organizaciones de consumidores expertos en distribución, del sector agrario o la propia organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
La portavoz de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), Ileana Izverniceanu, ha declarado a Efeagro que es previsible que hasta la primavera de 2022 no haya contención de los precios, salvo que se produjera una bajada repentina de los costes de la energía y de los carburantes, lo que parece improbable: "Cada vez se oyen más voces de los sectores económicos que alertan de que los precios van a subir en los próximos meses".
El director de servicio al cliente para Iberia de Kantar Worldpanel, Carlos Cotos, ha resaltado que las razones son "más estructurales" que las Navidades. "Hasta ahora la distribución se ha contenido, los fabricantes también, pero en los próximos meses se van a ver obligados a repercutir el encarecimiento de gastos en el empaquetado o transporte al precio de venta al público", ha asegurado.
En ese sentido, ha añadido que aún existe una "brecha" entre el IPC general y el de los alimentos, lo que interpreta como un "margen que de alguna forma están perdiendo los fabricantes". Pero ha relativizado los calificativos de "subida histórica", porque la industria de la alimentación es particular y tiene "menos capacidad de inflación que otros sectores". En los últimos cinco o diez años la industria ha sido estable en precios, a su juicio, incluso con momentos "deflacionarios".
En relación al poder adquisitivo de los españoles, explica que la pandemia deja una sociedad "bipolar" y de dos realidades, con una parte de la población en crisis y con bajas expectativas por ERTE y situación salarial, frente a otra menos afectada y con mayor capacidad de soportar ese encarecimiento.
Por ello, ha apuntado, fabricantes y distribuidores van a tener dificultades para gestionar un mercado en el que habrá ciudadanos con una realidad más parecida "a un país emergente latinoamericano" y otra más similar a la de "naciones centroeuropeas".
Paradójicamente, el campo español percibe otra situación de contraste, ya que en esos momentos los agricultores se movilizan por problemas de rentabilidad y para reivindicar una remuneración justa pues, según los últimos datos de la organización agraria COAG, del campo a la mesa los precios se multiplicaron por 4,95 veces.
Efecto dominó tras la Navidad
OCU, que recientemente ha alertado del encarecimiento insólito de alimentos relacionados con la Navidad –como el cordero, el besugo o algunos moluscos– teme la subida de productos no relacionados con estas fiestas.
También ha mostrado su preocupación por las declaraciones de algunos distribuidores sobre el traslado de los costes de la energía al supermercado. "Si la subida (de precios) se hubiera limitado a un momento puntual, es muy probable que muchos otros sectores de la economía hubiesen asumido dicho sobrecoste, pero, al mantenerse en el tiempo, ante la reducción sostenida de sus márgenes, se ven empujados a trasladarlo a sus servicios, iniciando así un efecto dominó", según Izverniceanu.
Aunque ha admitido que existen motivos para tales subidas de los fabricantes y "lo tienen relativamente fácil para justificarlas", ha apuntado que otros sectores pueden "apuntarse" a esos incrementos más de lo debido si solo quieren conservar sus márgenes.