El Canal de Isabel II, el Coimce y la Aeas firman la Carta de la Ciudad sin Zanjas
23 de febrero de 2011
El Canal de Isabel II, el Colegio Oficial de Ingenieros de Minas del Centro de España (Coimce) y la Asociación Española de Abastecimiento de Agua y Sanamiento (Aeas), firmaron el pasado 24 de noviembre la Carta de la Cuidad sin Zanjas con el objetivo de promover el uso de las tecnologías sin zanja en las obras de urbanización, especialmente en la instalación y rehabilitación de canalizaciones.
Este documento ya ha sido presentado en otros países por las más de 20 asociaciones STT, homólogas de la de la IbSTT (Society for Trenchless Techonology), que engloban en total alrededor de 4.000 técnicos integrados de 22 países de los cinco continentes, donde estas tecnologías se han implantado con éxito desde los años 80.
Las técnicas sin zanja tienen tres efectos positivos. En primer lugar mejoran la seguridad en las obras, tanto para operarios como de viandantes; en segundo, contribuyen a la tranquilidad de los vecinos; y en tercero, son respetuosas con el medio ambiente. Su principal activo reside en la minimización de las molestias de las obras como son el ruido, el polvo, desvíos, atascos o las pérdidas de explotación, entre otras.
La Carta que fue firmada durante la celebración de la XII Jornada Internacional de Tecnología sin Zanja, aduce diez razones para adoptar esta tecnología. En primer lugar, divide por diez los procedimientos ruidosos. Tercero, no perjudica la actividad comercial ni obstaculiza el acceso a locales. Cuarto, permite la reparación de tuberías de aguas para el consumo o residuales mediante procedimientos rápidos, discretos y poco costosos. Quinto, disminuye la contaminación urbana en el aire a consecuencia del polvo y los escapes de la maquinaria. Sexto, desatasca el tráfico. Séptimo, acaba con los sobrecostes por reparaciones de aceras y calzadas. Octavo, evita las agresiones que sufren la flora, la fauna y el agua que se filtra hacia las capas freáticas. Noveno, la seguridad de los obreros. Y décimo, facilita el abaratamiento por la desaparición de la necesidad de usar materiales nobles para rellenar las zanjas y la reducción del volumen de escombros en un 90%.