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Un sector vital y estratégico

Mauricio García de Quevedo, director general de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB)

13/09/2023
La industria de alimentación y bebida es un agente trascendental para el progreso y la estabilidad de España por su peso económico y social. No solo hablamos de un indiscutible motor de desarrollo para nuestro país, sino de un fiel representante del patrimonio español fuera de nuestras fronteras. El reconocimiento que nuestros productos han alcanzado es gracias a los aspectos que hacen de nuestra oferta una de las más apreciadas en todo el mundo, y es su apuesta por la calidad, la seguridad, su variedad y riqueza. La construcción de esta cultura gastronómica de excelencia es fruto de un largo camino que la industria de alimentación y bebidas ha recorrido en las últimas décadas, con esfuerzo y tesón, hasta constituir hoy una industria vital y estratégica.

Las cifras alcanzadas por los alimentos y bebidas consolidan así su posición como el primer sector industrial de España. Con una producción por encima de los 144.000 millones de euros y un valor añadido bruto de 29.786 millones de euros, el peso del sector representa el 19,3% de la industria manufacturera y cerca del 2,5% del total de la economía española.

Su tejido empresarial suma más de 30.000 empresas, de las cuales un 96% corresponde al segmento de las pequeñas y medianas empresas, y que dan empleo directo a 454.800 personas. La radiografía laboral muestra un avance en el número de afiliados a la Seguridad Social en 2022 del 3,2%, es decir, 454.800 empleos directos, y lo hace con ritmos superiores al crecimiento de la industria manufacturera, que situó en el 2,4%. Es decir, esta industria es uno de los sectores más sólidos y estables, y uno de cada cinco trabajadores industriales desarrolla su actividad en alimentación y bebidas.

Mauricio García de Quevedo, director general de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB)
Mauricio García de Quevedo, director general de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB).

Una de las características de la industria de alimentación y bebidas es su representación a lo largo de todo el territorio, con capacidad para crear riqueza, prácticamente, en cada municipio. Según el informe impulsado por FIAB ‘La contribución de la industria de alimentación y bebidas a la España Vaciada’, el sector está presente en los municipios que acogen el 70,7% de la población de la España Vaciada, confirmándose como un agente decisivo en el desarrollo económico y social de estas zonas.

La industria contribuye a la fijación de población en todo el territorio nacional, en especial en aquellas Comunidades en las que los problemas de desempleo y menores rentas habrían generado procesos de despoblación más intensos si no se hubiese contado con la presencia de esta y de la cadena de valor que genera en su entorno.

Si miramos al mercado exterior, la industria de alimentación y bebidas es una potencia exportadora. El valor de las ventas al exterior de los alimentos y bebidas alcanzó en 2022 los 41.643 millones de euros. Además, la industria española ha concentrado el 10,4% de las ventas europeas situándose como la cuarta economía exportadora, lo cual demuestra que los alimentos y bebidas representan una rama de actividad determinante en la contribución del comercio internacional al crecimiento económico.

Estabilidad y seguridad para el primer sector industrial

La aportación de la industria a la economía española no se reduce a la riqueza y el empleo generados directamente dentro del propio sector industrial, sino que hay que considerar también las aportaciones indirectas por el efecto arrastre en la cadena de valor. Empresas que proveen a la industria con los bienes y servicios necesarios para su actividad o que son receptoras, como el turismo, hotelería, restauración… forman parte de una red que no podría entenderse sin la aportación de la industria de alimentación y bebidas.

Es por este efecto tractor que el sector cuenta con su propio PERTE, confirmando y visibilizando su carácter estratégico en la economía española. Aunque la participación para la industria ha quedado muy por debajo de la capacidad transformadora que posee, la llegada de estos fondos representa sin duda uno de los retos más prioritarios y urgentes. Es vital que la nueva legislatura acelere la llegada de unas ayudas imprescindibles para las empresas en medio de un contexto global muy difícil para su competitividad.

Y es que, más de un año después de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, los sectores productivos siguen alerta ante cualquier acontecimiento que desestabilice los mercados, la energía y las materias primas. De hecho, los resultados del Informe Económico Anual elaborados por FIAB arrojaron el fuerte impacto que había tenido esta crisis en los resultados del sector. Durante el año pasado, un total de 150 compañías de menos de 50 asalariados cesaron su actividad, ejemplo del daño que la situación de inflación ha causado en la dinámica empresarial, especialmente en las pymes que han acusado más las dificultades de hacer frente a la producción con el aumento de costes.

Por ello, una de las primeras peticiones que FIAB realizó de cara a la actual Presidencia española del Consejo Europeo fue que la Comisión Europea adopte medidas para garantizar a medio y largo plazo la competitividad del sector, tanto por la continuidad de su actividad como pilar económico como por la responsabilidad de garantizar el abastecimiento de productos seguros y de calidad a la población.

Entre otras cuestiones, la industria reivindica dos aspectos para poder seguir siendo motor de la economía española y europea. En primer lugar, la estabilidad de los entornos operativos. Eliminar las barreras burocráticas que lastran las inversiones en el sector industrial, fortalecer la unidad de mercado, evitar impuestos discriminatorios que lastran la actividad…, en definitiva, consolidar entornos jurídicos y fiscales seguros que otorguen confianza a los empresarios para impulsar la creación de riqueza y empleo.

Y, en segundo lugar, un impulso a la autonomía estratégica del sector, manteniendo la apuesta por la colaboración público -privada, pero contando con políticas públicas y medidas legislativas y fiscales que se conviertan en palanca y no en un muro de contención para las empresas.

