Detectar un conato de incendio en los primeros tres minutos, ya es una realidad
7 de septiembre de 2012
Sin duda, el verano del año 2012 será recordado por el número e importancia de incendios que han copado, hasta la fecha, los medios informativos. El fuego ha arrasado una superficie forestal, tres veces superior, a la registrada entre el 1 de enero y el 26 de agosto del año anterior. En esta ocasión, los incendios forestales quemaron más de 153.000 hectáreas, según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA). Pero, ¿a qué se debe el mayor número de incendios que han asolado nuestros bosques durante estos meses estivales? ¿A quién, o quiénes, se debería atribuir semejante responsabilidad?
Javier García, gerente de Integra, creadores del Integra Wildfire, ganador del Concurso de Innovación Tecnológica de la última edición del monográfico forestal Galiforest, valora la situación: “Es cuestión de comparar períodos y circunstancias equivalentes para obtener conclusiones mínimamente fiables. No creo que haya aumentado el desconocimiento ni la imprudencia de los usuarios/as, que podemos asumir ha sido más o menos el/la mismo/a. Tampoco ha hecho más calor que en años anteriores, no ha crecido la superficie arbolada, ni hemos recibido un mayor número de visitantes. Y tampoco se han relajado las leyes que penalizan al incendiario, con el correspondiente efecto disuasorio. Entonces, ¿por qué la superficie quemada se ha triplicado?”, se pregunta. “Los únicos factores que han cambiado significativamente son el mantenimiento de nuestros bosques, que en algunas zonas casi ha desaparecido, y la inversión económica en detección. No nos queda otro factor relevante que analizar, salvo la mala suerte. Por tanto, la causa probable del notable aumento de los incendios es la falta de limpieza previa al verano, y de detección durante el mismo, ya que la mala suerte no es una causa muy científica”. “Por cierto –concluye– este análisis ilustra la relación casi exponencial que existe entre el recorte en mantenimiento y detección y la superficie quemada. Un recorte del orden del 20% puede generar un incremento de la superficie quemada superior al 200%. En otras palabras, cada euro no gastado en mantenimiento más detección cuesta, pocos meses después, decenas de euros en otros conceptos”. Siniestros que han generado un gran impacto medioambiental y han causado 10 víctimas mortales, hasta la fecha.
Detectar incendios a tiempo, la clave para su extinción
“Ni un sólo profesional del sector de la extinción de incendios dejará de admitir que el principal problema que tienen es no detectarlos a tiempo. Un incendio incipiente se extingue con unos pocos cientos de litros de agua. No consigo imaginar otro factor más importante que la detección precoz, excepto la limpieza preventiva y concienzuda en invierno”, explica el gerente de Integra. Y de ahí, la importancia de dispositivos como el Integra Wildfire (iWildFire), un detector precoz de incendios que se hizo con el primer premio del Concurso de Innovación Tecnológica de la última edición del monográfico forestal Galiforest. Este sistema detecta incendios en su fase más inicial debido a la luz dispersada por las columnas de humo generadas por el fuego, al enviar una señal de infrarrojos codificada. El sistema crea su propia fuente de luz, con unas características que le permiten reconocerla como propia cuando la recibe de nuevo como consecuencia del impacto en una columna de humo. “Los dispositivos que se basan en analizar la luz que emiten (que nosotros sepamos, con la ayuda de Google, sólo existe el nuestro) son muy precoces, detectan con un retraso máximo de tres minutos (90 segundos de promedio) y funcionan mejor de noche que de día. Únicamente necesitan que el humo asome por encima del horizonte, aunque sea una columna muy tenue”, explica.
