La mayoría de españoles no leen las etiquetas de los alimentos
En España, la lectura del etiquetado de los productos sigue sin ser un hábito consolidado entre los consumidores, tal y como indica el ‘I Estudio sobre el Uso y la Interpretación del Etiquetado de Alimentos’ desarrollado por la Fundación Española de la Nutrición a propuesta del Grupo Gallo. Las mujeres con alto poder adquisitivo y alto nivel formativo son las que más leen las etiquetas; sin embargo, los jóvenes y mayores con bajo poder adquisitivo, además de los estudiantes se sitúan entre los que menos.
El etiquetado ayuda a saber qué contiene cada alimento y en qué porcentaje para así poder hacer una mejor elección en la elaboración de unos menús más saludables, equilibrados y moderados, sin embargo, hoy en día una gran parte de la población no hace un uso adecuado.
Según el ‘I Estudio sobre el Uso y la Interpretación del Etiquetado de Alimentos’, nueve de cada diez españoles se muestran preocupados por sus hábitos alimentarios. Sin embargo, siete de cada diez admiten que no leen las etiquetas de manera habitual. La investigación, realizada en una muestra de 4.640 personas de entre 18 y más de 70 años de las 17 comunidades autónomas, también señala que ocho de cada diez consumidores consideran que la información proporcionada en el etiquetado no es clara y consideran que muchos términos son difíciles de entender y tan solo un 6,6% asegura comprenderlas.

“De manera generalizada, los consumidores no comprenden el contenido de las etiquetas de los productos o no saben cómo interpretarlas adecuadamente. Esto genera una creciente demanda de etiquetas más comprensibles. Además, la preocupación sobre los hábitos alimentarios de los españoles está en aumento y, cada vez más, buscan tomar decisiones informadas para mejorar su salud. Es crucial tener una mayor educación nutricional y proporcionar información más transparente y accesible para empoderar a los consumidores”, explica Rosaura Leis, presidenta de la Fundación Española de la Nutrición (FEN).
El estudio revela que las mujeres con un alto poder adquisitivo y nivel formativo son quienes más leen las etiquetas, mientras que los jóvenes, los mayores con baja formación y los estudiantes son los que menos lo hacen. Entre los principales motivos para no consultar el etiquetado, los encuestados mencionan la percepción de que no les aporta información relevante para su alimentación, además del tamaño de la letra y la falta de tiempo.
“Es fundamental que los consumidores puedan entender fácilmente la información nutricional y los ingredientes de los productos que adquieren. Nosotros ya estamos llevando a cabo este esfuerzo, implementando etiquetas más transparentes y comprensibles. Un ejemplo de ello es la última campaña de nuestro caldo de pollo, que ha incorporado un etiquetado mucho más claro con el objetivo de que los consumidores sepan que se elabora con un 33% de pollo y sin aromas, mientras que la mayoría de los caldos del mercado tienen menos de un 2% de pollo. Este estudio busca ser parte de una necesaria pedagogía que junto a un etiquetado claro es clave para que los ciudadanos puedan recuperar la confianza en las etiquetas de los productos. Así queremos conseguir que se sientan seguros de que están apostando por alimentos de calidad que contribuirán positivamente a su salud y bienestar”, destaca Fernando Fernández, presidente ejecutivo del Grupo Gallo.
Solo 3 de cada 10 consumidores lee siempre las etiquetas
En España, solo un 32,9% de los consumidores reconoce consultar el etiquetado siempre o casi siempre, mientras que un 45,6% lo hace ocasionalmente, un 11,8% solo con ciertos productos y un 9,7% reconoce no leerlas nunca.
La razón principal que alegan para no leer las etiquetas es por la percepción de irrelevancia de la información que aportan (34,8%); seguido del tamaño reducido de la letra (33,3%), especialmente entre los mayores de 70 años; la falta de tiempo (23,6%); la desconfianza (13,3%); y la dificultad por comprender la información (12,8%).
El grupo que más tiempo reconoce dedicar a la lectura del etiquetado son las personas que conviven con pareja, pero sin hijos (34,8%) y las que viven solas (33%). Las familias que conviven con pareja e hijos dedican un tiempo medio entre 5 y 15 segundos (63,3%).
Aunque una gran parte de los españoles reconocen no leer las etiquetas de los alimentos en el supermercado, tres de cada cuatro admiten que la información del etiquetado les influye mucho (21,1%) o bastante (53,6%) al hacer la compra. Además, un 16,5% expresa preocupación por la falta de información útil en las etiquetas.

