Precios de antaño para costes de vanguardia: la necesidad de un almacenamiento privado del siglo XXI
El estudio se ha realizado tomando como referencia la campaña 2007-08, pero la situación de bajos precios en origen que conduce a las citadas pérdidas ha continuado en la campaña 2008-09 y sigue dándose en la actual. Los precios que percibe el agricultor se encuentran por debajo de los costes de producción desde hace demasiado tiempo. La presión de los eslabones más fuertes de la cadena de valor sobre los más débiles para hacer descender el precio se está convirtiendo en insostenible y puede desembocar en la desaparición de gran parte del sector productor. La distribución continúa con su despiadada estrategia de precios bajos que presionan hacia atrás a lo largo de la cadena de valor, ahogando en las pérdidas a los agricultores.
Las grandes cifras del sector del aceite de oliva nos hablan de liderazgo mundial en superficie y producción, tenemos el mayor olivar del mundo con un 25% de la superficie mundial y producimos el 40% del aceite de oliva; somos un referente en la comercialización y la exportación de este producto, su valor económico es incuestionable y muy importante para determinadas zonas del país… Sin embargo, estas cifras esconden una situación de grave falta de rentabilidad para muchos productores en España y no reflejan la seria crisis que han de afrontar numerosas agricultoras y numerosos agricultores en la actualidad. Ya es hora que el liderazgo global del sector del aceite de oliva español tenga su reflejo en el eslabón más débil de la cadena de valor, pero sin duda el más importante, el agricultor.
Por ello, consideramos absolutamente vital tomar las medidas pertinentes para evitar nuestra ruina. A largo plazo, pero desde este mismo momento, los productores debemos asumir nuestras responsabilidades y conseguir agrupar la oferta siempre de manera orientada la mejora de la comercialización de nuestro producto y, por ende, de nuestra rentabilidad. Pero la situación es crítica y hay que actuar de manera inmediata. A corto plazo, se debe proceder a la activación del almacenamiento privado, que en la pasada campaña se mostró como una herramienta útil para conseguir una reacción rápida de los mercados y elevar el precio en origen. Pero hay que actuar ya –habría que haberlo hecho hace tiempo, como viene reclamando la mayor parte del sector– y no cuando la campaña haya terminado y el aceite ya haya salido de nuestras almazaras. Además, hay que ir más allá. Es imprescindible adecuar a los costes de producción actuales los precios de referencia fijados en su día para la activación, niveles que tanta importancia tienen para las autoridades comunitarias, estatales y regionales que no muestran especial sensibilidad por las graves perturbaciones del mercado, circunstancias, como las que ahora atravesamos, que permitirían activar el almacenamiento sin que los precios caigan hasta niveles tan sumamente ruinosos.