Entrevista a Benet Oliver-Rodés, presidente del Laboratorio Dr. Oliver Rodés

En primer lugar nos caracterizamos por ser un laboratorio totalmente profesional e independiente. Ello nos ha permitido pasar todos estos años, muchos de ellos muy complicados, haciendo análisis, también clínicos, y todo ello con una base sólida de una empresa familiar, que además del análisis también realiza asesoramiento profesional. Lo que induce precisamente a muchos clientes a apostar por nosotros es que no solo les entregamos una serie de páginas con cifras, sino que además hacemos todo lo posible para que las entiendan, y si existe algún valor que no es correcto intentamos buscar la causa y explicarles o sugerirles la manera de solventarlo.

Otro de los valores por el cual nuestros clientes nos han valorado tradicionalmente es por mantener un secreto profesional riguroso, tal y como comenzó a aplicar mi abuelo Benet en su farmacia cuando aún trataba con análisis clínicos que afectaban a personas físicas. Todo ello lo hemos seguido aplicando a lo largo del último siglo en el análisis de alimentos, minerales, aguas, etc.

Llegó un momento, cuando mi padre introdujo la microbiología, ampliando el campo de análisis, que se planteó si era conveniente continuar haciendo de todo. Por ello, cuando más adelante me hice cargo del laboratorio vi la necesidad de centrarnos específicamente en el análisis de aguas y alimentos, dada la competencia que ya había en el ámbito de los análisis clínicos. En cambio, en el momento en que comenzamos a especializarnos no había laboratorios especializados en el análisis de alimentos, y sobre todo de aguas, que trabajase de forma rigurosa y conociendo a fondo su complicadísima legislación, tanto europea como española.

Nosotros comenzamos a relacionarnos con el mundo del agua a través de las aguas residuales de la industria, un tipo de agua que antes simplemente se desechaba y que a partir de un momento determinado tuvo que empezar a controlarse, con tal de evitar la contaminación de ríos y mares. Un ejemplo era el río Llobregat, donde iban a parar los desechos de cientos de industrias que estaban afincadas en su cuenca, además de la agricultura y de la población. Mi padre fue jefe de laboratorio de Aguas de Barcelona, y posteriormente mis 20 años también con ellos, hicieron que adquiriésemos un bagaje de conocimientos técnicos muy profundos en la materia. Unos conocimientos que complementamos con la asistencia a congresos internacionales, fundamentalmente de la Unión Europea de Laboratorios Independientes, de la cual yo mismo creé la filial española.

Finalmente, y dentro de ese amplio mundo que es el agua nos especializamos en las aguas envasadas, que se caracterizan por haber de mantener siempre la misma composición, a diferencia del resto de agua potable que puede salir de un grifo.

Casi todo, pero gracias a Dios no todo. Y digo esto porque cualquiera podría pensar que existe alguna fuerza oculta que les obliga a trabajar con nosotros. Actualmente realizamos el 92% de los análisis de las aguas embotelladas de España, que en número ronda los 145. Es verdad que para cualquier empresa que tiene en propiedad un manantial de agua que cree es buenísima y se podría embotellar, nos hemos convertido en los laboratorios de referencia para saber qué pasos ha de seguir para conocer si el agua se puede comercializar y posteriormente cómo hacerlo.

Evidentemente, y lo demuestra el hecho que cuando se celebran congresos internacionales, la autoridad responsable suele designar a los Laboratorios Dr. Oliver Rodés como portavoz en el apartado de aguas envasadas. Como curiosidad, en 1964, la ONU organizó una reunión internacional en Ginebra para estudiar el tema de la contaminación de las aguas superficiales. De España, el antiguo Ministerio de Industria no encontró a nadie capaz de tomar parte de ese congreso y se dirigió a mi padre, el Dr. Oliver Suñé, para que fuese él quien representase al país en esa cita a nivel mundial.

El primero, es el análisis completo que se hace para aconsejar al cliente si vale la pena que inicie la comercialización del agua, porque para ello debe tener unas características determinadas y no debe tener ningún elemento contaminante externo o de su propia composición, ya que hay casos de aguas que en su composición tienen tanto fluor o arsénico que no pueden ser declaradas mineral natural.

Es un técnico nuestro el que va a tomar la muestra. Esta se analiza y si todo es correcto comienza la tramitación correspondiente con la comunicación al Ministerio de Industria, sale el aviso en el BOE y en el boletín autonómico, y se inician análisis mensuales para comprobar que las propiedades del agua son constantes, característica fundamental de un agua mineral embotellada. Industria pide entonces un estudio a Sanidad, realizado por un técnico hidrólogo, que confirma que el agua tiene, además de una calidad sanitaria correcta, la posibilidad de mejorar determinadas afecciones, sin que sean aguas minero-medicinales. Nosotros, como laboratorio, acompañamos al cliente durante todo el proceso e incluso intentamos a veces desencallar un expediente que se ha quedado paralizado por algún motivo.