Siete de cada diez consumidores muestran interés en conocer la composición del producto para mantener una dieta equilibrada, mientras que el 57,5% se interesa por la calidad y seguridad alimentaria (20,3%). Otros factores valorados incluyen los ingredientes frescos (20,3%), el rechazo a los alimentos con aromas artificiales (17,5%) y la necesidad de atender a restricciones por motivos de salud, como alergias o dietas específicas (13,3%).
En cuanto a la idoneidad de la información en las etiquetas, un 26,5% considera que es suficiente para escoger la mejor opción, mientras que un 63,6%, opina que depende del tipo de producto. Un 10% asegura que la información no es suficiente para casi ningún producto.
La atención que se presta a las etiquetas varía según el tipo de producto: los consumidores se fijan más en el etiquetado de los productos nuevos o desconocidos (74,8%), seguidos de alimentos envasados (63,7%) y alimentos procesados o ultra procesados (57,6%). En cambio, prestan menos atención a los alimentos percibidos como saludables (29,3%), probablemente debido a la confianza en su calidad percibida.
Ocho de cada diez consumidores consideran que en general la información de las etiquetas no es clara
En general, los consumidores demandan una mayor claridad en el etiquetado de los productos. Solo un 21,4% considera que la información es clara en general, mientras que un 45,3% la encuentra mayormente comprensible, aunque reconoce que algunos términos son complejos. Un 29,6% percibe confusión en algunas etiquetas, y un 3,8% indica que le resulta muy difícil entenderlas. Más de la mitad cree que los términos técnicos son difíciles de entender y solo un 6,6% asegura comprenderlas claramente.
Los consumidores tampoco prestan la misma importancia a toda la información que aparece en las etiquetas. Por orden de importancia de la información en la decisión de compra, la fecha de caducidad o consumo preferente es considerada muy importante para el 57% de los encuestados, seguida de la cantidad de grasas saturadas (40,2%), los carbohidratos y azúcares (34,9%), la ausencia de aditivos no necesarios (30,6%), lista y porcentaje de ingredientes (28%) y el país de origen del producto (27,7%).
Los caldos presentan elevadas diferencias de calidad en el mercado y una gran parte de los consumidores no son conscientes de ello. De hecho, más de la mitad de los caldos de pollo contienen un máximo del 2% de pollo. Al ser consultados sobre estas diferencias, un 44% de los consumidores afirmó desconocer la variación en el porcentaje de contenido de pollo.
También hay una amplia mayoría de ciudadanos que no sabe que los ingredientes se listan de mayor a menor cantidad. Un 46,7% lo desconoce y un 18,4% nunca se lo ha planteado, mientras que solo un 34,9% afirma conocerlo. Los consumidores también reconocen desconfiar de términos como ‘bajo en’, ‘rico en’ o ‘sin’. Un 45,1% los considera claros, pero no siempre confía en ellos, mientras que un 43,5% los encuentra confusos o ambiguos en algunos casos. Solo un 7,9% confía plenamente en ellos.

Nueve de cada diez españoles se preocupa por sus hábitos alimentarios
La preocupación por los hábitos alimentarios es muy alta en España. Un 33% de los consumidores reconoce que se preocupa mucho, mientras que un 58,8%, bastante. Solo un 8,2% manifiesta poca o ninguna preocupación. Esta preocupación es mayor a medida que aumenta la edad y también es más elevada entre los grupos de mayor poder adquisitivo y entre los que se leen las etiquetas con frecuencia.
Comparando por edad, un 79,7% de los jóvenes de entre 18 y 25 años se preocupa bastante o mucho por su alimentación, mientras que en el grupo de entre 56 y 70 años, el porcentaje se dispara hasta el 95,8%.
A la hora de hacer la compra, los factores más valorados por las familias españolas con hijos son el precio (65,6%) y aspectos nutricionales (60,8%), el sabor (46,4%), la recomendación de profesionales de la salud (20,7%), la marca (18,1%), la conveniencia (15%), la sostenibilidad (10,7%) y las recomendaciones de otros usuarios (5,8%).