We Are Water alerta sobre la sequía en el Día Mundial del Medioambiente
Una sequía como la presente, un 75% más acusada respecto a años anteriores según la Aemet, y que arrastra a un 60% del sector agrícola a la situación de emergencia según la COAG, pone en valor la Teoría General de Sistemas (TGS). Según esta, la biología considera a los organismos abiertos en constante y complejo intercambio con otros sistemas circundantes, siendo el ciclo de la lluvia uno de éstos, es decir: personas, agua y naturaleza un mismo sistema, explican en una nota de prensa fuentes de We Are Water.
Durante el mes de abril solo se acumularon tres litros de lluvia por metro cuadrado: una cantidad muy inferior a lo habitual. En concreto, apenas llovió en Cataluña, Valencia, Andalucía, Murcia, el Este de Castilla-La Mancha y parte de Castilla y León. (…) Pero el agostamiento no es un hecho aislado del presente año. En los últimos 60 años la España peninsular ha vivido tres períodos de sequías (el de 1982 a 1984, de 1991 a 1996 y el de 2005 a 2009), siendo 2005 el año de menor precipitación de la serie analizada por la Aemet, que se inicia en 1961.
Esta falta de lluvias resta humedad al suelo, reduce los caudales de los ríos y merma la reserva de agua. Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica, el agua almacenada en los pantanos supone el porcentaje más bajo desde 2011, solo superado por 2022.
La sequía desestabiliza todo el sistema
La visión de la TGS, impulsada por el biólogo y filósofo Karl Ludwig von Bertalanffy en 1951, aboga por considerar a los organismos como sistemas abiertos en constante y complejo intercambio con sus sistemas circundantes. Extendida a otros fenómenos sociales, económicos y geográficos, esta visión propone que, para entender y solucionar problemas como el agostamiento, se debe realizar un estudio y gestión interdisciplinar, nunca aislado.
El hidrólogo de la Universidad Autónoma del Estado de México, Alejandro Alvarado, propone aplicar la TGS en el agua estableciendo cinco subsistemas: el biofísico, que estudia los procesos naturales que intervienen en su ciclo como la pluviosidad, el relieve, la vegetación o los usos del suelo; el sociocultural, que permite conocer los hábitos de consumo y tipos de organización; el tecnológico, que hace referencia a las infraestructuras hidráulicas; el político-administrativo, que está integrado por sectores público-privados intervinientes del acceso al agua; y por último, el económico, que tiene en cuenta los costes, ingresos e impacto en los consumidores.
Un enfoque holístico
El acceso al agua es un buen ejemplo de la necesidad de este enfoque holístico, ya que está estrechamente interrelacionado con todas las actividades humanas, por lo que los daños de las crisis hídricas tienden a propagarse por efecto dominó, fundamentalmente, a los subsistemas económicos y sociales.
En la Estrategia de Adaptación de la Unión Europea se reconoce que una gestión del agua inteligente y sostenible requiere una cooperación más estrecha entre las acciones de adaptación y gobernanza, así como transformaciones en todos los sectores de forma transversal, no aislada. La UE entra aquí de lleno en el enfoque sistémico, un reto que parece asumirse con retraso, pero que aumenta la conciencia de la necesidad de una visión global en gobiernos e instituciones, ante la enorme complejidad de la necesidad de una perspectiva holística frente a los problemas que dificultan los ODS de cara a 2030. Entre ellos, un cambio climático que se manifiesta hoy en una sequía galopante.
Gestionar la falta de lluvia desde todos los subsistemas (biofísico, sociocultural, tecnológico, político-administrativo y económico), es mucho más efectivo y sostenible que hacerlo desde una visión local y cortoplacista. La sequía es una problemática y un ejemplo del enfoque sistémico que tenemos que adoptar: personas, agua y naturaleza formamos parte de un mismo sistema en el que las dificultades deben abordarse de forma global. Los enfoques sectoriales aislados tienen un alto riesgo de fracasar en términos de eficiencia y de sostenibilidad, como se ha demostrado a lo largo de la historia, especialmente durante las últimas décadas.