Otro ejemplo de nuestro compromiso sería un caso concreto en que un muy buen cliente nuestro fue víctima de una sabotaje. Dos de sus botellas desprendían un fuerte olor a cloro y nosotros ayudamos al cliente a tramitar el expediente ante la administración, en que se acabó comprobando que las botellas habían sido agujereadas en un almacén distribuidor, una vez habían salido de la central. Esto un cliente lo sabe valorar.

El agua de lluvia o nieve en el momento que toca tierra y comienza a filtrarse, dependiendo del terreno existente (arcilla, roca calcaria, sulfato, etc.), comienza progresivamente a cargarse de elementos como bicarbonato, calcio, cloruro, sodio, sulfato, etc. De forma natural existe un punto donde esa agua aflora o se realiza un sondeo y se capta el agua a una profundidad determinada, dependiendo de estudios en que intervienen geólogos e hidrogeólogos. Todo con el objetivo de encontrar un agua singular –no existen dos aguas iguales– y así lo demuestra el hecho que de un mismo macizo como el Montseny nacen varios manantiales con aguas de características similares, pero nunca iguales.

Si en la etiqueta reza ‘Agua mineral natural’ quiere decir que no afecta a la salud de nadie, que está muy controlada y que no ha sido manipulada. Es decir, ha sido embotellada tal y como ha salido del manantial. Y dentro de ese espectro puede haber aguas con más o menos gusto a sales o minerales, y por ello pueden ser más recomendables para utilizarse por ejemplo para algunos platos en la alta cocina, en caso que se quiera dar un toque de más sabor a un plato con agua de una mineralización fuerte, o también al revés, a veces se prescribe a enfermos el consumo de agua con mineralización débil.

No es fácil, pero sí que se han hecho catas para sobre todo distinguir tipos de agua. Distinguir una marca de otra es muy difícil, y es que el agua no tiene ni color, ni aroma. A diferencia del vino en una cata de aguas todo se basa en el sabor.

Desde que se capta el agua en el pozo hasta que se embotella se han de tener una serie de precauciones para evitar su posible contaminación, y de hecho durante todo el proceso el agua en ningún momento ve la luz. Es evidente que el vidrio es el mejor material para envasar, porque es inerte e impermeable, y se puede mantener durante años, pero los nuevos plásticos, con el PET a la cabeza, están perfectamente adaptados para el envase de aguas. El problema viene con los aditivos que se le añade al plástico para hacerlo más atractivo, porque se ha llegado a comprobar que algunos podrían ser dañinos para el agua.

Fue por una simple cuestión de espacio y por la dificultad de mantener un laboratorio técnico en una zona comercial como es el Eixample barcelonés. Ante la imposibilidad de crecer, comenzamos a buscar y decidimos instalarnos en un polígono cerca de Barcelona, donde tuviéramos suficiente espacio y buenas comunicaciones.

El reto de nuestros laboratorios es mantener los pilares básicos que he enunciado al principio y que nos han llevado hasta donde estamos: especialización en nuestro campo de actividad, la independencia y el secreto profesional.

La mayor colección de botellas de agua de Europa

Las instalaciones de los Laboratorios Dr. Oliver Rodés en El Prat de Llobregat no solo acogen una de las empresas más reconocidas en su ámbito a nivel internacional, sino que también son la sede de la mayor colección de botellas de agua de toda Europa. En los pasillos del sótano de la empresa, en una superficie de 130 metros cuadrados, encontramos más de 5.500 envases de 130 países diferentes.

Desde los primeros análisis realizados en el laboratorio que el Dr. Benito Oliver Rodés instaló anexo a su farmacia en el año 1902, encontramos análisis de aguas minero-medicinales. De algunas de ellas se conservaron botellas llenas, cerradas y etiquetadas. Posteriormente su hijo, el Dr. Benito Oliver Suñé, también recopiló botellas procedentes de análisis y hacia el año 1950, Benito Oliver-Rodés Clapés, nieto del fundador, inició la búsqueda sistemática en España y el extranjero con motivo de congresos y reuniones técnicas, de botellas y otros envases de aguas con la finalidad de constituir un auténtico museo.

Los envases reunidos son botellas de vidrio, de materiales plásticos (PVC, polietileno, PET, policarbonato), tetrabrik y otros. Están clasificados por países de todo el mundo, y de cada marca se exponen entre uno o dos y hasta 10 o 12 de diferentes capacidades, con gas o sin gas, antiguas o actuales. Un expositor aparte acoge las más antiguas, procedentes de balnearios, principalmente alemanes, de hace más de 200 años, y también ejemplares únicos por su forma, marca, relieve o características especiales, como por ejemplo la primera botella de vidrio de cinco litros de capacidad.

El interés de esta colección quedó confirmada en el hecho que la Direcció Corporativa de la Generalitat de Catalunya solicitó la participación de la colección en el montaje del stand de Catalunya en el pabellón de las CC AA de las pasada Exposición Internacional de Zaragoza del 2008. La aportación de los Laboratorios Dr. Oliver Rodés a tan señalado evento fue la cesión de unos 500 ejemplares de la colección.