Aecom desarrolla un biosensor con IA para medir la contaminación del agua en tiempo real
Para sacar adelante este proyecto, Aecom ha contado con el apoyo de Acció —la agencia para la competitividad de la empresa del Departamento de Empresa y Trabajo de la Generalitat de Cataluña—, a través de una ayuda de 142.678 euros provenientes del programa TECNIOspring Industry, señalaron en una nota de prensa fuentes de la compañía.
La investigadora líder del proyecto, Roberta Carafa, explica que “el dispositivo tiene una sensibilidad que permite dar información única y pionera en el sector”. En este sentido, Carafa destaca que “este biosensor permitirá a las empresas y a entes públicos actuar de manera proactiva en el control y la prevención de la calidad del agua; actualmente se realizan controles y actuaciones mucho más reactivas cuando hay episodios de contaminación severa”. De hecho, la científica asegura que “el uso del dispositivo, junto con los análisis y controles más tradicionales —que son complementarios— permitirán un seguimiento preciso de los niveles de toxicidad existentes en el agua”.
El dispositivo de Aecom es adaptable a diferentes entornos de agua marina, de transición o de agua dulce con un simple cambio del biofilm, formado por una película de microalgas y bacterias. El biosensor funciona a partir de dos pequeñas cámaras donde se ubican los biofilms, que tienen la capacidad de detectar niveles de toxicidad de hasta un microgramo/litro, añaden las mismas fuentes.
Con los datos que se obtienen, los algoritmos de inteligencia artificial de la empresa dibujan modelos de previsión de los niveles de contaminación tanto a corto plazo (los próximos minutos) como para los siguientes días o semanas. Si los datos muestran una desviación demasiado elevada con respecto a las predicciones hechas, el dispositivo hace saltar una alarma para que el ente responsable tome las decisiones oportunas, como realizar un análisis exhaustivo de la calidad del agua.
Hasta ahora, Aecom ha realizado tres tests, tanto en laboratorio como en entornos reales: en uno de los canales de Venecia (aguas de transición), en el Urban River Lab de Montornès del Vallès (Barcelona, aguas residuales tratadas), y en el Instituto Español de Oceanografía en las Islas Canarias (agua marina).
La empresa ya ha obtenido la patente europea del dispositivo (de co-propiedad con la universidad Rovira i Virgili), con la previsión de comercializarlo a medio plazo, tan pronto como se cierre un acuerdo con un socio colaborador para sacarlo adelante. “En todos los test realizados hasta el momento, los resultados han sido muy satisfactorios”, asegura Carafa.