El iWildFire, según Javier García, contribuirá a evitar la quema de nuestros bosques, de dos formas. La primera, más activa, consiste en la detección temprana de un conato de incendio, cuando aún no tiene ni tres minutos de vida. “Si el helicóptero se da prisa, puede estar allí en otros pocos minutos. La superficie quemada no llegaría ni a la hectárea. Esto es válido sea cuál fuere el origen del fuego”. La segunda, más pasiva, ejerce un efecto disuasorio para los incendiarios. La cámara integrada en el iWildFire examina los alrededores del incendio y muestra la presencia de algún vehículo, o el rastro del incendiario. “En el caso de fuegos producidos por quemas incontroladas de rastrojos, nuestro sistema identificaría las quemas a tiempo, y las autoridades impondrían las sanciones correspondientes. Ello se difundiría y los aficionados a estas prácticas las irían abandonando, limitándose a quemas autorizadas, con todas las garantías de seguridad.
Desde Integra recalcan que este dispositivo es “único”, con dos patentes que lo respaldan. “Hasta donde nosotros (y Google) sabemos, no hay otro sistema parecido de detección de incendios en espacios abiertos. Y lo hace por el método de captar la retrodispersión (‘backscattering’) producida por una masa de partículas en suspensión (humo) al ser alcanzada por un haz electromagnético de origen conocido. Me consta que, dicho así, suena muy raro. Pero es, exactamente, el mismo mecanismo que el ojo humano sigue para ver los objetos que nos rodean”.
Dejando aparte los sistemas basados en satélites (que normalmente sólo detectan cuando la columna de humo es muy grande y, por tanto, ya es muy tarde), hay tres tipos de sistemas fijos de detección, según el portavoz de Integra.
-Los que se basan en analizar la luz del sol. Por ejemplo, las cámaras inteligentes que hacen análisis de imágenes, con problemas para distinguir una columna de humo de una nube de forma alargada. Además, sólo detectan durante el día y necesitan de una columna de humo suficientemente grande. No son muy precoces.
-Los que analizan la luz del incendio como las cámaras térmicas o infrarrojas. Éstas actúan mejor durante la noche. El problema surge cuando el incendio se produce detrás de unos árboles o accidentes geográficos. Entonces la llama no es visible por la cámara hasta que quizás ya es demasiado tarde. Básicamente no son muy precoces.
-Y por último, los que analizan la luz que emiten, como el iWildFire.
“Con sólo evitar que un avión despegue, ya se habrá pagado el coste de uno de nuestros equipos”
“Pero es que los costes económicos de un incendio son enormes, no sólo por la superficie quemada, ni por las propiedades irrecuperables, sino también por los costes directos asociados a la extinción. Un avión o un helicóptero cobran varios miles de euros sólo por despegar. Después, otros tantos miles de euros adicionales por cada hora de vuelo. Y qué decir de los vehículos pesados y otra maquinaria alquilada…”, detalla el gerente de Integra. En resumen, la factura de los trabajos de extinción es enorme, y se paga en efectivo. “Con sólo evitar que un avión despegue y ejecute varias horas de vuelo, ya se habrá pagado el coste de uno de nuestros equipos”, compara.
En estos momentos, ya se ha instalado el primer iWildFire en la Comunidad de Montes do Rosal, en Galicia, cerca de la frontera portuguesa. El equipo funcionará en la zona, como mínimo, hasta finales de año. “Estamos ajustando cosas, mejorando el software y aprendiendo mucho de nuestro sistema y de su comportamiento en un entorno de trabajo real. Aún no se pueden hacer pruebas con fuego real porque nos hallamos en plena temporada de incendios. Sin embargo, con la llegada del otoño, iniciaremos un programa intensivo de pruebas y esperamos que el sistema responda, de forma eficaz. Por supuesto, corregiremos todos los fallos que puedan surgir, pero de momento estamos satisfechos”. A raíz del galardón obtenido en Galiforest, la sensación, afirman, es “casi de vértigo”. “Nos piden información desde los cinco continentes y, literalmente, ya tenemos convertirse en nuestros distribuidores en sus respectivos países. “El iWildFire debe ser un eslabón más en la cadena. Puedo asegurar que una adecuada inversión en prevención (mantenimiento), complementada con otra inversión proporcional en detección precoz, reduce drásticamente los costes de extinción, que son mucho mayores que los otros dos juntos. Y en este cálculo no incluyo el coste de las superficies y propiedades quemadas, sólo los costes directos de extinción. Esto da una idea de lo erróneo de la política forestal actual”.