Sostenibilidad, innovación e internacionalización: ejes de presente y futuro

Si hay un reto particularmente importante para el sector es la sostenibilidad. En un contexto marcado por una población creciente y el impacto del cambio climático, los elaboradores de alimentos trabajan para garantizar el acceso a alimentos y bebidas suficientes, manteniendo los altos niveles de seguridad y calidad alcanzados.

El cambio climático afecta directamente a su actividad, que su producción está íntimamente ligada al medio, puesto que el 70% de las materias primas son procesadas por el sector, además del uso de recursos como la energía o el agua, y de cuya preservación y gestión depende el futuro de la industria. Para no comprometer estos recursos, y sin perder de vista la competitividad, las empresas se encuentran inmersas desde hace tiempo en la transición hacia un modelo productivo más sostenible, en línea con el Pacto Verde Europeo y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Por ejemplo, en materia de economía circular, desde el año 2014 se ha reducido la generación de residuos en un 10,3%. Esto equivale a un ahorro de más de 721.000 toneladas de residuos. Por otro lado, tres de cada cuatro empresas aprovechan los subproductos que se generan en sus procesos productivos y cuatro de cada cinco cuentan con acuerdos para la donación de excedentes alimentarios. Además de la reutilización del agua en el proceso industrial, la mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero, la mejora en el diseño uso, reutilización y reciclado de los envases y residuos de envases, son algunas de las múltiples las estrategias que ya se han puesto en marcha.

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Sin embargo, no solo desde las empresas se deben dar los pasos necesarios para lograr una transición eficiente, sino que las políticas públicas deben facilitar medidas que avancen en este proceso. Por ejemplo, modificar las normas sobre los pesos y dimensiones máximos de los vehículos pesados utilizados en el transporte nacional. O alinear la legislación medioambiental con otras políticas y códigos europeos para garantizar unas condiciones de competencia equitativas entre todas las empresas de la UE, como es el caso del Impuesto Especial a los Envases de Plástico de un solo uso, vigente solo en nuestro país.

En esta transición, la energía es uno de los retos que más apremia. La fabricación de alimentos y bebidas es uno de los principales sectores de destino de la producción energética a nivel nacional. La industria requiere energía eléctrica y térmica en múltiples fases, como control del proceso de las instalaciones, calefacción, refrigeración y maquinaria, entre otros. En este contexto de alta demanda, la competitividad del sector está condicionada principalmente por la dependencia de las importaciones energéticas, así como por las medidas fiscales en esta área.

Es necesario contar con un sistema energético menos dependiente de los combustibles fósiles. Alcanzar la soberanía energética disminuirá la exposición del país a las variaciones de los mercados internacionales de combustibles, aumentando así su resiliencia frente a los cambios internacionales y mejorando su competitividad en el contexto global. Según datos de la Memoria de Sostenibilidad de FIAB, ya en 2019 el 9,2% del total de la energía consumida en el sector procedía de fuentes renovables.

Además, la sequía y la gestión del agua en los próximos años supone una preocupación para las empresas, ya que, tanto por la parte de producción como por higiene y seguridad, el agua es imprescindible. Desde FIAB recordamos la importancia de que se establezcan políticas hídricas solidarias y equilibradas en las que se tengan en cuenta y prioricen sectores estratégicos como la cadena alimentaria.

En este contexto, la innovación y la digitalización son imprescindibles, ya que el apoyo en I+D, además de estimular la actividad económica a corto plazo, mejora la productividad del sector a largo plazo. Nos enfrentaremos a una generación de conocimiento holística y pluridisciplinar que establecerá sinergias entre tendencias, datos y fabricación física de alimentos y bebidas. Aportar nuevos alimentos, formatos sabores, texturas y envases; mejoras en la producción, más eficiente y segura; nuevas oportunidades en la distribución y en la interacción con el consumidor; ciberseguridad; personalización de productos; ciberseguridad y big data… Son algunas de las tendencias que ya están integrándose en un sector altamente innovador. Destaca las oportunidades que la Inteligencia Artificial podrá aportar al sector en áreas clave como la nutrición personalizada, la sostenibilidad o las tecnologías de la información y los datos para adoptar las mejores decisiones y prácticas industriales.

Todo esto, acompañado de la incorporación de un talento adaptado a las necesidades de las empresas, haciendo necesario abordar un cambio en los programas educativos para la preparación de perfiles ajustados a la demanda.

En cuanto a la presencia en los mercados exteriores, la persistencia de los altos precios energéticos y materias primas está afectando a las relaciones comerciales, y en el último año hemos visto cómo se está produciendo una crítica desaceleración de la demanda internacional. Este hecho, y tras las experiencias de la pandemia del Covid-19 y el conflicto en Ucrania y su impacto en el mercado internacional y la cadena de valor global, debe conducir a una política comercial en Europa que apoye el crecimiento sostenible de la industria, que premia nuevas oportunidades de exportación y asegure el aprovisionamiento y condiciones justas para los productores europeos.

El mercado internacional continúa representando una de las ramas de actividad determinante para el crecimiento económico, no solo en España sino también en Europa. Las exportaciones a terceros países han supuesto en 2022 el 42% del total, por lo que es importante redoblar esfuerzo en abrir aún más los mercados, donde será muy importante el comportamiento de China, la estabilidad del mercado estadounidense y la adopción de acuerdos comerciales clave, como Mercosur.

Desde FIAB entendemos como punto de partida clave para abordar cada uno de estos retos la colaboración público-privada, sin la cual es no será posible sustentar la competitividad de la industria españolea. A pesar de las muchas incertidumbres que se presentan a corto y medio plazo, desde FIAB seguiremos trabajando para seguir trasladando al conjunto de la sociedad el carácter vital y estratégico de nuestra industria, su relevancia para el desarrollo económico y social, así como su firme compromiso con la calidad y seguridad alimentaria, la sostenibilidad, la innovación y la internacionalización.

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