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Uno de los principales retos a superar es la necesidad de métodos extremadamente sensibles para garantizar la seguridad alimentaria

Métodos para detectar perfluorados en alimentos

R+D CSIC26/04/2011

26 de abril de 2011

Investigadores del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del CSIC están desarrollando métodos para detectar y medir contaminantes perfluorados en diferentes productos. En trabajos recientes han presentado varios métodos para detectar estos compuestos en pescado, marisco, alimentos infantiles y leche materna. Los perfluorados, presentes en numerosos objetos de nuestra vida cotidiana, forman parte de los llamados contaminantes emergentes, que no están regulados por ley y cuyos efectos sobre los organismos y el medio ambiente aún no están, bien evaluados.

Los compuestos perfluorados se aplican en muchos productos industriales y domésticos por su resistencia al calor y su capacidad de repeler el agua y el aceite. Están presentes en el PTFE de los utensilios de cocina, en envases de alimentos, en productos textiles y de cuidado personal, en pesticidas y espumas anti-incendio, entre otros.

Usados desde los años 60, hasta hace poco, apenas se había prestado atención a su impacto sobre el medio ambiente y la salud, básicamente por su baja toxicidad a corto plazo y por las dificultades que había hasta ahora para analizarlos. En el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (Idaea) del CSIC se están desarrollando diferentes métodos analíticos para el control de perfluorados en diferentes alimentos y muestras ambientales. Sus trabajos tienen como objetivo conocer los niveles de exposición humana a través de la dieta y el medio ambiente, y establecer una base de datos a nivel europeo de la incidencia de estos compuestos en la alimentación. Una parte importante de esta investigación se lleva a cabo bajo el marco del proyecto europeo Conffidence, dentro del séptimo Programa Marco, que tiene como objetivo desarrollar métodos analíticos rápidos para el control de diferentes familias de contaminantes e implementarlos en laboratorios alimentarios de rutina.

Uno de los principales retos a superar es la necesidad de métodos extremadamente sensibles para garantizar la seguridad alimentaria, y que los métodos puedan ser adaptados y validados para diferentes tipos de muestra. En el grupo del Idaea-CSIC se han desarrollado y validado métodos para el control de alimentos infantiles, pescados, mariscos y leche materna. Se basan en el uso de cromatografía de líquidos acoplada a espectrometría de masas y permiten detectar simultáneamente hasta ocho compuestos perfluorados con un alto nivel de sensibilidad.

Los resultados, dados a conocer durante el último año, se han presentado conjuntamente con los resultados de análisis realizados sobre diferentes muestras de pescado y marisco de mercado (anchoas, pez espada, atún, mejillones y ostras), de leche materna y de fórmulas infantiles.

Los investigadores del CSIC han desarrollado métodos para detectar perfluorados en pescado, marisco...
Los investigadores del CSIC han desarrollado métodos para detectar perfluorados en pescado, marisco, alimentos infantiles (leche y papillas) y leche materna. En la imagen, parada de pescado en un mercado.

Dispersión y bioacumulación

Entre los resultados presentados por los investigadores del CSIC, llama la atención que en los alimentos infantiles la presencia de perfluorados parece deberse a la migración de los compuestos desde el envase. Los resultados, sin ser alarmantes, sí revelan la necesidad de controlar su presencia para que no superen los índices máximos de ingesta fijados por la EFSA, la máxima autoridad europea para la seguridad alimentaria.

Por otro lado, la presencia de perfluorados en las leches de continuación ni siquiera se había considerado hasta hace poco sino que toda la atención se había centrado en si el agua estaba contaminada o no. Sin embargo, en áreas que no están particularmente contaminadas, los niveles de PFC en el agua potable son insignificantes. Este trabajo, publicado en la revista ‘Environmental Internacional’, es el primero a nivel mundial en el que se presentan datos sobre los alimentos infantiles comerciales como leches de continuación o papillas.

“Los niveles de contaminación hallados en la leche en general no son preocupantes pero deberían empezar a controlarse”

Otro de los aspectos especialmente sensibles es la transmisión vertical de diferentes contaminantes, de madres a hijos, a través de la leche materna. ¿Por qué unas mujeres acumulan más contaminantes que otras? Básicamente, explica Marinel·la Farré, investigadora principal del trabajo “influye la ingesta y los factores de exposición ambiental, pero luego en la leche materna final hay que tener en cuenta otros factores: la edad de la madre, el número de hijos que han recibido lactancia natural, la duración de los periodos de lactancia…” No obstante, remarca Farré, excepto en el caso de una sola muestra, las concentraciones halladas por su grupo presentan niveles que están por debajo del índice de riesgo que marca la EFSA.

Los niveles de contaminación hallados en la leche materna en general no son preocupantes pero “deberían empezar a controlarse”, afirma Marinel·la Farré, del Idaea-CSIC. Hemos observado, añade, “que cuando se hallan valores elevados de perfluorados en la leche materna normalmente también se dan valores altos de otros contaminantes, como los organoclorados, a pesar de que el mecanismo de acumulación es diferente: los organoclorados se acumulan en las fracciones grasas y los perfluorados se unen a las proteínas”.

Como otros contaminantes, los perfluorados son muy persistentes, se dispersan en el medio ambiente y se acumulan en los organismos. Diferentes estudios los han detectado en muestras de ríos, de agua de lluvia, de lagos, en animales salvajes, en humanos e incluso en el aire. Algunos trabajos relacionan su acumulación con efectos a largo plazo sobre el sistema inmunitario y reproductivo.

Esta familia de compuestos forman parte de los llamados ‘contaminantes emergentes’, ya que anteriormente no se consideró que pudieran suponer ningún riesgo ambiental o sobre la salud humana. Ahora se ha constatado la necesidad de intensificar la investigación sobre ellos. Además, constantemente salen al mercado nuevos compuestos perfluorados, por lo que se hace urgente hallar respuesta a diferentes incógnitas. ¿Qué riesgos supone la exposición a estos compuestos? ¿Se degradan en el medio ambiente? ¿A través de qué alimentos llegan y en qué cantidad? ¿Se puede reducir su presencia en los productos? Es preciso responder a estas y otras preguntas antes de regular estos contaminantes por ley.

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